GLORY (1990, Edward Zwick) Tiempos de gloria
Partamos de la base de que no soy un especial seguidor de los discursos patrióticos con claro trasfondo belicista, como sin lugar a dudas es el ejemplo que nos brinda GLORY (1990, Edward Zwicz) –pomposo título que en España se sustituyó con un no menos grandilocuente TIEMPOS DE GLORIA-. En cualquier caso y pese a esta lejanía hacia las batallitas que conforman la época de los Estados Unidos y otros imperios varios, no puedo por menos que evocar la hondura con la que maestros como John Ford abordaban temáticas similares. Hace muy poco tiempo descubría CORAZONES INDOMABLES (Drums Along the Mohawk, 1939), excelente película fordiana que transcurriendo en el primitivismo de Estados Unidos planteaba una enorme hondura en su construcción dramática, el desarrollo de sus personajes e incluso se replanteaba el horror de la guerra.
En su defecto, GLORY me parece un auténtico catálogo de convenciones, una producción ampulosa y maniquea –tanto a nivel de guión como sobre todo de la propia realización- definida como una superproducción con pretensiones de revisionismo y que muy pronto revela lo falaz de tus pretensiones. Quizá para un espectador muy poco avezado la película pueda parecer un alegato en pro de la igualdad entre negros y blancos. Sin embargo, es evidente que el verdadero motor de la película no es más que el discurso militarista y el canto al honor patrio, el respeto a las virtudes castrenses y un trasfondo que se puede resumir en la frase que el personaje que interpreta con su habitual brillantez Morgan Freeman -el sargento Rawilins- cuando desfila ante un grupo de niños negros con semblante feliz: “Hemos pasado de ser esclavos a ser guerreros”.
GLORY –que a título anecdótico se encuentra situada en la votación de la base de datos IMDB entre las 150 mejores películas de la historia del cine ¿?- pretende ser un canto al sentido patriótico del batallón 54 de la Unión en el desarrollo de la guerra civil que configuró los Estados Unidos. Un conglomerado de soldados formado totalmente por negros que supusieron un precedente en ese sentido en la dignificación de los hombres de color tras la abolición de la esclavitud. A partir del mismo y tal y como se señala en la conclusión del film, otros fueron los batallones formados por negros que fueron ya normalizándose en los renacidos Estados Unidos de Norteamérica.
En este caso el mando del mismo lo ostenta el joven coronel Shaw (Matthew Broderick), militar con influencia familiar y de tendencias liberales que apuesta por el adiestramiento de voluntarios de color para formar el destacamento. Esa progresiva implicación con sus subordinados lo sobrelleva con un enorme respeto a las normas militares, que incluso le llevará a tener algún encontronazo con su estrecho colaborador el mayor Forbes (Cary Elwes). Paulatinamente sus hombres van adquiriendo una normalización en el ejército –les proporciona calzado, Shaw se solidariza con ellos cuando les van a dar pagas inferiores a los soldados blancos, les entregan uniformes...-. Y todo ello hasta que este logra que los hagan entrar en acción en una batalla en la que logran salir victoriosos. A partir de ahí y llegado el momento el oficial responsable se brinda para que sus hombres sean los que abran el camino en el asalto a un fuerte que permitiría un notable avance en la guerra contra los sudistas. Una batalla prácticamente suicida y que finalmente no sirvió tácticamente de nada, ya que el fuerte no se conquistó –elemento que por cierto se enuncia muy sibilínamente en una película que se erige en un canto al militarismo disfrazado de alegato racial-.
Lo mejor de GLORY proviene quizá en la batalla que describen los primeros minutos de metraje. Acentuado por el sentido pictórico que proporciona la justamente galardonada fotografía del gran Freddie Francis y en este caso partiendo de la inexistencia de un punto de vista dramático, las escenas iniciales son de una gran credibilidad y crudeza, proporcionando paradójicamente los únicos minutos verdaderamente brillantes del film. Si a ello le unimos la ajustada interpretación del reparto –Broderick sobrelleva con su entrega el aspecto juvenil que va en contra de su personaje, Cary Elwes está acertado al encarnar a Forbes, y Morgan Freeman y Denzel Washington demuestran que ya entonces brillaban con luz propia dentro del firmamento de los actores de color-.
Poco más de esto se puede destacar de estos TIEMPOS DE GLORIA que pretender ser épicos y solo llegan a lo esquemático; que aparentan progresismo y en realidad ofrecen un panfleto militarista de mucho cuidado; que abogan por las formas paisajísticas y finalmente utilizan en demasía el plano corto o el teleobjetivo –por no mencionar las grúas propias de una “gran producción”. La película brinda personajes tan esquemáticos como el propio personaje que encarna Washington; un joven rebelde negro que poco a poco se va enorgulleciendo de ser militar de los Estados Unidos y que sabemos mucho tiempo atrás que morirá portando la bandera de su país en la batalla final o situaciones tan vergonzantes como la forma por la que Shaw logra poner en el frente de batalla a sus soldados (conoce las prácticas delictivas de su superior y opta por no denunciarle y chantajearlo verbalmente para que pueda activar a sus subordinados).
Quedan momentos sueltos de montaje, como esa elipsis final que sucede la llegada del batallón al fuerte –se funden los humos del mismo con el cielo de la mañana siguiente en pleno campo de batalla en una playa-. Pese a todo GLORY es una película en la que la proporción de sus medios está inversamente relacionada con el resultado final. Uno de esos productos claramente comerciales camuflados con ínfulas de solemnidad –a lo que contribuye no poco la altisonante banda sonora de James Horner-.
Calificación: 1’5
4 comentarios
Jorge Quirós -
jorge -
por las guerras
Sandy -
bebè -