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CINEMA DE PERRA GORDA

LOST IN TRANSLATION (2003, Sofía Coppola) Lost in Translation

LOST IN TRANSLATION (2003, Sofía Coppola) Lost in Translation Recuerdo la primera película realizada por Sofía Coppola –LAS VÍRGENES SUICIDAS (The Virgen Suicides, 1999)-, una aparentemente profunda pero finalmente astuta y discreta variación de film teen, que en su momento gozó de bastante atención por parte de la crítica. Ya en aquella ocasión si algo caracterizaba la labor de la hija del entrañable Francis era ofrecer una mirada siempre mesurada, por más que los acontecimientos narrados fueran finalmente terribles.

En su segundo film ciertamente se consolida la mayor cualidad de esta prometedora directora. Realmente LOST IN TRANSLATION (2003) es un título en el que predomina la mirada y en el que los acontecimientos narrados ciertamente son mínimos, por más que para sus dos protagonistas adquieran una considerable importancia y de alguna manera les permitan transformarse y contemplar con nuevos impulsos sus vidas.

De forma muy sucinta, la película nos relata el viaje a Tokio de Bob Harris (un sensacional Bill Murray que con la matización y sutileza de su trabajo se erige en el principal bastión de la misma y que, a nivel personal, merecía el Oscar de interpretación mucho más que el “sufrido” Sean Penn de MYSTIC RIVER... es cuestión de gustos). Se trata de un veterano actor de cine que –como tantos otros- acude a Japón para protagonizar un spot televisivo bien remunerado. Allí se encuentra con la joven Charlotte (sensible y hermosa Scarlett Johansson), la esposa de un patoso e inestable fotógrafo, encarnado por Giovanni Ribisi con su habitual solvencia.

En medio de la soledad que proporciona una gran urbe (de antemano uno de los elementos que mejor maneja Sofía Coppola en su film), Bob de forma sutil es testigo mudo y observador de una sociedad alienada, ordenada, en la que se encuentran todas las comodidades, pero parece carente de vida. Él se mantiene dentro de una crisis de identidad al llegar a una edad madura y partiendo de una aparente cómoda posición –es casado y con dos hijos-, pero parece ausente de un mundo que le es ajeno por completo. Con una clara influencia del cine de Jacques Tatí –en ocasiones los interiores de LOST IN TRANSLATON parecen epígonos orientales de PLAY TIME (1967)-, y pese al extraño tono de sus secuencias, resultan especialmente divertidos momentos como el manejo de Bob en esa bicicleta estática o la ducha no se acopla a su altura, que sin embargo son observados por una cámara siempre escéptica.

Tras realizar el spot –en una secuencia realmente hilarante-, se produce el encuentro con Charlotte con nuestro protagonista en la barra nocturna del restaurante del hotel en que ambos se hospedan. El encuentro entre una joven que quiere adentrarse en la madurez y un hombre maduro que desea adaptarse a este nuevo estado, es el que produce ese “breve encuentro” ligero e intenso a la vez, en el que ambos en ocasiones con simples miradas o detalles sutiles, logran establecer comunicación. Llega a ser una necesidad entre dos personas que quieren ser comprendidas.

Ciertamente esta segunda obra de Sofía Coppola destaca por su sentido de la observación. No hay que encontrar en ella espectaculares movimientos de cámara. Por el contrario la realizadora prefiere cuidar los encuadres –en muchos casos caracterizados por su simetría-, montar de forma mesurada la sucesión de los planos –en una magnífica labor de Sarah Flack- y buscar una fría belleza de interiores –tal y como previamente decidiera por ejemplo Andrew Niccol en su sensacional GATTACA (1998)-, mientras que en los exteriores se deja llevar por un apabullante al tiempo que fascinante sentido visual en la que ese amasijo de edificaciones ultramodernas iluminadas adquieren sobre todo en sus nocturnos un aire casi espectral. Tanto en un sentido como en otro, la fotografía de Lance Acord es sencillamente magnífica.

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Hay quien en su momento atacó LOST IN TRANSLATION por su pretendido racismo al caracterizar y definir los habitantes que rodean la leve andadura de los dos protagonistas. Discrepo abiertamente de la misma. Creo que la directora retrata un contexto vital profundamente caracterizado por la alienación pero jamás incidiendo en que ello sea únicamente propio de ese Tokio elegido. Para ello nada mejor que ver la forma en que se define tanto al marido de Charlotte; a la joven star con la que coinciden en el hotel –y que elige como pseudónimo el nombre masculino del escritor Evelyn Waugh-; o la propia esposa del actor protagonista, quien en sus conversaciones telefónicas en off ofrece una imagen terriblemente convencional. Al mismo tiempo, en la breve visita de Charlotte a un templo japonés se logra transmitir visualmente un profundo respeto a una cultura milenaria y aún vigente.

Si algo cabe reprochar a un film interesante y hasta hermoso en ocasiones como este, es la frialdad con la que finalmente se entreteje este encuentro entre dos personas casi necesitadas una de otra. Se me podrá objetar que es una decisión expresa del guión de la propia realizadora (por el que recibió un Oscar), pero uno echa de menos esa emotividad deliberadamente ausente durante el resto del metraje, y que quizá hubiera logrado sublimar con su presencia la conclusión de este -reitero-, entrañable film.

Calificación: 3

2 comentarios

Ivonne -

Coincido con Alberto, el punto culminante del film es la extrañamente escena romantica del karaoke, Bill Murray es deliciosamente tierno cantando desafinadamente esta hermosa cancion de Roxy MUsic

Alberto -

Hay que hacer hincapie en uno de los aspectos más importantes del filme: la música.
La Coppola se apunta un gran tanto al incluir canciones como SOMETIMES de My Bloody Valentine, JUST LIKE HONEY de Jesus & Mary Chain, ALONE IN KYOTO de Air y otras composiciones de Kevin Shields (ex-My bloody Valentine).

Y la inclusión de, para mí la mejor escena de la película, la del Karaoke:
Bill Murray cantando "More than this" (un poco complicada para su tono jeje), "(What's So Funny 'Bout) Peace, Love And Understanding" de Elvis Costello o el punto de extrema sensualidad que incorpora Scarlett Johansson en "Brass in Pocket" de The Pretenders... ¡absolutamente excitante!