LA ÚLTIMA DUCHA DE JANET LEIGH
Una vez más, el tópico, la imagen mítica y la comodidad ha presidido el recuerdo a una veterana actriz que nos ha dejado hace muy pocos días a los 77 años de edad. Janet Leigh (1927 / 2004) fallecía cuando realmente lo había hecho para el cine en la segunda mitad de los años 60.
En todas las necrológicas se ha insertado ante todo la imagen de la hey“secuencia de la ducha” en PSICOSIS (Psycho, 1960), planteándola como una de sus interpretaciones más importantes y, paradójicamente, cuando únicamente aparecía en la película en sus primeros veinte minutos. Es evidente que al impacto de la obra maestra de Alfred Hitchcock se unía la singularidad de que aquel rol de rubia ladrona que era asesinada dramáticamente rompía con el asidero del espectador, algo inusual al menos en el cine norteamericano.
Sin embargo, el gran director al elegir a la joven actríz pretendía con ello romper su imagen de rubia deseable, prolongando ya su experiencia previa con nombres como los de Grace Kelly o Kim Novak. Realmente la carrera de Janet Leigh se inicia en los años 50, ofreciendo un prototipo de rubia atractiva y de rostro afilado. Se la solía definir como busto de acero, pero bien pronto demostró su valía para la pantalla encarnando roles dramáticos y de forma paralela en la comedia. Poco a poco fue trabajando con realizadores relevantes como Anthony Mann, George Sydney, Stanley Donen, Henry Hathaway, Richard Quine...
Una vez fue finalizando la década Janet Leigh fue adquiriendo una mayor presencia entre las nuevas generaciones de estrellas. Su boda con Tony Curtis –que se planteó como una relación ideal y de la que surgió la actriz Jaime Lee Curtis-. El joven matrimonio ya había rodado EL GRAN HOUDINI (Houdini, 1953, George Marshall) y protagonizarán juntos VACACIONES SIN NOVIA (The Perfect Furlough, 1959) de la mano de Blake Edwards y LOS VIKINGOS (The Vikings, 1958) de Richard Fleischer. Será su periodo de mayor esplendor, con sus magnificas prestaciones en films de la talla de SED DE MAL (Touch of Evil, 1958) de Orson Welles, la mencionada PSICOSIS de Alfred Hitchcock, EL MENSAJERO DEL MIEDO (The Manchurian Candidate, 1962) de John Frankenheimer, HARPER, INVESTIGADOR PRIVADO (Harper, 1966) de Jack Smight y TRES EN UN SOFA (Three on a Couch, 1966) de Jerry Lewis (cito en orden cronológico y entre mis preferencias personales)
Ya en los primeros compases de la década de los 60, la presencia cinematográfica de Janet Leigh se irá diluyendo hasta que con el paso de pocos años se ciña a colaboraciones en televisión. Solo su presencia en LA NIEBLA (The Fog, 1980) de la mano de John Carpenter permitió a las jóvenes generaciones de aficionados recordar que en los últimos años del gran Hollywood, existió una actriz que aunaba belleza, talento, intensidad dramática y sorprendente timming cómico. Era Janet Leigh, la actríz que a su muerte han catalogado de forma reduccionista como la de la secuencia de la ducha.
En todas las necrológicas se ha insertado ante todo la imagen de la hey“secuencia de la ducha” en PSICOSIS (Psycho, 1960), planteándola como una de sus interpretaciones más importantes y, paradójicamente, cuando únicamente aparecía en la película en sus primeros veinte minutos. Es evidente que al impacto de la obra maestra de Alfred Hitchcock se unía la singularidad de que aquel rol de rubia ladrona que era asesinada dramáticamente rompía con el asidero del espectador, algo inusual al menos en el cine norteamericano.
Sin embargo, el gran director al elegir a la joven actríz pretendía con ello romper su imagen de rubia deseable, prolongando ya su experiencia previa con nombres como los de Grace Kelly o Kim Novak. Realmente la carrera de Janet Leigh se inicia en los años 50, ofreciendo un prototipo de rubia atractiva y de rostro afilado. Se la solía definir como busto de acero, pero bien pronto demostró su valía para la pantalla encarnando roles dramáticos y de forma paralela en la comedia. Poco a poco fue trabajando con realizadores relevantes como Anthony Mann, George Sydney, Stanley Donen, Henry Hathaway, Richard Quine...
Una vez fue finalizando la década Janet Leigh fue adquiriendo una mayor presencia entre las nuevas generaciones de estrellas. Su boda con Tony Curtis –que se planteó como una relación ideal y de la que surgió la actriz Jaime Lee Curtis-. El joven matrimonio ya había rodado EL GRAN HOUDINI (Houdini, 1953, George Marshall) y protagonizarán juntos VACACIONES SIN NOVIA (The Perfect Furlough, 1959) de la mano de Blake Edwards y LOS VIKINGOS (The Vikings, 1958) de Richard Fleischer. Será su periodo de mayor esplendor, con sus magnificas prestaciones en films de la talla de SED DE MAL (Touch of Evil, 1958) de Orson Welles, la mencionada PSICOSIS de Alfred Hitchcock, EL MENSAJERO DEL MIEDO (The Manchurian Candidate, 1962) de John Frankenheimer, HARPER, INVESTIGADOR PRIVADO (Harper, 1966) de Jack Smight y TRES EN UN SOFA (Three on a Couch, 1966) de Jerry Lewis (cito en orden cronológico y entre mis preferencias personales)
Ya en los primeros compases de la década de los 60, la presencia cinematográfica de Janet Leigh se irá diluyendo hasta que con el paso de pocos años se ciña a colaboraciones en televisión. Solo su presencia en LA NIEBLA (The Fog, 1980) de la mano de John Carpenter permitió a las jóvenes generaciones de aficionados recordar que en los últimos años del gran Hollywood, existió una actriz que aunaba belleza, talento, intensidad dramática y sorprendente timming cómico. Era Janet Leigh, la actríz que a su muerte han catalogado de forma reduccionista como la de la secuencia de la ducha.
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Alberto -
Paco -