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CINEMA DE PERRA GORDA

FÄNGELSE (1949, Ingmar Bergman) Prisión

FÄNGELSE (1949, Ingmar Bergman) Prisión

Sexto título en la filmografía de Bergman, para bastantes comentaristas FÄNGELSE (1949) –PRISIÓN en España- pasa por ser su primer título realmente personal. La presencia de una temática inicialmente centrada en el propio mundo del cine y la querencia por inquietudes religiosas y metafísicas son elementos que quizá hayan confundido a algunos a la hora de otorgar dicha etiqueta a esta atractiva pero bastante irregular película. Sinceramente, y ya cuando he podido visionar varios de estas obras iniciales, me sigo quedando con el que supuso su debut –CRISIS (Kris, 1946)-, rodada simplemente como un encargo pero finalmente dotada con una intensa y sobria puesta en escena que tardaría años en volver a manifestarse nuevamente en su periodo inicial.

Un viejo profesor que ha salido de un manicomio se encuentra con un amigo director de cine –este se encuentra en pleno rodaje-, planteándole la realización de una película basada en el infierno y el -a su juicio-, reinado que ejerce el diablo sobre la vida en la tierra –para ello desplegará unos impecables razonamientos que incitarán a la reflexión a quienes le escuchan asombrados-. A partir de ese planteamiento se nos muestran los personajes sobre los que se va a desarrollar esta extraña historia. Se trata de Thomas (el habitualmente brillante y atormentado Birger Malmsten), su compañera Sofi (Eva Henning), la joven y prematura madre Birgitta (Doris Svedlund) y su novio Martin, dominado por su posesiva hermana. Es precisamente al introducimos en la interrelación de estos cuatro personajes cuando una voz en off nos relata directamente los créditos de la película. Una singular argucia narrativa que sin duda, bastante tiene que ver en la especial consideración de esta película. En este plano vemos el caminar de Birgitta hasta llegar a la casa de su novio, donde da a luz siendo aún menor de edad, aspecto por el que la hermana de este pretende hacer desaparecer al recién nacido. La joven huye y se reunirá casualmente con Thomas, quien ha planteado poco antes a su compañera el suicidio de ambos, y ha recibido de esta como respuesta un golpe en la cabeza para hacerle desistir de sus propósitos. Los dos atormentados personajes inician una extraña relación prácticamente de ayuda en su desamparo y soledad, y en la que tanta importancia cinematográfica tienen esas confesiones de ambos en primer plano que se dirigen casi de forma directa al espectador.

Birgitta incluso sufre pesadillas, desarrolladas en indeterminados exteriores dominados por la niebla y en la que los hombres figuran ser tétricos árboles, anunciando en su disposición presagios nada optimistas. En un momento determinado en el que Thomas y la joven se encuentran juntos, este encuentra un pequeño proyector cinematográfico sobre el que miran la película cómica que contiene, en una historia presidida por la figura de la muerte y el demonio –otra secuencia que unido a su hipnótico atractivo sin duda contribuyó a la aparente fascinación por la película-. Birgitta regresa junto a su novio –que ha hecho desaparecer a su recién nacido matándolo- y es recibida por un siniestro individuo que llega a dañarla físicamente. Humillada y hundida, descenderá hasta el sótano donde se suicidará, provocando el horror y arrepentimiento de Martin.

Sin duda, FÄNGELSE es una película en la que está muy cercano el aroma del sufrimiento y la inevitable llegada de la muerte. La misma puede verse como un retrato psicológico de carácter coral pero al mismo tiempo como una demostración bastante contundente –aunque francamente irregular- del mundo visual y temático de su autor, que experimenta con aquellos instantes de tonalidades tan cercanas al cine fantástico que Bergman aplicó durante toda su obra. Es indudable a este respecto, que tanto su prólogo como el epílogo han propiciado esa especial consideración general quizá con demasiado entusiasmo. Es así como esos instantes iniciales están pregnados por la capacidad de reflexión en el diálogo del viejo profesor y sus constantes apuntes metafísicos mientras que su final, caracterizada por su negrura existencial, confirma la negación de Dios por parte de todos los presentes en esa sala de rodaje; se apagan las luces del estudio y el film culmina de forma abrupta.

Al mismo tiempo FÄNGELSE proporciona en su cercana mirada hacia el cine, un momento magnífico. Es aquel en el que los dos galanes de la película que se rueda tienen un diálogo en una barca simulada y con fondo marítimo simulado. Una visión del artificio del lenguaje cinematográfico que se adelanta bastantes años a la ofrecida posteriormente por Jerry Lewis en UN ESPÍA EN HOLLYWOOD (The Errand Boy, 1961).

Calificación: 2’5

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