LOVE ME TENDER (1956, Robert D. Webb) Ámame tiérnamente
Sin lugar a dudas, una de las mayores lacras que todo aficionado al cine de la segunda mitad de los cincuenta y primeros sesenta tenía que asumir, era de una forma u otra soportar la presencia de Elvis Presley como actor –al menos, eso se aseguraba-. Y no se trata de sus comedias musicales en las que las recetas ya estaban hechas. Quizá habría que sortear las –pequeñas pero estimables- cualidades de aquellos primeros títulos en los que la presencia de Presley como intérprete al menos se buscó tuviera una cierta integración con el cine de la época, incidiendo además de su capacidad de rebelde finalmente inocuo. Como quiera que tampoco es cuestión de destacar en demasía ese argumento que esgrimimos los contrarios a Presley incluso en su faceta de cantante, nos centraremos en los rasgos que –atendiendo a este enunciado- ofrece LOVE ME TENDER (1956, Robert D. Webb) –en España AMAME TIÉRNAMENTE-.
La película se inicia en los últimos instantes de la Guerra Civil norteamericana. Sin saber de ese final, los hermanos Reno roban la valija que contenía la paga a los soldados y se disponen a repartir el botín y reintegrarse a la vida diaria tras perder en su lucha y varios años implicados en esta guerra. El cabecilla del grupo es Vance (Richard Egan) que ansía llegar a su casa para lograr finalmente casarse con la que ha sido su novia –Cathy (Debra Pager)-. Sin embargo a su llegada muy pronto comprobará como todos lo han dado como muestro, hasta llegar a la evidencia de que Cathy se ha casado con Clint (Elvis Presley), el hermano menor de Vance, al tener la certeza escrita de que este había fallecido.
La situación de convivencia se revelará tensa para los tres personajes implicados, logrando Vance la suficiente lucidez para anunciar su huída de allí. En cualquier caso ese deseo no se podrá concluir puesto que llegan representantes del nuevo gobierno reclamando el dinero que robaron. Los hnos. Reno serán detenidos y llevados esposados en tren para intentar lograr recuperar ese dinero, y cuando Vance se muestra receptivo ante la oferta que le ofrece el agente Siringo (Robert Middleton), estos son rescatados en pleno viaje en tren por parte de los antiguos compañeros de andanzas de Vance.
A partir de ahí se iniciará un recorrido “de fuegos cruzados”, en el que incluso se integrará en calidad de marido celoso e influenciable el joven Clint. Por un lado se marcará la lucha de Vance y sus hermanos por entregar el botín a Siringo, Clint cree haber sido engañado al hacer caso de las intencionadas bravatas que le han ido planteando los antiguos compañeros de su hermano. En cualquier caso el enfrentamiento está asegurado, y con tintes trágicos en la figura de Clint, que finalmente aún reconocerá su error, y con cuya muerte servirá para que Vance y Cathy puedan retomar una relación que viene de tiempo atrás.
En cualquier caso, hay que decir que ÁMAME TIÉRNAMENTE no es más que una mezcolanza entre el western y el melodrama sureño, que si hay que definirla de alguna manera es por su apergaminado trazado. Un recorrido lleno de convenciones del género, mucho mejor utilizadas en otras muestras del mismo y en el que hay que constatar lamentablemente el desaprovechamiento que se ofrece a la figura del desarraigado –especialmente representado en el personaje de Vance-, un elemento que en títulos clásicos del género suponía la entrada de la evocación –recordemos el Ethan Edwards de CENTAUROS DEL DESIERTO (The Searchers, 1956. John Ford)-.
Si que es cierto que LOVE ME TENDER alcanza una cierta temperatura narrativa durante el episodio en que los hermanos son capturados –tras la fiesta benéfica- y llevados esposados en el tren, donde Vance escucha la interesante propuesta de Siringo. Una idea que prende en la mente de este, pero que queda frustrada por el intempestivo rescate que viven a cargos de sus antiguos compañeros de lucha bélica. Esos minutos y la singularidad de encontrar un film en blanco y negro encuadrado en Cinemascope, son elementos que configuran las mayores virtudes de un título ciertamente escaso en alicientes.
Y es que unido al despliegue frío de tópicos y lugares comunes, hay que destacar el desaprovechamiento de presencias como la de Debra Pager –nunca su presencia en pantalla tuvo menor sensualidad-. Pero no hay que darle más vueltas a la película; su único interés estaba centrado en ofrecer su puesta de largo como intérprete, al tiempo que lograr que su meliflua Love Me Tender se convirtiera en una de las canciones más populares de la segunda mitad de los cincuenta. Ciertamente lo consiguieron, pero no lograron lo mismo al intentar que Presley al menos lograra un trabajo esforzado. Nada de eso; comprobar sus torpes expresiones de furia en la parte final y cuando se siente marido celoso, provocan la hilaridad. Pero al mismo tiempo Presley nos atormenta con la presencia de cuatro canciones –al menos fueron menos de lo que luego sería habitual-, eso sí, integradas en la película de dos en dos, con una increíble integración en el periodo histórico en que se desarrolla la película y, lo que es más risible, en una de ellas se contonea y provoca los gritos histéricos de sus fans ¡¡¡en pleno Siglo XIX!!!
Elvis Presley era ya un mito –prefabricado, eso si-. Y la película no podía culminar fácilmente con la muerte de su personaje. Es por ello que cuando su familia se marcha de su tumba, sonarán de nuevo los compases de Love Me Tender, mientras en el lado derecho del encuadres se sobreimpresionará la imagen del “mito” en plena labor cantarina. Sin duda, una conclusión casi autoparódica para una película que se filmó para lo que todos sabemos, y con mediocre resultado.
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yayoo -