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CINEMA DE PERRA GORDA

THE TAMING OF THE SHREW (1967, Franco Zeffirelli) La mujer indomable

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Es más que probable que numerosos espectadores y comentaristas miren con maldisimulado olvido un film como el que nos ocupa. Ahí es nada. Está realizado por un refinado hombre especializado en la actividad teatral, caracterizado por su conservadurismo y que en su trayectoria ha filmado títulos ciertamente olvidables... aunque otros merezcan ser resaltados. Por otra parte es esta una producción de la “estrella” Richard Burton, que junto a su entonces esposa Liz Taylor coprotagoniza el film. Ya se sabe... stars al servicio de la prensa del corazón de la época, que si ciertamente auspiciaron algún título olvidable –como si solo estuvieran obligados a participar en clásicos- también fueron los rostros de un melodrama tan memorable como CASTILLOS EN LA ARENA (The Sandpiper, 1965) –para quien esto suscribe quizá la cima del arte de Vincente Minnelli-.

Son ambos motivos sobrados para que un espectador o comentarista perezoso sienta la tentación de mirar hacia otro lado a la hora de contemplar esta adaptación shakesperiana de “La Fierecilla Domada”, so pena de ser acusado de perder el tiempo en causas “frívolas”. Para los que entren en ese grupo he de decirles que lo siento por ellos, ya que LA MUJER INDOMABLE (The Taming of the Shrew, 1967. Franco Zeffirelli) es no solo una espléndida adaptación shakesperiana, un placer para los sentidos, una divertidísima comedia y una fábula moral que sabe trasladar la sutileza –y la aparente grosería- del original que le sirve de base, ofreciendo un resultado en el que su esteticismo está trabajado con verdaderos tintes de nobleza. Es más, la considero muy superior a la apreciable y generalmente más valorada ROMEO Y JULIETA (1968), que creo abusaba de ciertos efectismos técnicos –teleobjetivos y zooms- en modo alguno propios del aliento trágico de dicho film.

THE TAMING OF THE SHREW se inicia con la llegada a la Papua del siglo XVI del joven noble Lucentio (Michael York), acompañado de su fiel sirviente Tranio (Alfred Lynch). En la localidad italiana se celebra una misa que repentinamente –hermosa transición visual y estética- se convierte en el marco del carnaval. En medio del frenesí de los sentidos Lucentio advierte sobre la belleza de una joven –Bianca (Natasha Pyne)-, que desea convertir en la mujer de sus sueños. Con este inicio nos adentramos en la conocida comedia shakesperiana y la misma nos lleva hasta la familia de Baptista (Michael Hordern), quien anuncia que hasta que su hija primogénita Catharina (Liz Taylor) –una joven antipática y nada sociable- no sea desposaba, no otorgará permiso para que su hija menor Bianca pueda contraer matrimonio.

Todo ello no es más que el preámbulo para la llegada de Petruchio (Richard Burton), un caballero de Verona sumido en la pobreza quien logra casarse casi por la fuerza con Catharina e intenta sobre todo “domesticar” su agresiva personalidad para así adueñarse de su dote. Al mismo tiempo la aparentemente irascible esposa revelerá en no pocos instantes tanto su cariño al brusco esposo como que realmente ella es quien controla el juego de la pareja. Como una adelantada “guerra de los sexos” se desarrolla a divertidos trazos de comedia bañada de contrastes y sensualidad en la que cabría destacar fundamentalmente la enorme viveza con la que se trata una época pretérita. Al mismo tiempo logra plasmarse a la pantalla el deliberadamente grosero sentido del humor presente en la obra del dramaturgo inglés.

THE TAMING OF THE SHREW funciona a muchos niveles, pero en el propiamente cinematográfico cabría destacar de forma muy especial su dinamismo en la disposición de los actores dentro de su formato panorámico en una cámara que al mismo tiempo se adapta a sus movimientos. La película de Zeffirelli es también enormemente divertida, tanto en sus diálogos repletos de ironía como en la hilaridad de diversas de sus secuencias –pienso en estos momentos en la de la boda de Catharina y Petruchio-. Con ello no solo demuestra respeto sino una enorme vivacidad con respecto al sentido del humor de Shakespeare –mucho mejor que el posterior Kenneth Brannagh de MUCHO RUÍDO Y POCAS NUECES (Much Ado Abouth Nothing, 1993)-. De forma paralela el toscano Zeffirelli se muestra especialmente diestro en el contraste del ambiente colorista de Papua, los irreales exteriores campestres –que de alguna forma potencian la vertiente teatral de la obra original-, y la sobriedad del castillo en Verona de Pertruchio –que se inundará al poco de la sensibilidad que en ella aplica la hasta entonces arisca Catherine-. Es innegable señalar que para ello cuenta con la inapreciable colaboración del gran operador inglés Oswald Morris quien sabe trasladar a la imagen la excelente gama cromática finalmente plasmada. Las imágenes de THE TAMING OF THE SHREW insuflan una enorme credibilidad en su sentido literario y aplica en su ambientación la estela de títulos como el magnífico TOM JONES (1963, Tony Richardson) o incluso más cercanos o casi coetáneos como la brillante EL BAILE DE LOS VAMPIROS (The Fearless Vampire Killers, 1967. Roman Polanski), con las que comparte una plasmación plástica de época cuidada y creíble combinada con un argumento de comedia.

Y en toda adaptación shakesperiana que se precie en su acierto, es obvio que en ella la presencia de los actores ha de ser indispensable. Creo que ni los más acérrimos detractores de Franco Zeffirelli pueden ocultar su maestría en la materia, evidenciada en una prestigiosa trayectoria teatral. En esta ocasión se pone de manifiesto –y este es un ejemplo en el que resulta indispensable contemplar la versión original-, la extraordinaria labor que manifiesta todo su reparto, comenzando por la excelente pareja protagonista, pero que se extiende a todos los componentes del cast, de entre los que no se puede dejar de destacar a un inmenso Michael Hordern que logra acaparar la atención del encuadre en cuando aparece en el mismo con un sentido de la ironía y la mirada realmente incomparable –algo de ello cabría señalar igualmente de la prestación de Cyril Cusack-. Pero esa destreza de Zeffirelli cabría enmarcarla en la utilización del habitualmente empalagoso Michael York. Acertadamente el realizador utiliza su innegable dote escénica modificando su aspecto blando y encuadrándolo en escasísimas ocasiones en primer plano. Con ello logra del entonces joven intérprete una de sus mejores labores cinematográficas, precisamente casi en la que suponía su debut.

Con un ritmo ágil y dinámico, respetuosa con el origen que le sirve de base y al mismo tiempo plenamente integrado en un periodo en el que la comedia cinematográfica estaba en pleno apogeo, THE TAMING OF THE SHREW es el ejemplo de un gran espectáculo servido a la pantalla con inteligencia, buen gusto, sentido del humor, un notabilísimo bagaje cultural, un espléndido equipo profesional y, fundamentalmente, bajo la batuta de un gran esteta que sabía lo que se hacía con un carácter cercano a la maestría.

Calificación: 4

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