Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

SEVENTH HEAVEN (1927, Frank Borzage) El séptimo cielo

SEVENTH HEAVEN (1927, Frank Borzage) El séptimo cielo

“No estoy acostumbrada a ser feliz. Es divertido. Duele”. Así se expresará  Diane (Janet Gaynor) cuando, vestida de novia, se dirija a su enamorado, el pocero chico (Charles Farrell). La entrega de ese vestido –con la declaración implícita que la misma tiene pese a la sequedad con que siempre se ha manifestado este ante la sensible muchacha-, ha consolidado en ella un auténtico estado de ascesis emocional.

SEVENTH HEAVEN (El séptimo cielo, 1927. Frank Borzage) supuso por un lado un enorme éxito popular en el marco cinematográfico de los últimos compases del cine mudo, además de consagrar como una de las parejas románticas más populares de la pantalla a la que formaban Charles Farrell y Janet Gaynor. Estos llegaron a rodar bastantes películas más juntos, entre ellas otra película del mismo realizador STREET ANGEL (El ángel de la calle, 1928, Frank Borzage). Pero creo que por encima de todos estos elementos más o menos coyunturales –incluyendo los Oscars que la película logró en la primera edición de los premios de la Academia de Hollywood-, hay que destacar la obra de Borzage –más allá de sus propias y enormes cualidades-, por introducir y sobre todo consolidar una vertiente melodramática en la pantalla que el propio realizador iría prolongando en prácticamente toda su trayectoria. El director iría configurando un estilo personalísimo, intenso, cercano en algún momento con el fantastique, y al mismo tiempo valorando la fuerza del amor como elemento primordial en el desarrollo del individuo por encima de cualquier otro condicionante social o institucional.

De forma muy transparente todas estas características se pueden apreciar en el título que nos ocupa, un excelente film, aunque personalmente considere que hay otro título de Borzage –de entro los que he visto- que prefiero –me estoy refiriendo a LUCKY STAR (Estrellas dichosas, 1929) y aún no he podido contemplar otros títulos suyos posteriores –como el ya mencionado STREET ANGEL-. En cualquier caso, creo que es innegable destacar la fuerza, expresividad y romanticismo del método borzaguiano, al que aún no pocos achacan como “un imitador de Murnau”, pero creo que el paso del tiempo ha permitido redescubrir a este como uno de los más sinceros, personales y valiosos cultivadores del melodrama. Es más, creo que en la película que nos ocupa se trata de un título prácticamente paralelo en su realización con la excepcional SUNRISE (Amanecer, 1927. Friedrich W. Murnau), por lo que más allá de cualquier posible influencia, lo cierto es que ambos títulos se encuadran dentro de la política de producción “de prestigio” mantenida por William Fox para su recién fundado estudio.

SEVENTH HEAVEN se conserva magníficamente en su intensa modulación de melodrama romántico y en el que no faltan constantes elementos y detalles de comedia –una de las cosas que más me ha sorprendido del film-. Es esta segunda vertiente la que servirá fundamentalmente para describir los rasgos de Chico, caracterizado por su fuerza, honestidad y también por una alta consideración de sí mismo –“soy un tipo muy peculiar”, dirá en todo momento-, que siempre será vista con humorística relajación por parte del realizador e interpretada con impagable inocencia por Farell. Pero junto a este rasgo concreto, incluso en las secuencias de combate desarrolladas en la I Guerra Mundial, aparecerán detalles en esta línea, como el bombardeo del taxi del amigo de Chico, del que dirá amargamente su dueño que “murió en defensa de la patria”.

Por su parte la visión de Diane se caracterizará por el aporte esencialmente melodramático. Esta vive en una angosta habitación junto a su malvada hermana, que la maltrata cruelmente. Como en las mejores muestras del género en el cine mudo –y tendríamos que remitirnos a Griffith-, esa circunstancia límite propiciará el encuentro de Diane –que es sometida a una brutal paliza por su hermana en plena calle- con Chico, que aparece repentinamente abriendo la alcantarilla y conminando a esta a que deje de maltratarla –la secuencia es magnífica-.

A partir de ahí –nos encontramos en los barrios pobres del París de principios de siglo-, Chico llevará a vivir provisionalmente a la tímida joven a su casa –para que la policía pueda ratificar el engaño que se ha formado al decir que él es su esposo-. Desde el primer momento, Diane se ha visto atraída por el joven, y procura cuidarlo, aunque él se resista a ello. Pero la fuerza del amor irá aflorando también en ese pocero que asciende a barrendero, evolucionando de forma sensible los caracteres de ambos mientras viven en una buhardilla pobre –el séptimo cielo del título-, pero que se encuentra llena de armonía con sus amplios ventanales que permiten la cercanía a las estrellas. Ambos llegarán a confluir en un estado de auténtica comunión espiritual del amor, en el que ella perderá su miedo –aprende a atravesar la cornisa del edificio vecino, que antes le intimidaba-, y tendrá su punto más intenso con la emotividad con la que Diane “siente” el regalo de ese traje de novia que Chico le regala –este no se atreve a decirle que la quiere-, en unos planos que se encuentran entre los más bellos que ha legado el cine mudo norteamericano. Pero llegará la guerra y el llamamiento de filas, y Chico tendrá que partir llegando para él un miedo del que antes carecía –veremos como cuando se abrazan ella se sitúa en el encuadre por encima de él, retomando ese carácter de responsabilidad que hasta entonces había tenido con la joven-.

La guerra llevará su tiempo de muerte y separación, pero para los dos amantes hay una cita inalterable. Todos los días a las 11 de la mañana entrarán en contacto telepático que les permitirá mantenerse juntos en la distancia. Así durante bastante tiempo, hasta que Chico cae abatido y ese contacto se interrumpe. Un sacerdote y un militar –representantes del poder establecido- se dirigirán a Diane para anunciarle la noticia, que ella se resiste a creer. De repente, se ha firmado el armisticio y ha llegado la paz. Entremedias de la multitud enfervorizada aparece Chico acercándose hacia su amada y accediendo hacia ese séptimo cielo de la buhardilla. Allí aparecerá ante ella y se abrazarán, encontrándose ciego, mientras un haz de luz los iluminará y sellará un amor a prueba de toda contrariedad... e incluso de la propia lógica.

De todos es conocido el argumento de SEVENTH HEAVEN, aunque siempre es bueno detenerse en él de forma sucinta. Pero me gustaría destacar fundamentalmente una serie de hermosos instantes cinematográficos –algunos ya los he citado- que permiten componer el retrato de la que quizá sea una de las grandes historias de amor que ha ofrecido el cine mudo. En este sentido resultan modélicas las secuencias que van describiendo como esa relación se establece de forma sencilla en el contraste de la entregada abnegación de Diane y la aparente rudeza de Chico. Es así como se plantea la secuencia del corte de pelo que ella le realiza, o la posterior en la que la joven lo mira temerosa acurrucada en el camastro mientras su protector se va desvistiendo y lavándose. Ese proceso se irá acentuando cuando la muchacha pierda definitivamente el miedo al caminar por la cornisa que le permitirá llegar hasta la vivienda del matrimonio amigo –que se caracteriza por una disposición arquitectónica bastante singular en líneas diagonales-.

El paso del tiempo es el que ha permitido conectar esta película con el devenir posterior de la obra de Borzage. Por un lado es inevitable señalar que el entorno de SEVENTH HEVAEN –las luchas en la I Guerra Mundial tendrán una presencia destacada en varias de las más brillantes y logradas obras sonoras de su realizador-. Pero es que incluso esta influencia se da en la propia presencia física de los actores. No hay más que contemplar la primera aparición en escena de Charles Farrell ataviado de soldado, para comprobar el enorme parecido que este tiene con el posterior Gary Cooper de A FAREWELL TO ARMS (Adiós a las armas, 1932. Frank Borzage).

Al mismo tiempo, me gustaría resaltar la tendencia en esta película a dividir los encuadres y dejar una parte del mismo despejada, o con la presencia de ventanales, quizá intentando con ello que estos “respiren”. Con todas estas singularidades, con el respeto y pudor que inspiran sus principales personajes y transmiten al espectador con sencillez e intensidad, con la extraordinaria química que ofrecen los aparentemente antagónicos protagonistas, la apuesta por la individualidad del individuo por encima de la influencia de las instituciones que despliega en la misma y su inventiva cinematográfica –esa grúa que eleva a los protagonistas hasta la buhardilla en la que él vive; la subida final de este por medio de planos llenos de fuerza expresiva; el halo de luz final que envuelve la pareja de enamorados bigger than life-, SEVENTH HEAVEN es uno de los referentes incuestionables del melodrama, y en sí mismo una magnífica película, llena de frescura y vitalidad.

Calificación: 4

4 comentarios

Luis Tovar -

Una obra maestra del cine romántico. Dificil pensar en una trilogia mejor que la que forman esta, Estrellas dichosas y El angel de la calle. Edta ultima no la tienes criticada y si no la has visto te la recomiendo vivamente. Para mi es la mejor de las tres.

cristina -

yo tambien la quiero encontrar , pero nadie sabe ,,donde ,,quein sepa porfa

jesus fernando -

¿ Sabe alguien donde se puede adquirir esta pelicula, si es posible en castellano ?

Lucia Villavicencio -

Excelente obra