THE DARK EYES OF LONDON / THE HUMAN MONSTER (1940, Walter Summers) Los ojos misteriosos de Londres
Basada en un relato del prolífico escritor policíaco Edgar Wallace, THE DARK EYES OF LONDON (título inglés) o THE HUMAN MONSTER (titulo en USA) (Los ojos misteriosos de Londres, 1940. Walter Summers), es una tan ingenua e irregular como atractiva producción de la Monogram, con la que se prolongó la presencia de Bela Lugosi como protagonista de films de horror casi de serie Z. En efecto, la escasez de medios que acusa la película –con una duración de poco más de setenta minutos-, en bastantes momentos se torna a favor del disfrute de la misma como una simpática propuesta cercana en sus modos al serial, y en la que la referencia al papel protagónico de Lugosi toma como fuentes títulos como MURDERS IN THE RUE MORGUE (Los crímenes de la calle Morgue, 1932. Robert Florey), ISLANDS OF THE LOSTS SOULS (La isla de las almas perdidas, 1933. Erle C. Kenton) o WHITE ZOMBIE (Le legión de los hombres sin alma, 1932. Victor Halperin). Un compendio de anteriores éxitos dentro del cine “bizarro” que tanto practicó el actor, y que en esta ocasión se manifiestan en un producto que adopta tintes de crónica policial y detectivesca –lo menos atractivo de la función-, combinada con secuencias similares al cine de terror expresado en los títulos antes citados, que alcanzan un gran atractivo precisamente por la penuria de medios –que obliga a la presencia de sombras-, y el logro de secuencias caracterizadas por una atmósfera muy lograda.
THE DARK EYES… se inicia de forma tan sencilla como rotunda. En los títulos de crédito se muestra el famoso puente de Londres, sobre el que se sobreimpresiona la mirada punitiva de Lugosi. A continuación, una sorprendente sucesión de planos del cauce neblinoso del Támesis, nos describe de forma cada vez más cercana un cadáver que deambula por sus aguas. Un atractivo inicio sin duda, que muy pronto nos presentará al Dr. Feodor Orloff (Lugosi), que trabaja como corredor de seguros y ayuda a un ciudadano que no puede pagar la nómina. Pero tras ese aparente carácter benefactor, Orloff esconde una faceta oscura que se centra en el asilo para ciegos que ha patrocinado. Se trata de un lugar siniestro y poblado por seres invidentes y en algún caso deformes –como es el caso de su ayudante Jake (Wilfred Walter)-. Hasta allí llegará Henry Stuart, el último de los “beneficiados” por la generosidad del doctor, que será sesinado por Jake en un momento impactante que es narrado en off –la puerta se cierra y escuchamos los gritos de la víctima-.
Con este nuevo crimen, las pesquisas de los anteriores crímenes de similares características llevarán al Inspector Larry Holt (Hugo Williams) a centrarse en el entorno de Orloff, y para ello contará con la colaboración de un policía de Chicago que se muestra partidario de utilizar unos métodos más físicos –que permitan el uso de la pistola-, y también la ayuda de la hija de Stuart –Diana (Greta Gynt)-. La joven –que no llega a heredar el importe de la prima de seguros de su padre-, aceptará el ofrecimiento del doctor para trabajar en su asilo, estando allí bajo las órdenes del profesor John Dearbon (igualmente encarnado por Lugosi bajo una caracterización diferente). Dearbon es también ciego y resulta en apariencia un hombre juicioso. Sin embargo, los indicios, las pruebas existentes por unos papeles escritos en braille y una serie de coincidencias, llevarán la investigación al entorno de este asilo, en donde finalmente se descubrirá la dual personalidad de Orloff y las tretas de las que se servía para cometer unos crímenes tras los que buscaba un pingüe beneficio económico.
Antes señalaba que lo más prescindible de THE DARK EYES… se sitúa en el entorno de la investigación policial y lo esquemático que resulta el flujo de pruebas que irán avanzando las pesquisas. Se trata de algo heredado de la pluma de Wallace –siempre destacada en sus tramas aparentemente intrincadas-, que en esta ocasión brinda personajes y situaciones bastante inverosímiles o carentes de lógica –como el de Grogan, por ejemplo-. Por otro lado, esa dualidad de Lugosi en su doble personaje queda bastante evidente desde los primeros minutos. Pero sería injusto no destacar que el film de Summers –desconocido director británico-, destaca por una narrativa bastante ágil que se distancia bastante del estatismo que en muchas ocasiones definían las producciones de este tipo de la Monogram. Ese aire de film “bizarro” se describe en los planos iniciales –que prenden la atención del espectador-, en la manera que tiene el protagonista de comunicarse con el ciego que toca el violín en la puerta de su vivienda, en todas las secuencias desarrolladas en el interior del refugio para ciegos –donde la utilización de las sombras, los sonidos guturales, los humos y su disposición escenográfica ofrecen una atmósfera llena de morbidez-, y, por supuesto, en el alcance sádico que proporcionan las secuencias desarrolladas en el laboratorio. En ellas se descubrirá la verdadera personalidad de Orloff y la protagonista estará a punto de ser eliminada sádicamente. Finalmente, el malvado doctor morirá cayendo en esas mismas aguas cenagosas que utilizaba para deshacerse de sus víctimas.
Película ingenua y llena de imperfecciones. Cierto es, pero también un ejemplo válido de una buena atmósfera lograda a partir de materiales de serie Z, una labor inquietante a cargo de Lugosi y, en conjunto, un producto atractivo y que conserva bastante fuerza cinematográfica.
Calificación: 2
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