WOMAN OF THE YEAR (1942, George Stevens) [La mujer del año]
Parece casi increíble que un realizador como George Stevens –tan solvente artesano como prototipo del director hipervalorado entre la crítica estadounidense-, que prácticamente acababa de filmar la que -a mi juicio-, constituye su obra maestra, y en la que revelaba un sentido de la observación y el melodrama directamente heredado del mejor Leo McCarey –me estoy refiriendo a PENNY SERENADE (Serenata nostálgica, 1941)-, fuera capaz de dar vida una comedia tan fracasada como la que ocupan estas líneas.
Nunca he sido un especial admirador de la serie de comedias que filmaron conjuntamente la pareja formada por Katharine Hepburn y Spencer Tracy. Favorecedores de una química que considero limitaba el temperamento para el género de la Hepburn, quizá la presencia de Tracy –en mi opinión, uno de los mayores falsos prestigios dentro del Hollywood clásico-, lastraban unos títulos que se inclinaban peligrosamente a la bobaliconería y un aire discursivo y conformista. Pese a esas objeciones, creo que precisamente la peor de las colaboraciones entre ambos –al margen de la lamentable cita póstuma de los dos en uno de los peores títulos de Stanley Kramer- es la que posibilitó la formación de la pareja. Estamos hablando, por supuesto, de WOMAN OF THE YEAR (1942, George Stevens) –que probablemente no se estrenó en España por sus levísimas alusiones a la guerra civil y el entorno antinazi que rodea al personaje encarnado por la protagonista-.
El film de Stevens es una vuelta más al universo de la “guerra de los sexos”. En este caso se plasma inicialmente el universo contrapuesto de Sam Craig (Tracy) y Tess Harding (Hepburn). Ella es una prestigiosa e influyente columnista de sociedad y política –me resulta en todo momento cargante y mal plasmada esa vertiente incluso política de la misma- y él un popular periodista de deportes. Ambos trabajan en el mismo rotativo y tras un choque editorial los dos se conocerán personalmente y se producirá el flechazo. Un romance que se trasladará incluso en una repentina boda, pero que no evitará que la pareja muy pronto deje traslucir en sus diferencias de carácter y ambiente, hasta tal punto que se ponga en práctica en ellos una separación... que como es previsible no será definitiva.
WOMAN... es una película que goza de un inmerecido prestigio en Norteamérica –como tantos y tantos títulos de la época, algunos de los cuales están firmados por el propio Stevens-, y que por encima de todo encuentro una comedia fracasada. Lo hace en su intento de describir dos ambientes contrapuestos –algo que sí logró ejemplarmente Vincente Minnelli en DESIGNING WOMAN (Mi desconfiada esposa, 1957)-, que se deja inclinar demasiado hacia el paternalismo –una vez más, creo que la tendencia la marca la presencia de Tracy- y, fundamentalmente, se encuentra equivocada en su timming –su conjunto es extremadamente aburrido y sus poco más de 100 minutos de duración resultan eternos-. Sinceramente –y creo que mi apreciación no es muy descabellada, ya que Stevens trabajó en el equipo de la célebre pareja cómica-, creo que la principal razón de lo plúmbea que pude resultar esta película, estriba en el intento del realizador de trasladar a una comedia de los años 40, el singular ritmo que poseían los largometrajes protagonizados por Stan Laurel y Oliver Hardy. Esa exasperante lentitud que producía la hilaridad en las disputas entre los dos cómicos, se intenta trasladar dentro de un tipo de comedia muy diferente y, sobre todo, tratando de imitar unos modos que quizá eran imposibles que plasmar en otros intérpretes que no fueran el que sin duda ha sido el mejor tándem cómico de la historia del cine.
Es así como la secuencia final –que resulta casi insufrible en su duración de casi diez minutos-, no es más que la actualización de un mundo cómico inequívocamente sellado con el de la célebre pareja cómica surgida en el cine mudo. Pero además de ese casi interminable e infructuoso intento de Tess por elaborar el almuerzo a su esposo una vez regresa furtivamente a su casa, dispuesta a recuperar su amor, hay otras secuencias que llevan ese sello del gag de efecto retardado –el denominado show burn- tan difícil de manejar si no se encuentran los intérpretes adecuados y el rimo preciso, igualmente con resultados poco estimulante –es un ejemplo de ello la secuencia que se desarrolla en la noche de bodas-. Pero es que además de ello, y de que los protagonistas en muy pocos momentos alcanzan los suficientes niveles de simpatía en el espectador, los personajes secundarios no resultan menos antipáticos, empezando por ese amanerado secretario de Tess –Gerald (Dan Tobin)- y la estólida ama de casa de esta –Alma (Edith Evanson)-.
Al margen de ese fracaso en conjunto, es innegable señalar que WOMAN OF THE YEAR tiene algunos buenos momentos. Efectividad en alguna secuencia cómica –la que se produce cuando Sam se adentra de forma involuntaria en una conferencia de Tess repleta totalmente por mujeres-, ciertos gags divertidos –Sam simulando leer un periódico escrito en chino delante del secretario de Tess- y, sobre todo, alberga en algunos momentos una notable capacidad para la comedia sentimental –indudable huella de la cercana y ya mencionada PENNY SERENADE-; la penúltima secuencia de la película, en la que se casan el padre y la tía de Tess, alcanza una notable temperatura emocional, o la manera con la que se trata con enorme sobriedad el episodio del pequeño refugiado griego adoptado. Esos ocasiones logros, no obstante, suponen bastante poco para levantar el nivel de este falso prestigio para los adoradores de la pareja Tracy-Hepburn, y que personalmente considero quizá la comedia menos estimulante de un realizador que en bastantes ocasiones supo hacerlo con un grado de acierto bastante superior.
Calificación: 1’5
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