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CINEMA DE PERRA GORDA

THE BOURNE SUPREMACY (Paul Greengrass, 2004) El mito de Bourne

THE BOURNE SUPREMACY (Paul Greengrass, 2004) El mito de Bourne

Soy consciente que quizá a la hora de expresar mis impresiones al valorar THE BOURNE SUPREMACY (El mito de Bourne, 2004. Paul Greengrass me encuentre en franco desacuerdo con la mayor parte de los espectadores y comentaristas que pronto defendieron este tan astuto como mediocre producto cinematográfico. Como se puede deducir de estas afirmaciones, mi aprecio por esta nueva andadura en la pantalla del ex agente de la CIA Jason Bourne reviste, bajo mi punto de vista, un interés bastante menor como película que aquella que un par de años atrás permitió que el limitadísimo Matt Damon lograra –en aquel caso y en este- un considerable éxito comercial. Me estoy refiriendo a EL CASO BOURNE (The Bourne Identity, 2002. Doug Liman), que al menos quedaba con un planteamiento pasablemente interesante, ofrecía un esbozo del personaje protagonista que permitía hacerlo más o menos creíble, y finalmente las “moderneces” visuales de la película tenían una justificación hasta cierto punto razonables.

Pues bien. Poco de eso se puede decir que suceda en su continuación en la pantalla, dentro de una concepción de su personaje protagonista que obvia detalles a mi juicio importantes para poder comprender como es que lleva dos años retirado en un lugar de la India junto a su amada Marie (Franca Potente) -¿de qué vive Bourne en su retirada? ¿de donde saca los recursos para poder sobrellevar tanto viaje y estancias en los mejores lugares?-. Pero claro, pedir verosimilitud resulta una palabra un tanto ociosa en el cine de nuestros días, incluso en aquel dentro del aparentemente más cuidado cine comercial, que pretender encubrirse bajo la patina del “prestigio” –entendido este dentro de la definición que esa palabra tiene para la industria del cine en estos últimos años, y que viene a referir una película de notoria eficacia comercial que aparenta en su formulación visual y dramática más de lo que realmente ofrece-.

Y es que en mi opinión THE BOURNE SUPREMACY no es más que una nueva andadura del ya conocido agente, caracterizada por una historia realmente casi inexistente –elemento en la que se precuela tenía muchos mayores aciertos-, que mezcla con habilidad pero al mismo tiempo considerable rutina un largo itinerario turístico que en esta ocasión no tiene una clara justificación, que incide en elementos temáticos que ya habían tenido su oportuno protagonismo en la primera andadura del personaje encarnado por Damon, quien por cierto se pasa toda la película con cara de estreñido, simulando su ausencia de registro con gestos torvos y mostrando inicialmente su cuerpo modelado a base de gimnasio y anabolizantes.

Pero creo que lo peor de esta nueva entrega de las andanzas de Bourne, lo que bajo mi punto de vista la convierte en un producto absolutamente mediocre e incluso pernicioso, está precisamente en esa ausencia total de lo que denominamos “puesta en escena”, y que bajo la firma de Paul Greengrass solo consiste en una sucesión atropellada y por momentos –especialmente en las secuencias de acción- realmente insufrible, montaje de infinidad de planos rodados con estética MTV –una de las lacras del cine de acción de los últimos tiempos-. Se que esa forma de narrar –realmente no se la puede denominar así- goza del predicamento de muchos, más no es mi caso. Sin ser absolutamente opuesto a este modo de filmar que en modo alguno puede sustituir la narrativa tradicional, si es cierto que hay ocasiones en las que aún utilizando estos recursos visuales se puede encontrar algún buen producto. No es para mí este el caso, puesto que si intentáramos hacer el esfuerzo de extrapolar ese “mareo” visual que caracterizan sus imágenes, a la nimiedad de historia a la que sirve de soporte cinematográfico –guión de Tony Gilroy basado en la novela de Robert Ludlum-, nos daríamos cuenta que prácticamente todo el entramado con que se cubre esta aparatosa, cargante y falsamente nihilista película es puro artificio y solo nos hace añorar películas que sí mostraban una mirada desencantada sobre el mundo de los agentes secretos. Me refiero a títulos como EL ESPÍA QUE SURGIÓ DEL FRÍO (The Spy Who Came In from the Cold, 1965. Martin Ritt), LLAMADA PARA EL MUERTO (The Deadly Affair, 1966. Sidney Lumet) o FUNERAL EN BERLÍN (Funeral in Berlin, 1966. Guy Hamilton).

En medio de tanta falsa “profundidad y pesimismo” y por encima de ese exceso de centenares y centenares de planos que en nada contribuyen a dotar de densidad a la película –por el contrario, arruinan los posibles méritos de una base argumental realmente simple-, lo cierto es que hay que definir de un plumazo THE BOURNE SUPREMACY como un intento controlado y amparado por la propia estrella, de convertir a Matt Damon en “héroe torturado” del cine de acción, y que por un lado revela la astucia del aniñado intérprete a la hora de reconducir su carrera –hablar de la personalidad del realizador en este caso es una gratuidad-, al tiempo que tener puesta la mirada en referentes visuales ciertamente poco distinguidos. En cualquier caso, los resultados comerciales logrados en todo el mundo y la amplia y cordial acogida por la crítica –que al parecer en casos como este olvidan lo que es una lógica labor de realización-, hacen que opiniones disidentes como la que propongo tengan una nula incidencia.

Pese a mi visión negativa del producto, no dejo de reconocer que este posee la presencia de algunos buenos intérpretes secundarios –especialmente Brian Cox y Joan Allen- y en algunas secuencias –en los que curiosamente abandona el “frenesí” narrativo y se detiene en una planificación más relajada-, logra dar la medida de lo que hubiera confluido de haber seguido ese sendero, en un producto interesante. Me estoy refiriendo en primer lugar a la secuencia en la que el asesino ruso atenta contra el coche en que viajan Bourne y Marie (Franca Potente) y logra que esta fallezca en las aguas del río –un momento sin duda impactante-; la secuencia en la que el amnésico agente confiesa a la hija de un matrimonio que él fue el asesino de sus padres, o finalmente las dos ocasiones en las que Bourne conversa por teléfono móvil con la agente que interpreta Joan Allen. Un doble contacto que en su última vertiente logra un rasgo inquietante cara al espectador e indudablemente sirve como aviso a aquellos que han contemplado la película para que este tenga la seguridad que el “atormentadisimo” Jason Bourne va a acometer una nueva aventura cinematográfica, sirviendo para que el Damon consolide su presencia como moderno y “complejo” héroe del cine de acción y engrose su cuenta corriente. Veremos si esa nueva andadura el contratista que la firme se olvida de que dirigir una película es algo más que acometer un extenso y variado catálogo de efectismos visuales tan habituales en cualquier producto emanado por la MTV.

Calificación: 1’5

1 comentario

Alberto -

Coincido en casi todo lo dicho. Es un video malo de la MTV de larga duración (desincronizado con la música) en el que no pasa nada. Puedes dejar de verlo 15 min y seguirás entendiéndolo (más por el recuerdo de la primera entrega que por el devenir de ésta).

En esta ocasión no entiendo a la crítica ¿les habrán untado?, ¿tendrán conocidos o familiares con la historia de Jason?, ¿les dará pena Matt Damon? ¡NO LO COMPRENDO!

Basta con ver un rato la sucesión de imágenes para valorar la llamada "economía visual" de otras propuestas... hablando en plata ¡es un mareo! y no da sensación de realidad (si era de lo que se trataba). Además, si haces tantos cortes por lo menos ¡trata de montarlos bien Sr. Hierbaverde... que hasta las persecuciones están mal montadas... ¡si Eisenstein levantara la cabeza!

Es difícil no comparar esta peli con CASINO ROYALE y es difícil no decir en mayúsculas que CASINO ROYALE ES INFINITAMENTE MEJOR QUE EL MITO DE BOURNE: comparad únicamente las escenas de acción.

Calificación: 1 pelón