CLOSER (2004, Mike Nichols) Closer
Aunque el discurrir de los años en el cine nos permita ver –en décadas pasadas- movimientos que renovaron la percepción del cine, y en los últimos tiempos todo esto se sustituya por una serie de artimañazas técnicas plasmadas en digitalizaciones y otras zarandajas, lo cierto es que la forma de calificar un proyecto de una cierta entidad industrial, sigue siendo la misma que en el Hollywood de tiempos precedentes.
Es en esta definición donde hay que citar el eterno recuerdo de películas de qualité, que durante muchos años han ido marcando las que se lanzaban como títulos “de relieve” de cada año. Directores como Fred Zinnemann fueron expertos en brindar obras que tratan temas “importantes”, caracterizados por una cierta ampulosidad y el recurso a grandes estrellas para interpretar sus principales personajes. Con posterioridad a Zinnemann, ciertamente Mike Nichols pudo considerarse como un genuino representante de películas de “qualité” caracterizadas por temáticas aparentemente “fuertes”, conflictos de pareja y de sexo que en líneas generales no eran habituales en el cine norteamericano de entonces.
Con ciertos vaivenes dentro de una trayectoria que ha permitido al menos cuestionar las frágiles cualidades de sus películas, Nichols logró en los últimos tiempos un título tan valioso como PRIMARY COLORS (1998) –quizá la mejor película de su filmografía-. Sin embargo, retornar a los devaneos de la última edición de los Oscars significaba -a todos los efectos-, que su significación como realizador de films de qualité se mantenía vigente. Y he ahí, sin duda, donde cabe la existencia de esta película, que se quiere vender como el gran título adulto sobre las relaciones humanas de esta temporada, al objeto de lograr con ello un buen número de galardones y reconocimientos y, por supuesto en base al espectacular reparto, atraer a la pantalla a un buen número de burgueses –de tendencias tan conservadoras como progresistas-, que en 100 minutos pueden de alguna manera exorcizar y sublimar sus problemas de pareja habituales, al escuchar tras la pantalla comentarios que hablan de follar a Julia Roberts o chuparle la polla a Jude Law. Incluso me imagino en esos momentos las risitas nerviosas de muchos espectadores de convicciones morales bien retrógradas pero en el fondo excitados ante esas expresiones lanzadas en boca de tamañas celebridades.
Más allá de todas estas observaciones dignas de comentarios en una lujosa peluquería, es evidente que Mike Nichols ha sido considerablemente astuto al abordar una historia que es directa heredera de algunos de los títulos más valorados de su filmografía –THE GRADUATE (El graduado, 1967), CARNAL KNOWLEDGE (Conocimiento carnal, 1971), WHO’S AFRAID OF VIRGINIA WOLF? (Quien teme a Virginia Wolf, 1966). Directa en la verdadera superficialidad que esconden unas películas en el fondo tramposas de planteamiento y que hoy se contemplan con bastante complacencia, como productos deudores de una época y absolutamente periclitadas en sus hipotéticas incidencias dramáticas.
Pues bien, buena parte de todo ello se da cita en este CLOSER (2004), con la que Nichols ha retornado al terreno que mejor sabía orquestar. Y en esta ocasión nos plantea la interrelación que se produce entre cuatro personajes a lo largo de varios años de distancia. Dan (Jude Law) es un escritor frustrado encargado de necrológicas de un periódico, que casualmente se encuentra con Alice (Natalie Portman). Por otro lado tenemos a una fotógrafa –Anna (Julia Roberts)- que de forma repentina se encontrará con Larry (Clive Owen). Estos dos últimos consolidarán su relación pese a las bruscas maneras del primero, mientras que Dan y Anna hacen lo propio en la suya. En cualquier caso, durante toda la película se hablará mucho de sexo, se plantearán bruscos intercambios de pareja y la tensión y el remordimiento estará presente ante todos ellos, hasta llegar a una conclusión a mi juicio bastante conservadora en la que finalmente quien propició el encuentro de Larry con Anna –mediante un chat y simulando él ser una mujer calenturienta-, abandonará toda esperanza de relación.
Aquí cabría decir aquello de “mucho ruido y pocas nueces”, pero en cualquier caso queda la habilidad con la que se ha trasladado el origen teatral de la película, envolviendo el producto con lujosos y modernos escenarios de clase alta, un tono siempre civilizado, luces de neón, un entendimiento adulto de la súbita perdida o recuperación de la correspondiente relación, y el detalle del retorno final de Alice a Nueva York, dejando descubierto que el nombre que utilizó en Inglaterra no era el suyo propio. Con ello ha logrado engañar a los dos hombres con los que se ha cruzado su vida.
Indudablemente, CLOSER funciona por lo bien estructurado con que está el conjunto de escenas que proceden originalmente de la obras teatral de Patrick Marber y por la brillante labor del cuarteto protagonista –quizá el personaje de Jude Law quede un tanto desdibujado-. De entre ellos no puedo dejar de destacar la fuerza en la mirada, la personalidad en apariencia bruta, la sensibilidad escondida y la sinceridad en sus comentarios –en bastantes momentos groseros-, demostrado por Clive Owen en uno de estos trabajos que le están convirtiendo en uno de los mejores actores del cine mundial.
Al margen de esas virtudes concretas, el simpático pero finalmente fútil planteamiento dramático de la película, pienso que no justifica ni una desmesurada alabanza por parte de la crítica ni, en su oposición, ser destrozada por otros comentaristas argumentando la falsedad de su planteamiento. Creo que la película de Nichols deviene finalmente en un producto tan discreto como relativamente eficaz, pero en este caso permite evocar los rasgos similares que comparte con la estupenda THE SHAPE OF THINGS (Por amor al arte, 2003) con la que Neil LaBute planteaba una demoledora crítica a los elementos superficiales de nuestra sociedad. Y lo hacía mediante cuatro únicos personajes y utilizando de forma valiente una teatralización especialmente recreada para servir de soporte a un cruel relato de manipulación, envuelto en el mundo de las universidades californianas. Se trata sin duda de dos películas que tienen bastantes semejanzas, pero lo cierto es que mientras con Nichols tenemos un producto seguro y previsible, en LaBute confluye en un misantrópico relato que además deliberadamente no huía del origen escénico en su puesta en escena, sino que lo favorecía de forma abierta y original.
Calificación: 2
3 comentarios
Juan -
Toni -
Saludos!
José C. -