Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

HEIGHTS (2005, Chris Terrio) En la cumbre

HEIGHTS (2005, Chris Terrio) En la cumbre

Aunque generalmente se haya destacado poco esta singularidad, dentro del bagaje de méritos de una película tan admirable como SWEET SMELL OF SUCCESS (Chantaje en Broadway, 1957. Alexander Mackendrick), siempre me ha impresionado en ella el tratamiento y la sensación con la que se plasma en algunas de sus imágenes la imagen la soledad que se siente en una gran ciudad como New York. Aunque bien es cierto que han sido numerosos los títulos que con el paso de los años han logrado integrarse en la imaginaria galería de soledades cinematográficas urbanas –y aquí que cada uno se haga su lista correspondiente-, lo cierto es que hacía mucho tiempo que otra película no me recordaba sensaciones parecidas al del gran título de ese olvidado maestro que fue Sandy Mackendrick. Esa es, entre otras, una de las principales virtudes que encuentro en HEIGHTS (En la cumbre, 2005) el afortunado debut en la realización de Chris Terrio, que se revela entre otras muchas cualidades, como un agudo analista de crisis existenciales, notable descriptor de ambientes, interesante en la descripción de personajes, moderado en las influencias cinematográficas y en la aplicación de modernos atavismos visuales y, por encima de todo ello, un fabuloso director de actores. Tal es su acierto en esta última faceta, que logra con esta cualidad un grado de autenticidad que le permite pasar por alto algunas relativas debilidades que, afortunadamente, no tendrán demasiada incidencia en el conjunto de la propuesta.

 

HEIGHTS es, conviene señalarlo antes que nada, una película profundamente newyorkina. Aunque su metraje se aleje notablemente de la postal turística o paisajística, sí que es cierto que apoya buena parte de su atractivo en una mirada sobre la ciudad de la gran manzana, basada en aquellos elementos que conforman ese “pensamiento colectivo” de aquellos que consideramos la ciudad norteamericana el centro de la cultura mundial. Áticos atractivos, personajes desinhibidos y de comportamiento liberal, entornos teatrales, vistas generales que marcan el conjunto de un corazón vital en el que, paradójicamente, la soledad es bien fácil de encontrar. El contraste define los fotogramas de una atractiva propuesta que partió de una breve obra teatral de Amy Fox, a partir de la cual se logró plasmar el retrato coral de una serie de personajes aparentemente representativos de este contexto. Entre ellos se encuentra una veterana actriz –Diana (Glenn Close)-, su hija –Isabel (Elizabeth Banks)-, a punto de casarse con un joven y atractivo ejecutivo –Jonathan (James Marsdem)-. También entre ellos se sitúa un joven actor –Alec (Jesse Bradford)-, que ha acudido a una prueba de la obra teatral que protagoniza Diana, provocando el interés de esta. Estos y otros personajes quedarán definidos inicialmente bajo los mimbres de una comedia romántica y urbana. Resulta muy interesante a este respecto, que Terrio no tarde demasiado en procurar la interrelación de esta coralidad, permitiendo que con esta opción dramática podamos adentrarnos en la problemática que les rodea, y que incidirá fundamentalmente en un hecho oscuro del pasado de Jonathan –mantuvo en el pasado una relación con un conocido fotógrafo, que incluso lo llegó a plasmar en una de sus obras-, y otro aún latente entre el propio Jonathan y Alec.

 

A partir de estas premisas, los rasgos de esta película inicialmente luminosa van uniéndose al progresivo oscurecer del día, hasta llegar a una conclusión en la que todos ellos revelarán y exorcizarán sus miedos e inquietudes, iniciándose tras el amanecer del día siguiente un nuevo camino de cara a la evolución de sus vidas, basado en el reconocimiento de sus rasgos y debilidades como tales seres humanos. Sin duda alguna, otra de las cualidades de HEIGHTS estriba en que se encuentra un logrado equilibrio entre los giros de su trama, en las casualidades que progresivamente van incorporando los nubarrones de la personalidad de sus protagonistas, con el progresivo conocimiento que tenemos de su psicología y sus auténticos y ocultos rasgos. Junto a ello, se alcanza una importante muestra de dominio de la dramaturgia cinematográfica a la hora de describir estados de ánimo sombríos, algo que desgraciadamente no es muy habitual en el cine de nuestros días. Esas escenas que revelan la vaciedad que esconde esa pareja aparentemente perfecta que forman Jonathan e Isabel, no son más que el ejemplo evidente de una película que describe situaciones y perfiles psicológicos con una sincera y honesta –como diría el propio Alec sobre el personaje que va a realizar la prueba ante Diana- mirada.

 

De forma paralela, y aunque la plasmación visual de la película es destacada, afortunadamente esta no interfiere el acercamiento a sus personajes. Incluso esos contados momentos en los que se recurre al olvidado uso de la pantalla dividida, pronto alcanzaremos a comprender que responden a una justificación dramática que quizá en los primeros momentos se nos revela simplemente formalista. Quizá no pueda decirse lo mismo de esa presencia de esos intertítulos que van presentando a los personajes de la historia, y que en realidad no aportan nada a la misma –en esta ocasión si que es probable que contribuyan a una inicial desorientación del espectador-. HEIGHTS destaca como antes señalaba por una luminosa y sofisticada textura visual –obra del operador Jim Denault-, que se sitúa en consonancia con los entornos de clase media-alta en los que se desenvuelven la mayor parte de sus personajes –quizá con la excepción de Alec-. A ello acompaña oportunamente el punteado sonoro de Ben Butler y Martin Erskine, dentro de la configuración de una propuesta que paradójicamente puede considerarse “independiente”, en la medida que su presupuesto fue muy inferior a los cánones hollywoodienses, pero que no se duda en definir estéticamente como un film arty. Se trata de un rasgo que en esta ocasión resulta de especial significación, ya que buena parte de su desarrollo se describe en escenografías y ambientes cercanos a esta concepción.

 

Pero junto a todas estas cualidades, hay una que realmente contribuye a dotar de especial autenticidad las imágenes y situaciones de este debut de Chris Terrio; la realmente fabulosa labor conjunta de todo su reparto. No es difícil alabar el trabajo de Glenn Close, pero sí resultan dignas de ser reseñadas las excelencias de jóvenes intérpretes como Elizabeth Banks, Jesse Bradford o James Marsden. Confieso especialmente que me conmovió la entrega y hondura con la que este último acomete a el atormentado personaje que se esconde bajo su perfecto aspecto de All American Boy del nuevo siglo. Pero ahí está la prueba irrefutable de que en ocasiones nuestros prejuicios nos han impedido destacar de entre las facilidades del intérprete juvenil, un actor de enormes cualidades. Este es, indudablemente, uno de los haberes de una película bien delineada y, sobre todo, con corazón y cariño demostrado en la fauna humana que describe, tan aparentemente lejana a nuestra cotidianeidad pero, finalmente, tan cercana al modo de comportamiento de cualquier ámbito humano.

 

Calificación: 3


0 comentarios