ZULU (1964, Cyril Endfield) Zulu
Antes de entrar en el análisis de sus considerables cualidades, si hay una estampa que logre proporcionar ZULU (Zulú, 1964. Cyril Endfield) a la historia del cine de aventuras, es el brillo crepuscular y el contraste de las casacas rojas de los uniformes británicos, con el cálido cielo azul de Sudáfrica. Dejando estas puras cuestiones míticas, cierto es que con el paso de los años el film de Endfield se ha erigido como un clásico del género de aventuras rodado en la década de los sesenta, abriendo con su éxito un efímero resurgir del cine colonialista que tendrá entre otros destacados ejemplos posteriores la interesante KARTHOUM (Kartum, 1966. Basil Dearden) o THE CHARGE OF THE LIGHT BRIGADA (La última carga, 1968), una de las realizaciones menos logradas de la brillante trayectoria del hoy olvidado Tony Richardson. En todos estos ejemplos se apostará por una visión renovada sobre este tipo de cine, abandonando cualquier aliento épico que caracterizaban las muestras de este subgénero producidas décadas atrás. En su oposición, ZULU se brinda como un relato claustrofóbico, mostrándonos en sus primeros instantes –ubicadas en 1879- una larga panorámica que describe el gran número de bajas de las fuerzas británicas provocado por los zulúes. En apenas unos pocos planos generales queda expresada la amplitud de la derrota y la celebración por parte de los guerreros nativos ante esta victoria militar. Entre ellos se encuentran el reverendo Witt (Jack Hawkins) y Margarita (Ulla Jacobson), ambos de alguna manera implicados con ellos, ya que sus jefes han decidido incorporarse a su misión, mientras que en la ceremonia de boda la joven queda turbada ante la franca sexualidad mostrada por las mujeres de la tribu en el frenesí de sus danzas. Ambos personajes acudirán al destacamento instalado en Rorke’s Drift para informar del ataque que están a punto de sufrir por parte de unos zulúes enardecidos por su victoria. Allí se producirá de inmediato el choque entre los tenientes Chard (Stanley Baker) y Bromhead (Michael Caine). Los dos con personalidades bien diferentes que se traducen en sus divergencias al asumir la planificación de la lucha en guerra. Los dos militares protagonizarán desde el principio sus mutuos recelos, pero más adelante las discrepancias quedarán de lado, sin olvidar su visión opuesta de la vida militar. Por otra parte, la primera mitad de la película se caracteriza –por lo general con acierto y precisión, aunque no falten aspectos un tanto premiosos- en la descripción del amplio capítulo de personajes que forman el destacamento y se disponen a recibir el ataque. De entre ellos destacará la extraña actitud del reverendo Witt, quizá contagiado de la magia y sensualidad de los nativos y en cierto modo arengando en el desánimo de las tropas ante su futura destrucción.
La segunda mitad de ZULU es bastante más lograda que la precedente, describiendo un notable crescendo dramático al tiempo que destacando en el vigor narrativo demostrado en las secuencias dedicadas a los combates del destacamento y la enorme cantidad de zulúes –se trata de un combate entre cuatro mil de ellos y apenas un centenar de británicos-. En estos fragmentos se ofrece un especial gusto por el detalle, como el plano del saco de trigo que está ubicado como barricada y que es traspasado por una bala; el trigo cae después de caer el soldado atacado por la bala. Instantes después, otros militares se desplomarán unos encima de otros. Esa bien dosificada progresión dramática, posibilita una excelente media hora final, que puede destacarse como uno de los fragmentos más brillantes legados por el cine aventuras de su tiempo. Ya en los primeros compases Chard había dicho comprobando un tronco podrido de madera: “las hormigas lo invaden todo”, vaticinando quizá esa sensación de vulnerabilidad que su ejército iba a manifestar ante los combates de la ingente masa de zulúes. Pese a contar con la ayuda de un guía residente en la zona que informa a los británicos –y al espectador- de sus costumbres de guerra, la inferioridad manifiesta será un lastre que hará que estos se den prácticamente por vencidos y casi sientan en sus carnes el hecho inevitable de ser victimas de una aniquilación masiva. A pesar de la inminencia de la debacle se sucederán las secuencias de batalla, las estratagemas de evasión –como esa angustiosa huída de la casa que ha ejercido de hospital horadando sus paredes de adobe- y las tácticas de contraataque, que son mostradas con enorme convicción cinematográfica. Esa rabia provocará en una última y desesperada decisión el brutal ataque de los británicos, que culminará con una masacre de centenares de nativos, acumulándose sus cuerpos y formando un espectáculo desolador que superará cualquier previsión tanto de Chard como Bromead. Llegado el momento cumbre, y cuando una última aparición de los zulúes –rodeando de forma espectacular al pequeño contingente de británicos atrincherados- anuncie el augurio de que van a ser aniquilados, estos danzarán a su alrededor –en una secuencia espléndida- llamándoles valientes guerreros, y con su inesperada acción ratificando la inutilidad de la masacre cometida apenas horas atrás. En los momentos finales, y mientras los británicos van recogiendo sus enseres, una voz en “off” revela las altas condecoraciones concedidas por la corona británica a una serie de oficiales supervivientes, premiando su extremo valor en el combate. Pese a ello, los semblantes de Chard y Bromhead seguirán mostrando su estupefacción ante la carnicería perpetrada.
Al margen de estas cualidades fílmicas, ZULU destaca por su sentimiento telúrico, la expresión de momentos terribles en plano fijo –esa tensión que se respira instantes antes del previsible ataque final de los nativos-, el uso de una narrativa clásica -predominio de planos generales, panorámicas amplias…- y, sobre todo, por no permitir que el discurrir de la historia se apoye en el discurso, optando por el contrario dejar que las propias imágenes sean las que “hablen” al propio espectador. Y lo que estas muestran cabría ser resumido en una educación militar y social que aboga irracionalmente al obedecimiento hasta la muerte y provocando igualmente la muerte. Pese a esos ya señalados pequeños episodios farragosos, ZULU puede definirse como una magnífica película donde destaca la perfecta labor de todo su reparto –en el que el vigoroso Stanley Baker ejerció asimismo las labores de producción y en donde Michael Caine logró por vez primera destacar en la gran pantalla-, que contiene episodios deslumbrantes ubicados en una media hora final que ejerce como perfecta catarsis, narrada con una notable serenidad y un sentido de la aventura –esta de carácter lúgubre- quizá ya casi perdido en el cine de aventuras de nuestros días. Quizá no se trate de una obra maestra –como sí lo fueron en aquellos años SAMMY GOING SOUTH (Sammy, huída hacia el sur, 1963) y A HIGH WIND IN JAMAICA (Viento en las velas, 1965), ambas de Alexander Mackendrick. Ni siquiera llega a la excelencia del posterior film de Endfield, el menos conocido pero extraordinario SANDS OF THE KALAHARI (Arenas del Kalahari, 1965), pero sí aparece como una película que sobrevive con fuerza inusitada casi medio siglo después de ser realizada.
Calificación: 3’5
8 comentarios
lalo salmac -
paco -
Gracias -
Y ya que estoy aprovecho para preguntar por otra, es nueva de los 90 en adelante seguramente, la temática es otra muy diferente y recuerdo que se trata de dos chicos y uno con problemas de conducta pero por ser menor no le pueden hacer nada, y al final termina incendiando su propia casa y se ven imágenes de unos dibujos adentro del placard. Uno de los chicos es rubio y el otro es morocho (el de beuna familia seria) . Agradecería si concoen el nombre de la película por favor lo posteen.
Gracias nuevamente.
Saludos.
respueta -
pregunta -
Una vez vi una película y nunca supe como se llama.
Y hace poco vi ésta y la recordé y me dio curiosidad conocer el nombre de la otra.
La imagen que me acuerdo eran soldados con los mismo uniformes y gorros que la película Zulu y resistían un ataque desde el otro lado de un puente colgante.
Si conocer el nombre no duden en postearlo, muchas gracias.
Artemio Milla Gutiérrez -
jose luis -
Fernando Gamero -