MAMBO ITALIANO (2003. Émile Gaudreault) Mambo italiano
No cabe duda que la propia existencia de MAMBO ITALIANO (2003. Émile Gaudreault) tiene su razón de ser en el inesperado éxito de MY FAT GREEK WEDDING (Mi gran boda griega, 2002. Joel Zwick). Un título tan pasable como discreto, que logró convertirse un auténtico hit, permitiendo la rápida proliferación en el mercado de comedias basadas en las minorías y el costumbrismo étnico radicado en las grandes norteamericanas. El film que nos ocupa sigue dicha estela, aunque esté rodado y planteado en suelo canadiense, describiendo un marco tan aparentemente plácido como fundamentalmente represivo; el de la comunidad italiana radicada en Canadá. Al mismo tiempo, lo considero bastante superior en sus cualidades al del sobrevalorado título de Zwick. Fundamentalmente, destaca en esta película la agilidad de su guión, una ambientación francamente lograda, un ritmo que apenas decae en toda la función, la incorporación de fugas cómicas en líneas generales bastante acertadas y, fundamentalmente, una muy acertada descripción de tipos, reflejada en una dirección de actores idónea. Quizá en algunas ocasiones se pueda incurrir en determinadas salidas de tono o tipismos “a la italiana”, pero lo cierto es que nos encontramos con una película ciertamente agradable, que se degusta con la placidez de un helado tutti-frutti, precisamente el tono fotográfico que preside los fotogramas de esta tan pequeña como simpática producción.
Angelo (estupendo Luke Kirby) confiesa estar jodido. Es un joven descendiente de una familia de inmigrante, que sobrelleva su homosexualidad en el entorno represivo que forman sus padres y su hermana. Todo cambiará para él tras su reencuentro con su amigo de la infancia, que se ha convertido en un apuesto y amable agente de policía –Nino (Peter Meller)-. Ambos deciden vivir juntos aunque sin revelar su relación, aunque nuestro protagonista decida hacerlo a sus padres. Será el inicio de una cadena de acontecimientos que llevarán al atribulado agente de la ley a refugiarse en su dominante madre y reconducir su bisexualidad hasta unirse a otra joven italiana, con la que finalmente contraerá matrimonio. En medio de este contexto, Angelo intentará adaptar su explosiva personalidad, abandonando su rutinario empleo en una agencia de viajes para reintentar su vocación de guionista, faceta en la que finalmente su propio entorno familiar le servirá de contundente motivo de inspiración.
Pienso que la principal cualidad de MAMBO ITALIANO, reside en su capacidad de descripción psicológica. Basada en las experiencias personales de Steve Galluchio –que aparece en los planos finales del film encarnando la visión televisiva de… Angelo-, lo cierto es que su traslación cinematográfica sabe introducir elementos muy sutiles. Los modos con los que a base de pinceladas se nos describe la congénita mediocridad envuelta en aparentes buenas maneras de Nino -solo está pendiente de su aspecto y en un momento determinado se le filma con unas pequeñas pesas-; la manera en la que la hilarante experiencia de Angelo en el teléfono de ayuda gay influye en el posterior desarrollo de su personalidad, son exponentes de un conjunto en el que abundan los diálogos chispeantes –la referencia de Forza Italia que realiza el padre del protagonista en el confesionario-, en donde queda bastante reflejado un entorno de melodrama “a la italiana”, e impregnando de irrealidad el aire colorista que respira el elemento visual del film –esa impagable regadera que la madre de Angelo utiliza repetidamente la tumba de su difunta hermana-.
A todo ello, es indudable que cabe incluir el general acierto con el que Gaudrealt logra combinar secuencias más o menos propias de una sitcom, con una serie de de recursos cinematográficos –la presencia de la voz en off, el congelado de imagen, los abruptos contrastes de sus giros de comedia-, que contribuyen a mantener en todo momento el carácter festivo del relato, lo que no evita que en algunos momentos sus fotogramas se impregnen de una menguada emotividad –el reencuentro final entre Angelo y Nino, al acudir el segundo furtivamente a la casa que ambos compartían, cuando tiene noticia de una nueva relación por parte de su antiguo amante-. Pero no nos engañemos, no hay que buscar en la frescura y la consecuente insustancialidad de la película, más consideraciones que la de disfrutar de un relato divertido, ingenioso, chispeante, que no descubre nada nuevo, pero alcanza en sus mejores momentos un ritmo vertiginoso. Lastima que la resolución no esté a la altura del conjunto, y deje una cierta sensación a película inacabada –o bien es que el considerable ritmo de su metraje previo nos haga ver que la misma acaba muy pronto-. En cualquier caso, dentro de su relativo corto alcance, MAMBO ITALIANO se erige como un producto interesante y atractivo, que supone una relativa sorpresa en la medida que viene de una cinematografía poco pródiga en el género como es la canadiense.
Calificación: 2’5
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