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CINEMA DE PERRA GORDA

WAS TUN, WENN’S BRENNT? (2001, Gregor Schnitzler) Que hacer en caso de incendio

WAS TUN, WENN’S BRENNT? (2001, Gregor Schnitzler) Que hacer en caso de incendio

No es difícil detectar en cualquier cinematografía títulos cargados con cierta aura nostálgica. Evocaciones que permitan la comparación y la añoranza de los que en el ayer fueron jóvenes y combativos y en el tiempo presente integrados en lo comúnmente establecido y en ocasiones aliados con el éxito. Sin duda una evocación que plantea cuestiones considerablemente enojosas para comprobar lo que de efímero y evanescente hay en esas aparentemente inquebrantables rebeliones juveniles que pocos años después evolucionarán en adultos integrados en el poder.

Algo –bastante- de ello hay en esta simpática WAS TUN, WENN’S BRENNT? (Que hacer en caso de incendio, 2001. Gregor Schnitzler), en la que se plantea ese contraste entre los que a finales de la década de los ochenta fueron enfants teribles de una banda anticapitalista luchadora en contra del sistema, y doce años después han ido evolucionando en sus componentes, y discurriendo en sus vidas por senderos bien divergentes. Será la inoportuna explosión de una bomba casera elaborada por estos años atrás y ubicada tras la puerta de una mansión abandonada desde entonces -hasta que una agente inmobiliaria iba a presentarla a un posible cliente-, la que propicie un nuevo encuentro de aquel colectivo.

Se trata de un inicio ciertamente ingenioso, al que sucede la filmación sobre la que se insertan los títulos de crédito, en la que de describe las andanzas de esta banda de activistas anarquistas y anticapitalistas. Una sucesión de planos cortos y provocadores que ciertamente hacen temer lo peor, pero que afortunadamente quedan como una introducción bastante eficaz cara a describir el estereotipo que se suele tener de personajes de estas características. A continuación, el ingenioso paso del tiempo sobre el plano fijo –aunque variable en la forma de trasladar la sensación de evolución temporal- nos llevará a contemplar el modo en que la torpe bomba que ha sido ubicada tras la puerta de la mansión a finales de los ochenta, es explosionada por la llegada de la agente inmobiliaria y el potencial cliente, que se intercambian divertidos diálogos que servirán al espectador –que ya conoce la presencia del artefacto- para ironizar ante el hecho con que se van a encontrar.

Desde aquel periodo lleno de estéril lucha contra el poder establecido, tan solo quedan en activo Tim (Til Schweiger), que sobrevive en el ático de un edificio desvencijado y que cuida además de otro de los componentes de la desaparecida banda –Hotte (Martin Feifel)-, al que le faltan las dos piernas tras ser atropellado en aquellos tiempos por una tanqueta de la policía. Ambos recibirán una redada de los agentes del orden y en la misma decomisarán una serie de películas que tenían guardadas, una de las cuales filma el proceso de realización de la bomba recién explotada, más de una década después de ser compuesta.

Será este realmente el punto de partida sobre el que girará el devenir de esta producción alemana, en la que fundamentalmente se agradece esa mirada levemente irónica sobre el contraste entre el impulso de una juventud idealista y la inevitable decepción que produce el paso del tiempo ante la frustración de unos y el ansia y logro del aparente triunfo de otros. En esta ocasión sucederá de todo ello entre los diferentes componentes de la antigua banda, que se verán inevitablemente abocados a revivir los viejos tiempos y unirse para de forma conjunta recuperar esa película que se encuentra requisada en los sótanos de un auténtico bunker y que los puede llevar a la carcel. Y creo que es a partir de la puesta en marcha de su plan, cuando el interés de la atractiva propuesta de WAS TUN... pierde buena parte de su interés. Esa relativa originalidad de los primeros minutos deja paso, eso si, a un tan desigual como divertido retrato de personajes, entre los que cabe destacar la divertida composición que se realiza de Maik (Sebastian Blomberg), antaño líder del grupo y convertido posteriormente en un narcisista e insufrible diseñador de éxito, que en un momento determinado llega a llevar puesta una camiseta que dice textualmente I Love Bill Gates.

Y será el relato de ese último “golpe” del antiguo grupo el que ocupará buena parte del metraje de esta cinta, contraponiendo la descripción e interacción de sus protagonistas y mostrando el contraste entre lo que fue una estéril ilusión común y la realidad entremezclada a partes iguales de éxito material y fracaso existencial, según sea el personaje abordado. Ni que decir tiene que en algunas de las secuencias la película alcanza una notable hilaridad –pienso por ejemplo en la que tiene lugar en los propios sótanos donde se encuentran requisadas las cintas, y donde se han logrado introducir los protagonistas de la película camuflados como procedentes de un equipo televisivo y tras convencer al inspector “pijo” que basa la eficacia de sus métodos en la anuencia con la prensa-.

A todo ello hay que destacar la sencillez de la realización de Schnitzler, basada en un buen uso de formato panorámico, la discreta presencia de las grúas y una quizá en exceso tendencia televisiva, que unido a la presencia de un sentido del humor quizá demasiado frío, invaliden hasta cierto punto los interesantes apuntes que ofrece esta poco conocida producción alemana, que al menos intenta aunar la sana distracción con un enfoque discretamente reflexivo... extensible para cualquier entorno que podamos imaginar.

Calificación: 2

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