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CINEMA DE PERRA GORDA

DR. CYCLOPS (1940, Ernest B. Schoedsack) [Dr. Cyclops]

DR. CYCLOPS (1940, Ernest B. Schoedsack) [Dr. Cyclops]

En la historia del cine fantástico existen aún un número de títulos que gozan de la condición de clásicos o hi“cult movies” pero desgraciadamente muchos aficionados apenas hemos tenido ocasión de presenciar. Para el público español DR. CYCLOPS (1940, Ernest B. Schoedsack) es uno de ellos, ya que no tengo referencias de pases televisivos de la misma ni exhibiciones en festivales de cine. Es por ello que hay que recibir con alegría su emisión en Cinemanía Clásico dentro del ciclo que viene dedicando a la figura de su singular realizador.

Después de contemplar la película, antes que nada habría que destacar su propia existencia como una autentica singularidad dentro del cine fantástico de la época –finales de los años 30 e inicios de los 40-. Siempre he pensado que aún no se ha realizado un estudio en profundidad sobre el género en aquellos años, en el que generalmente se han resaltado las decrecientes producciones sobre los mitos clásicos de la Universal y las generalmente magníficas películas producidas por la RKO por Val Lewton que sirvieron para la demostración del talento de Tourneur y la aventajada puesta de largo de hasta entonces técnicos como Robert Wise o Mark Robson. Sin embargo, hay toda una serie de grandes títulos que escapan a estudios y realizadores concretos, que revelan fundamentalmente una especial inquietud hacia lo sobrenatural dentro de un periodo bélico, tamizada en ocasiones bajo un trasfondo amable o romántico.

En cualquier caso no cabría incluir DR. CYCLOPS en ese muy interesante capítulo, ya que supone un auténtico islote dentro de la ciencia-ficción. Al mismo tiempo es una de las contadas muestras valiosas del subgénero de “humanos menguantes”, que tuvo precedentes en la estupenda MUÑECOS INFERNALES (The Devil Dolls, 1936. Tod Browning), incluso un inolvidable episodio en LA NOVIA DE FRANKENSTEIN (The Bride of Frankenstein, 1935. James Whale). Esta variante tendría una gloriosa continuidad en EL INCREÍBLE HOMBRE MENGUANTE (The Increíble Shrinking Man, 1957. Jack Arnold) –para quien estas líneas suscribe la cima del cine fantástico-. En medio de estos referentes hay que considerar finalmente DR. CYCLOPS como un pequeño cuento de fantasía en el que destaca fundamentalmente su extraño, atractivo y primitivo technicolor dominado por tonos verdosos (fotografía de Winton C. Hoch y Henry Sharp) y la espléndida dirección artística y diseño escenográfico (Hans Dreier y Earl Hedrick) que otorga un singular plus de credibilidad a la película.

Su argumento es bastante sencillo. Tras una secuencia inicial de brillante plasmación visual caracterizada por el uso de sombras intermitentes, conocemos al inquietante biólogo Alexander Thorkel (brillante prestación de Albert Dekker tras una atractiva caracterización). Dos años después este reclama la presencia de un reducido grupo de científicos para que acudan a su inhóspito laboratorio ubicado en plena selva de Perú y le ayuden a descubrir una pequeña cuestión –cuya breve resolución en el film supone una ligereza de guión-. Muy pronto los allí llegados tomarán conciencia de la riqueza del mineral radioactivo sobre el que trabaja Thorkel, hasta que este finalmente decide reducirlos de tamaño –el verdadero objetivo de sus descubrimientos-. Una vez en esa insólita situación estos revelan inicialmente sus miedos, más adelante sus intentos de huída y finalmente su batalla directa contra el doctor, hasta que finalmente logran acabar con él, no sin poder evitar que dos de los disminuidos –el científico más veterano y un lugareño- desaparezcan en la odisea.

Como antes señalaba la principal virtud de DR. CYCLOPS estriba en la magnífica dirección artística y decorados que recrean a la perfección todo tipo de mobiliarios y objetos para que los protagonistas reducidos deambulen por los mismos provocando una sensación de autenticidad y recurriendo en muy pocas ocasiones a transparencias y forillos. Esta circunstancia y la singularidad de sus tonalidades fotográficas unido a una cuidada planificación por parte de Schoedsack, permiten que la película se contemple con agrado, a lo que contribuye en buena medida ese extraño tono naïf que años después volveríamos a encontrar en otras producciones del género como PLANETA PROHIBIDO (Forbidden Planet, 1956. Fred McLeod Wilcox) o LOS 5.000 DEDOS DEL DOCTOR T (5.000 Fingers of Dr. T, 1953. Roy Rowland). Es indudable asimismo que Schoedsack retoma algunos elementos existentes en sus más prestigiosas producciones del género, como son KING KONG (1933) –las diferencias de tamaño que caracterizaban a la bestia a lo largo de su metraje- o EL MALVADO ZAROFF (The Most Dangerorus Game, 1932) –la supervivencia en plena selva perseguidos por un cazador demente-.

En cualquier caso ¿Qué es lo que impide que una película tan aparentemente atractiva como DR. CYCLOPS pueda ser considerado un auténtico clásico del género? Podríamos argumentar diversos elementos pero me quedaría con dos de ellos. En primer lugar la superficialidad de su guión que ahoga casi por completo cualquier reflexión dramática –como si ofrecían los dos títulos señalados de Schoedsack o cada uno de los planos del magistral film de Arnold / Matheson. El otro gran inconveniente bajo mi punto de vista es constatar que pese a una duración que no alcanza los ochenta minutos, la película resulta morosa en su narración, como si su propuesta argumental no diera para mucho y no se explotaran a fondo sus posibilidades cinematográficas.

En cualquier caso y con todas sus limitaciones, es evidente que DR. CYCLOPS es una película que merece ser tenida en cuenta, aunque solo sea como eslabón de un género –la ciencia-ficción-, que no ha tenido tantos títulos de gloria como los numerosos seguidores del mismo quieren hacer ver.

Calificación: 2’5

1 comentario

Federico -

Unas cuestiones:
A las personas reducidas ¿las vistió con pañuelos blancos el propio Thorkel o se vistieron ellas mismas?

Después de la siesta de Thorkel los personajillos estan en el jardín realizando tareas convencionales y con ¡¡otros ropajes!! de tonos más apropiados al Technicolor ¿tanto avanzó la industria textil tras una siesta?

Si Thorkel había estado años manipulado Radio ¿no debería tener alguna secuela fruto de la radiactividad del mineral?

Saludos,

Fdo: Federico López