TWO MULES FOR SISTER SARA (1970, Don Siegel) Dos mulas y una mujer
Realizador fundamentalmente caracterizado por su apego al cine de géneros – thriller y policiaco, especialmente-, es curioso señalar como en la filmografía de Don Siegel no hay un especial apego hacia el western. Si que es cierto que en ella se incluye uno antirracista algo sobrevalorado –quizá por ser de los títulos más salvables en que intervino el inefable Elvis Presley, intentando en él romper con su imagen habitual-, y entre sus primeras obras se inserta otro bastante interesante THE DUEL AT SILVER CREEK (1952). Pese a estos exponentes aislados, no se puede decir que fuera la vertiente más practicada por un Siegel, que a finales de los sesenta y de la mano de la rutilante estrella del género en que se estaba convirtiendo Clint Eastwood –quien años después dedicaría su UNFORGIVEN (Sin perdón, 1992) a uno de sus siempre reconocidos mentores-, se embarcó en una nueva aportación al mismo –TWO MULES FOR SISTER SARA (Dos mulas y una mujer, 1970)-. Lo cierto –y en ello hay bastante consenso al respecto-, es que su resultado concluyó en una de las peores películas firmadas por el realizador norteamericano. Y la verdad es que las perspectivas de antemano eran positivas, partiendo de un argumento elaborado por el veterano Budd Boetticher y un guión firmado por el blackisted Albert Maltz. La historia está ambientada en tierras mexicanas, teniendo como marco las luchas de los juaristas al oponerse al dominio francés. Además lo hará contando con dos personajes centrales, en cuya oposición sin duda se albergaban muchas posibilidades para lograr una película interesante.
Lamentablemente, el resultado no acompañó las previsiones, y ello pudo deberse a diversas razones. La primera de ellas es, a mi juicio, la falta de química que se establece entre los dos protagonistas –Hogan (Clint Eastwood) y Sara (Shirley MacLaine)-. Eastwood se mantenía en su personaje estólido y antipático, y en modo alguno logra establecerse cualquier complicidad con una Shirley Mclaine completamente miscasting. Su argumento no es potenciado en la medida que podría proporcionar una mirada irónica sobre los tics y modos que el western venía asumiendo en aquellos años, hasta llegar a su disolución como género. TWO MULES... deviene finalmente una frustrada visión humorística del género, en la que cada dos por tres surge una molesta sintonía de Ennio Morricone, y donde la generalizada rutina impide incluso que los efectismos visuales que aparecen de forma intermitente, sean recibidos con especial desagrado.
Por otro lado, ni que decir tiene que en la película hay un amplio recorrido físico, que es mostrado de forma bastante adecuada. De forma paralela, en un momento dado el vaquero y la monja serán atacados por los indios, que disparan a Hogan una flecha cerca del corazón. Este ataque facilitará los momentos más interesantes de la película, y en los que el personaje que encarna Eastwood, alecciona a la hermana Sara en las instrucciones precisas para poder extraer la misma de su cuerpo Sará a partir de esos momentos, cuando se logre describir cinematográficamente la atracción que ya ha unido a la pareja, y la película de Siegel logra expresar una cierta complicidad entre ambos intérpretes –pese a la siempre latente escasa química entre ambos-.
Por último, TWO MULES... describe un fragmento final –el que ofrece la lucha de los protagonistas junto a los juaristas y contra los franceses-, que termina de certificar la mediocridad del conjunto. Con un grotesco tono caricaturesco, hay muy poca diferencia entre lo que narra el ya veterano director norteamericano, y lo aportado por el más inepto de los artífices de cualquier spaghetti-western del montón. Incluso en la aparente tensión de esos momentos, conoceremos la auténtica vocación de la monja, en unas secuencias que en poco contribuyen a levantar una película finalmente insignificante para la carrera de cuantos en ella intervinieron, entre los que cabe destacar uno de los peores papeles para el joven y aún hierático Eastwood.
Calificación: 1’5
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