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CINEMA DE PERRA GORDA

DIE TAUSEND AUGEN DES DR. MABUSE (1960, Fritz Lang) Los crímenes del Dr. Mabuse

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Creo que el paso del tiempo ha sabido ubicar en su justo lugar el conjunto de la obra de Fritz Lang –por encima de que cada aficionado tenga en su aprecio general preferencia por unos u otros títulos, en ocasiones con elecciones poco consensuadas-. En cualquier caso estamos lejos de ver como una película como LOS CRÍMENES DEL DR. MABUSE (Die Tausend Augen des Dr. Mabuse, 1960) podía provocar tal rechazo en el momento de su exhibición en el Festival de Berlín 1961 por parte de algún comentarista de la desaparecida revista “Film Ideal”. Con el paso de las décadas otros críticos ubicaban esta involuntariamente la obra póstuma de Lang como una conclusión digna de su obra y una de sus obras maestras. En esta tesitura y partiendo del hecho de mi admiración incondicional de la obra del maestro vienés he de decir que aunque me encuentre mas cerca del segundo enunciado que del primero, sinceramente veo esta última andadura cinematográfica del Dr. Mabuse por parte del realizador –otros retomaron al parecer con escasa fortuna dicho personaje- como una buena película, por momentos estupenda, en la que se reúne buena parte de los postulados éticos y estéticos de su obra, pero no puedo considerarla jamás como una obra maestra.

Tampoco es necesario que lo sea para poder apreciar esta producción rodada en su triste retorno a Alemania –en donde previamente dio vida el excelente díptico EL TIGRE DE ESNAPUR / LA TUMBA ÍNDIA (1959), que él rodó inicialmente como si fuera un solo film-, en la que Lang fundamentalmente muestra una estructura típica del film de serial –ya los propios títulos de créditos con esos ojos enseñoreándose sobre el perfil nocturno de la ciudad nos adentran en ello-. A partir de allí retoma situaciones e incluso secuencias heredadas de anteriores films suyos, como la propia del asesinato de un periodista mientras conduce, en una situación retomada expresamente del la lejana EL TESTAMENTO DEL DR. MABUSE (Le testament du Dr. Mabuse, 1933). Igualmente en su metraje se ahondará hasta extremos increíbles en su denuncia extremada en las películas americanas de los años 50 sobre una sociedad en la que cada individuo se ve sometido a constante vigilancia –esas pantallas que vigilan cada movimiento de los personajes del Hotel Luxor-, e incluso se reiteran tiroteos –como los que se producen en los últimos minutos de la película- y situaciones –el intento de asesinato de Marion (Dawn Adams) que recuerda aquel célebre momento de LOS SOBORNADOS (The Big Heat, 1953) en el que Lee Marvin tira líquido hirviendo sobre el rostro de Gloria Grahame.

En esta ocasión el argumento del film finalmente nos revelará la continuidad de la obra de Mabuse en la figura de su hijo, nuevamente hábil en el disfraz y en los diabólicos planes, intentando apoderarse de las fábricas de armamento de un millonario americano –Henry (Peter Van Eyck)-, y que tiene su sede en los sótanos del Hotel Luxor, en donde se construyó todo un entramado diseñado por el propio dr. Goebbels en la época nazi. Como se puede comprobar las posibilidades de la película son interesantes, y en ellas no falta un adivino ciego que tiene su marco de actuación en un suntuoso y sorprendente decorado y toda una galería de personajes en los que jamás se puede uno fiar de las apariencias.

LOS CRÍMENES DEL DR. MABUSE destaca por la audacia de su montaje –quizá el elemento narrativo que más fuerza proporciona al discurrir del film-, en el que la concatenación de situaciones tiene un ritmo y una coherencia evidente. Al mismo tiempo esa obsesión de Lang por la falta de respeto de la intimidad de las personas producto de la negativa evolución de la sociedad y la fascinación sobre el control de nuestros semejantes, tiene quizá el máximo exponente de toda la obra del gran director en ese fascinante momento en el que Henry contempla a través del falso espejo de una habitación a Marion, dejando entrever la existencia del vouyeur que en todos nosotros anida –subrayado además al contemplar la satisfacción de la joven al recibir las rosas que este le ha enviado-, por más que instantes después prevalezca en él la apariencia de la corrección y la ética al violentar las lágrimas de ella momentos después.

Destacaría en esta película igualmente la brillante utilización que se hace del físico y el aparente drama interior de Marion –de la que esos primeros planos de su secuencia de aparición en su intento de suicidio son quizá uno de sus ejemplos más notables-; la sagacidad de ese aparente agente de seguros que intuye la falsa ceguera de Cornelius (Wolfgang Preiss) y obviamente la movilidad que la cámara demuestra en todo momento, contrastando con la austeridad inherente a su obra y en la que la adecuación y utilización de escenarios y decorados son más que evidentes –desde los pasillos del hotel hasta la arquitectura diseñada en el hall del mismo-.

Podríamos detenernos en numerosos detalles de esta brillante película que lamentablemente supuso el canto de cisne de un Fritz Lang que aún tenía bastantes cosas que decir mediante la cámara. Sin embargo no sería justo omitir en este comentario aquellos detalles que me impiden otorgar un mayor rango a esta última aventura fílmica del gran cineasta alemán. Se trata de ciertas incongruencias o detalles de descuido que sorprenden viniendo de quien vienen, acostumbrado a su habitual perfeccionismo. Uno de ellos lo ubicaría en la sesión de astrología / espiritismo que convoca Cornelius. De repente en la misma llueve y suenan truenos en el exterior (su presencia se me antoja ficticia). Al mismo tiempo la reclusión en el sótano de Henry y Marion apenas posee credibilidad –se les encierra en la misma sala en donde está ubicado todo el sistema de pantallas-. Ello sin mencionar la torpeza con la que Gert Fröbbe –el inspector Kras- proporciona unas llaves de judo a uno de los maleantes. La abundancia de descuidos de ese tipo –por más que nos encontremos en una película claramente caracterizada por retomar la estructura del serial-, bajo mi punto de vista resta homogeneidad a un conjunto por otra parte siempre interesante y que además se degusta con verdadero interés. Al margen de ello, sus contenidos alberguen esa audacia narrativa y temática que siempre fue un poderoso estilema de la obra langiana y en esta ocasión supusieron su obra póstuma, quince años antes de su muerte en 1976.

Calificación: 3

2 comentarios

santi -

he visto las dos peliculas de lang de 1922 dedicadas a este inquietante malefico y misterioso personaje, obras maestras indiscutibles del expresionismo aleman y de este gigante , la pelicula de 1933 es otra increible pelicula donde no sobra ni falta nada
evidentemente la ultima pelicula de este tremendo cineasta , no podria llegar a mi juicio insuperable nivel de sus antecesoras , pero es una entretenida y interesante pelicula , que no termine de entenderla , yo creo que el genio vienes trato un pelin de confundir al espectador , como en otras , no obstante , aunque no sea su perfecta y impactante pelicula de 1933 se ve con agrado

J. P. Bango -

Es una película magnífica; un digno y lúdico colofón a una filmografía marciana sometida a los rigores de la incomprensión y el desarraigo.

Es el Family Plot de Fritz Lang...