HAPPY ENDINGS (2005, Don Roos) [Un final feliz]
Muy prestigiado en Norteamérica por su aportación televisiva –especialmente en calidad de guionista-, Don Roos solo ha realizado hasta la fecha tres películas para las pantallas cinematográficas, de las cuales las dos primeras llegaron hasta España. Su debut lo constituyó THE OPPOSITE OF SEX (Lo opuesto al sexo, 1998), en la que rebelaba una considerable dosis de observación de personajes, al margen de unas notable capacidad como director de actores. Lamentablemente, las cualidades de Roos tuvieron un traspiés en su siguiente propuesta –BOUNCE (Algo que contar, 2000)-, vehículo sensiblero para un imposible Ben Affleck, que se suma a la larga lista de mediocridades protagonizadas por una de las peores estrellas de nuestro tiempo –y a la que su laureada labor en la reciente HOLLYWOODLAND (2006, Allen Coulter) no debería enmendar en esa trayectoria lamentable-. Es por ello que sorprende el acierto y la incidencia en las cualidades que afloraron en su debut cinematográfico, que aparecen de forma notable en su último título hasta la fecha –HAPPY ENDINGS (2005)-, que solo ha logrado ser exhibida en España mediante su edición camuflada de comedieta en DVD bajo el título UN FINAL FELIZ. Pese a esa injusta presencia casi clandestina, el film de Roos emerge como su mejor obra hasta la fecha, configurándose como una estupenda y agridulce comedia coral. En sus imágenes, la definición de personajes resulta espléndida y la alternancia de comedia y drama está expuesta casi a la perfección. El guión, por su parte, es brillante y revela un profundo conocimiento y comprensión de la condición humana, revelando la personalidad y mirada de su realizador y guionista a la hora de aplicar unos métodos sin duda discutibles en otras propuestas menos elaboradas –el uso de la cámara al hombro, la alternancia de tiempos, la inserción de rótulos que nos avanzan información sobre personajes y situaciones-, pero que en esta ocasión se revelan de una notable eficacia. Estamos en la ciudad de Los Angeles, y en un lapsus de tiempo que oscila entre 1983 y la actualidad –en donde se desarrolla la mayor parte de la acción-. En este entorno temporal se entrelazan una serie de personajes y situaciones, que confluyen en la búsqueda de la aceptación, el amor, la sinceridad, el borrar traumas del pasado o tender puentes seguros hacia el futuro. Entre ellos se encuentra una asesora de abortos, su hermanastro gay que sufre una crisis con su pareja, una joven que se entromete en la vida de un hombre acomodado y maduro y su hijo gay no reconocido, un joven impulsivo que desea realizar una película para recibir una beca del American Film Institute... Toda una amalgama de situaciones, sentimientos, remordimientos y esperanzas, que indudablemente nos remiten a referentes tan magníficos como MAGNOLIA (1999, Paul Thomas Anderson) o la previa SHORT CUTS (Vidas cruzadas, 1993. Robert Altman), pero que en esta ocasión adquieren unos tintes menos dramáticos y con tonalidades más agridulces, pero siempre con una mirada tierna, comprensiva y de reminiscencias renoirianas, a través de las cuales se destila un equilibrio entre la infelicidad y la esperanza de futuro, basada en la propia experiencia vital. Y tal y como sucede con ese joven aspirante a cineasta –uno de los personajes de la función-, Don Roos disecciona el universo creado –básicamente tejido entre clases medias norteamericanas-, en el que la alternancia de tiempos y situaciones y la inserción de irónicos rótulos que complementan la evolución de sus protagonistas, no revela distancia o altanería sobre estos. Incluso el recurso a una planificación por completo alejada a los cánones convencionales, en este caso no molesta, no resulta “epatante”, ya que siempre hay en ella una voluntad de sinceridad y compromiso con sus personajes, permitiendo que el método narrativo –basado en largas secuencias de toma única-, revelen por lo general un cuidado formal y, fundamentalmente, transmitan sinceridad y comprensión. Para ello, Roos destaca en uno de los rasgos en los que muestra mayor dotación: la dirección de actores. En este elemento concreto, el cast de HAPPY ENDINGS resulta sensacional, está espléndidamente elegido y los métodos empleados basados en la improvisación de sus actores, proporcionan unos resultados admirables de comunicación con el espectador –ciertamente resulta difícil destacar preferencias sobre cado uno de sus intérpretes-. Aunque lamentablemente no ha logrado el reconocimiento que merece, HAPPY ENDINGS es un film brillante, lleno de cariño y comprensión hacia sus personajes, que revela una hermosa capacidad de observación y llega a emocionar en esa tan recurrente como necesaria imaginaria conclusión. En la secuencia final, todos ellos se reúnen y comparten en un baile de celebración, esa fugaz felicidad del que reconoce su lugar en la vida y sabe afrontarla como tal. Incluso en la utilización del –por una vez-, elegante ralenti, permite que ese sentimiento de aparente alegría se desprenda del conjunto de seres que durante dos horas se han introducido en nuestras vidas. Una gratísima sorpresa, sin duda. Calificación: 3
2 comentarios
MEMOO -
Jordan 4 -