TIMBUKTU (1959, Jacques Tourneur)
No cabe duda que TIMBUKTU (1959) es uno de los títulos menos valiosos dentro de la extraordinaria filmografía de Jacques Tournuer en el marco del cine de géneros, brindando en su conjunto una de las miradas más personales del cine clásico norteamericano. En este caso nos encontramos ante una modesta producción para la United Artists, encuadrada dentro del subgénero de aventuras coloniales que, de forma intermitente, había proporcionado algunos éxitos puntuales dentro de los programas dobles de la época –algunos de ellos protagonizados por la propia Yvonne De Carlo, una de las cabezas de cartel de esta película-. No se puede decir que esta vertiente haya proporcionado demasiados productos memorables, y ese condicionamiento pese relativamente ante las ambiciones de una película, en la que el realizador quizá no pudo extender todas sus capacidades, como si lo logró sin embargo con exponentes o condicionamientos más cercanos a sus características –sus encargos precedentes fueron las magníficas NIGHTFALL (1957) y THE FEARMAKERS (1958), estando ya inmerso en su no muy extenso periplo televisivo –a la que sin duda habría que pegar un vistazo; lo que de él he visto me parece bastante interesante-. De cualquier manera, y con todas estas limitaciones, lo cierto es que TIMBUKTU contiene en sus imágenes bastante buen cine, y estoy convencido que en su conjunto queda como una de las muestras más apreciables de esta vertiente genérica, además de albergar en el desarrollo de su trama algunas de las constante visuales y temáticas que hicieron de Tourneur uno de los grandes del cine norteamericano.
La película se desarrolla en Sudán, el territorio francés de ocupación en el desierto del Sáhara, en periodo de la II Guerra Mundial -1940-. Hasta allí llegará como responsable el coronel Dufort (George Dolenz), acompañado de su esposa Natalie (De Carlo). Dufort sustituye a un apreciado militar, eliminado por los componentes de un comando violento que opera en las dunas del desierto, apelando a la independencia del territorio. Para lograr contrarestar el avance en la población de estas tropas logran la colaboración de Mike Conway (Victor Mature), un norteamericano que no duda en aliarse con cualquiera a la hora de lograr beneficios económicos, y que ha pactado con los rebeldes un envío de armas. Conway tendrá, no obstante, un elemento con el que no contaba y que le hará reflexionar a la hora de elegir sus objetivos; la esposa del militar. De forma paralela al desarrollo de su misión se estrechará la relación entre ambos, conociendo Dufort el indicio de la misma, y no dudando en potenciarla de cara al logro de sus intenciones de controlar y eliminar la insurrección. Una lucha esta en la que tomará una parte destacada el papel de un emir (John Dehner), aparentemente ligado a los franceses pero en el fondo instigador a la rebelión, tomando como referente la falsa adhesión a la misma de un veterano líder religioso que tiene retenido.
Muchas veces he pensado en la extraña vinculación que siguieron las trayectorias de dos realizadores igualmente admirables y, en el fondo, complementarios; Fritz Lang y Jacques Tourneur. Manteniendo esos paralelismos, que son mucho mayores de lo que pudiera parecer a primera vista, podría decirse que TIMBUKTU es el equivalente a DER TIGER VON ESCHNAPUR (El tigre de Esnapur, 1959) / DAS INDISCHE GRABMAL (La tumba india, 1959) filmada por el francés. No se puede decir que sea un producto que esté a la altura del famoso díptico langiano, pero lo cierto es que el título que comentamos posee un interés muy superior del que podrían dejar ver sus primeras imágenes y el planteamiento argumental de base –en el que colabora el experto Anthony Veiller-. Y es que mas allá del variable interés de su desarrollo, y como suele suceder muchas veces en el cine de Tourneur, resulta bastante más atractivo dejarse llevar por el triangulo amoroso que propone su historia paralela, y que hace dudar a la protagonista, entre continuar la relación con su cartesiano y organizado esposo, y el riesgo, la aventura y la pasión que le comienza a brindar Conway. Cierto es que para lograr una inclinación real del espectador hacia el entorno de este último personaje, hacía falta un intérprete mas dotado y carismático que Victor Mature –por más que el realizador intento de él algunos matices no habituales en su hieratismo-. Pero una vez más el poder de las imágenes y la sugerencia de Tourneur permite algunas secuencias magníficamente planificadas, que inciden en esa dualidad que se erige en uno de los elementos vectores de su obra. A este respecto, no hay más que recordar los momentos en los que Natalie habla a su esposo del atractivo que le produce el aventurero americano, y aquella en la que el militar le propone a su mujer que siga la corriente a Conway. Son secuencias que inciden en esa ambivalencia de sentimientos –en realidad, el tema esencial de la película- que, planificadas con una singular iluminación y profundidad de campo, nos recuerdan algunos momentos de OUR OF THE PAST (Retorno al pasado, 1947). En esa misma vertiente, habría que considerar esa oscilación en el pensamiento brindada por el personaje encarnado por Mature, y la presencia de secuencias planificadas y resueltas con verdadera garra. Se podrían citar a ese respecto la fuerza que tienen las dos secuencias de tortura –una de ellas a un militar francés apresado, al cual se deja morir atado y con las picaduras de una tarántula; y la otra al propio Conway con una variación más sofisticada de dicha tortura-, o los momentos finales en los que una magnífica planificación revela el esfuerzo de Conway para llevar al líder religioso a un campanario para arengar a sus fieles en contra de la rebelión, procurando una independencia madura y con honor. Serán unas escenas que brindarán planos tan insólitos como ese contrapicado en plano general que relaciona al religioso –ubicado encima del minarete- con los subditos que se encuentran en tierra, y en cuyos instantes la muerte de un pese a todo satisfecho Dufort, dejará abierto el camino para Natalie y Conway. Un camino no luminoso, que duda cabe, pero si indudablemente coherente con esa ambivalencia genuina en la filmografía del realizador. Y también resultaría interesante destacar la presencia de extraños elementos, que en su forma de aplicación suponen abstracciones en el conjunto de la película; en este caso, la presencia de ese reloj de pulsera con despertador, es un perfecto ejemplo de este enunciado-.
Sin duda, TIMBUKTU es una película de interés limitado –aunque sus atractivos vayan creciendo según progresa su metraje-, pero sería bastante prolijo enumerar cuantos directores de falso prestigio, no han logrado en el conjunto de su obra un título que alberge los suficientes atractivos que esgrime la que nos ocupa. Seguro que la relación de nombres sería muy, muy extensa.
Calificación: 2’5
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