MOMMIE DEAREST (1981, Frank Perry) Queridísima mamá
MOMMIE DEAREST (Queridísima mamá, 1981. Frank Perry) es una película que nació ya caduca en el momento de su gestación. Ahí es nada; intentar producir un producto totalmente enmarcado en la moda retro instaurada en el cine bastantes años antes, y que ya se encontraba prácticamente finiquitada. Pero es que además de ser un mal film, estamos ante una oportunidad totalmente desaprovechada de incidir en un tipo de cine que –relatándonos aconteceres de grandes personalidades del Hollywood clásico-, permitiera formular una crítica o cuestionamiento al modelo que la industria cinematográfica de la época, definía con sus estrellas. Es algo que, con todas sus limitaciones, consiguió Graham Gilford con la inmediatamente posterior FRANCES (1982), pero que en esta ocasión naufraga completamente, en parte por la patente incapacidad de Frank Perry por dotar a sus imágenes, y en parte también por la nulidad del texto dramático que le sirve de base.
MOMMIE DEAREST es la plasmación cinematográfica del libro de Christine Crawford, hija adoptiva de la actriz Joan Crawford, donde relataba la tiranía que la famosa estrella infringió a esta desde su infancia. Una relación llena de conflictividad y crueldad, que tuvo su culminación al dejarla excluida del testamento –como también sucedió con el otro hijo adoptivo de la actriz-, favoreciendo la elaboración de un libro “escandaloso” con el que la joven pretendió vengarse de su conocida progenitora adoptiva.
Mas allá de las discutibles circunstancias que gestaron tal libro, y del hecho de que este refleje o no verazmente los hechos relatados, ello no nos impide reconocer que el fruto cinematográfico de la misma es totalmente inane. Inane por que las dos horas largas de metraje no consisten más que en una sucesión de estampitas sin progresión dramática alguna, en las que las constantes elipsis en realidad no permiten aclarar muchos de los detalles que se ponen en escena -¿qué fue del otro hijo adoptivo de la actriz, que solo aparece en el funeral de la Crawford?-. MOMMIE… es un producto hecho para que acudieran a la pantalla aficionados mitómanos o viejas espectadoras de las de tomar posteriormente la merienda recordando lo “mala” que era la estrella, con un afán casi pornográfico de cara a conocer el “fuerte carácter” de una de las divas clásicas del cine norteamericano. Una película que apenas se detiene en el desarrollo de su carrera –solo cabría retener la secuencia que lo enfrenta al poderoso Luis B. Mayer, y el momento confesional que mantiene en la parte final con su hija, en la que confiesa el declive de su carrera y sus dificultades económicas-. Por el contrario, la sucesión de “momentos fuertes” parecen retomar el modelo de WHAT EVER HAPPENED TO BABY JANE? (¿Qué fue de Baby Jane?, 1962. Robert Aldrich), intentando plasmar un tardío grand-guignol que en bastantes ocasiones roza el ridículo, alcanzándolo a mi juicio en dos de las secuencias pretendidamente “cumbre” de la función. Una de ellas será el primer enfrentamiento con su hija, que finaliza cortándole el pelo de forma drástica. El otro disparate cinematográfico es aquel en el que casi estrangula a Christine ya con el cuerpo de adulta. En ambas ocasiones se pone en evidencia la lamentable labor de Faye Dunaway, carente de capacidades histriónicas, y a la que su relativo parecido con la legendaria actriz –que se acentúa al filmarla de lado-, no impide que su labor resulte por momentos ridícula –fue nominada, como tantos elementos de la película, al premio razzia de aquel año-.
Puede que los responsables de la película no tuvieran conciencia que el mundo que representaba Joan Crawford, su propia estética y la fuerte personalidad que infundía, no se podía trasladar con una simple dirección artística definida en ridículos pelucones y maquillajes exagerados. Es cierto que la estrella los portaba y lucía, pero no es menos evidente que aquel mundo era tremendamente difícil de trasladar, y haberlo dejado en la superficie, no pudo ser motivo más que para acentuar la nulidad del conjunto.
Así pues, ni crónica de una decadencia, ni ajuste de cuentas con el Hollywood de las estrellas. En su lugar, una narración sin fuerza que ni siquiera aborda la ironía sobre el kistch de la época, y en la que resulta hasta sorprendente que se deje ver una mirada positiva al enclaustramiento de la hija “vengativa” en un convento. Se ve que la tal Christine era muy devota… aunque ello no le impidió pergreñar una dudosa operación comercial editorial, aplicando el “ojo por ojo, diente por diente”. ¡Menuda castaña!.
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9 comentarios
leticia -
monse -
Ojalá borraran ese comentario que opaca en realidad el brillo natural del film.
felipe -
ANDRES -
lourdes -
ivonne -
Santiago -
lifa -
blansh -
QUE SE PUDRA EN EL INFIERNO LA MENTADA JOAN C. PRRRR
atte. víctima de maltrato infantil.