NO TIME FOR LOVE (1943, Mitchell Leisen) No hay tiempo para amar
Prolongando una trayectoria lo suficientemente sólida y exitosa dentro del ámbito de la comedia, Mitchell Leisen acomete con NO TIME FOR LOVE (1943) –en España traducida literalmente NO HAY TIEMPO PARA AMAR-, una nueva vuelta de tuerca en la fórmula de la comedia screewall, para lo cual retomó un guión del experto comediógrafo Claude Binyon, y utilizando una pareja de intérpretes ya especializados en el género y con los que Leisen había trabajado ya en diversas ocasiones. Evidentemente, con unos ingredientes tan sólidos, la experta mano del realizador y lo favorecedor del look de la Paramount, era casi imposible que el resultado no fuera positivo. Aún así hay que reconocer que pese a ser un título francamente agradable, en sus costuras se deja entrever cierto desgaste de unas fórmulas que ya acusaban una reiteración de modelos que ciertamente poco podían aportar ya de nuevo a un género que se agotaba en sus fórmulas.
Katherine Grant (Claudette Colbert) es una fotógrafa artística que lleva en jaque el responsable de un magazine de Nueva York. Como ella es la amante de su director no tiene más remedio que aceptarla pese a que su modo de realizar las imágenes difieren notablemente del criterio de la publicación. Para intentar que ella se adapte a las necesidades de la misma el redactor jefe la manda a realizar un reportaje en la obra subterránea que están realizando unos obreros bajo el río Hudson para lograr configurar unos túneles. Allí la fotógrafa provoca con su presencia el alboroto de los trabajadores –que señalan que su presencia es un augurio de mala suerte-, aunque finalmente logre salvar la vida de Jim Ryan (Fred MacMurray), uno de los ellos. En su marcha, Katherine se deja en el subsuelo parte de su equipo fotográfico. La inesperada publicación de algunas de las fotos en las que Ryan está trabajando, provocan una suspensión de empleo y sueldo de este, quien visita a la fotógrafa para entregarle el elemento que se había dejado y al mismo tiempo mostrarle su queja por lo sucedido.
Su evidente rudeza no impedirá que ella se sienta atraída hacia él y le ofrezca un empleo de ayudante. A partir de ahí se iniciarán diversas andanzas entre ambos que pondrán de manifiesto la evidente disparidad de su educación y modales. Sin embargo y pese a estas divergencias se irá desarrollando una mutua atracción que se interrumpirá precisamente en el momento en el que ambos se sinceraban en sus sentimientos. La inoportuna intervención de la hermana de ella provocará que tras la brusca ruptura de ambos, Jim retorne a la obra. Allí intentará poner en practica una nueva máquina que impida la proliferación de lodos que han puesto a prueba la continuidad de la culminación del túnel. Katherine asistirá como reportera gráfica a la presentación de esta nueva máquina y logrará esconderse y ser testigo involuntaria tanto de su eficacia como de la repentinas aparición de nuevos lodos. A consecuencia de estas inundaciones de barro el ayuntamiento suspenderá las obras, pero la fotógrafa logrará demostrar la eficacia de la máquina creada por Jim, aunque las pruebas ante las autoridades se encuentren en las fotografías que ha logrado hacer y que se han quedado encerradas entre los barros en la zona de pie de obra. Acompañada por el atildado Roger (Richard Haydn) arriesgará su vida logrando regresar hasta el peligroso recinto y recuperando las fotos que le permitirán persuadir a las autoridades municipales de la eficacia de la nueva maquinaria. Ha pasado cierto tiempo; Jim es el encargado de la continuidad de ese túnel y Katharine se va a prometer en matrimonio con su antiguo amante, el director del magazine. La sincera relación que mantuvieron la fotógrafa y el antiguo obrero ha sido pasto del olvido. No obstante la intercesión de Roger demostrará que realmente la misma estaba solamente adormecida por el resentimiento.
NO TIME FOR LOVE tiene un inicio muy ingenioso. Sus títulos de crédito se ubican sobre las placas y posteriores revelados fotográficos que realiza la que pronto veremos es la protagonista. A continuación se enlaza con rapidez con el primer punto de conflicto de su personaje, elemento que implica al espectador a interesarse por lo visto. Evidentemente, la película de Leisen se centra en la clásica “guerra de los sexos” y, muy especialmente, en la confrontación de entornos sociales –el refinado de la fotógrafa y el rudo del obrero-, sobre los que girarán la mayor parte de elementos de confrontación que se sucederán en la historia.
Es precisamente en ello donde evidenciamos el desgaste de una forma de entender el género que ya muestra su debilitación. Más allá de ello es innegable la capacidad como realizador de Leisen, la utilización dramática que proporciona a los espejos –es uno de los rasgos estilísticos más evidentes de su cine-, la existencia de secuencias brillantemente dotadas de timming cómico o la aportación de instantes en donde la intensidad melodramática dotan a las imágenes de gran sinceridad –el instante en el que los dos enamorados expresan lo que sienten el uno por el otro dentro del auto aparcado, sin duda el momento más brillante de la película-. En cualquier caso, creo que los detalles más singulares de esta comedia se centran por un lado en la presencia de elementos directamente heredados del cartoon -el sueño erótico de Katharine en el que se ve protegido por un superhéroe con el aspecto de Joe-, o en detalles directamente tomados del slapstick –la secuencia en la que el obrero en calidad de ayudante fotográfico provoca sin cesar al estúpido campeón culturista que va posar ante una sesión de fotos artísticas, secuencia esta bajo mi punto de vista demasiado alargada y desequilibrada-. Junto a lo anterior, no cabe olvidar las poderosas alusiones sexuales que la película plantea en clave de comedia, como la equiparación de la rudeza de Joe a una vulgar silla o ese momento desarrollado durante las inundaciones de lodo en los subterráneos de la obra –unos instantes perfectamente desarrollados a nivel de producción y puesta en escena-, en los que de alguna manera nuestra protagonista prácticamente se “arrastrará por el barro”, en un claro simbolismo sexual.
En definitiva, NO TIME FOR LOVE deviene finalmente una simpática pero previsible comedia, poco conocida en nuestros días, que ratifica la maliciosa dotación de Leisen dentro del género, y al mismo tiempo nos anuncia que las fórmulas que tantos grandes títulos proporcionaron años atrás de alguna manera habían tocado fondo en su eficacia. El propio realizador sería consciente de ello en su evolución posterior, y siempre teniendo en cuenta su condición de privilegiado asalariado de la Paramount.
Calificación: 2’5
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Feaito -