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CINEMA DE PERRA GORDA

DARK CITY (1950, William Dieterle) Ciudad en sombras

DARK CITY (1950, William Dieterle) Ciudad en sombras

En no pocas ocasiones he podido leer o escuchar en tono de reproche, sobre el escaso aprecio que, en líneas generales, gozó la producción de cine noir desarrollada en el ámbito de la Paramount. Es evidente que en el marco de este estudio se desarrollaron títulos míticos como DOUBLE INDEMNITY (Perdición, 1944. Billy Wilder), se estableció el gran éxito formado por la pareja artística de Alan Ladd y Verónica Lake, y desarrollaron sus exponentes con realizadores como John Farrow o incluso Robert Siodmak. Pese a estos ejemplos tan pertinentes como quizá extremos de una producción de menor entidad que la desarrollada en estudios como la R.K.O. o la 20th Century Fox, lo cierto es que al recorrer la inclinación de Paramunt con el cine de policíaco y crímenes, es fácil encontrarse con títulos apreciables e incluso interesantes, definidos por un diseño de producción y look visual bastante similar en todos ellos. Películas estas que irán firmadas por los ya citados Farrow, Siodmak, Haskin o incluso el que nos ocupa, un William Dieterle no es su mejor momento profesional. Fruto del encuentro del director alemán con el estudio, es este DARK CITY (Ciudad en sombras, 1950) que bien puede formar parte de ese conjunto de títulos más o menos interesantes, más o menos limitados, que destacaban más por el logro de una muy particular atmósfera urbana y la fuerza impresa en algunas secuencias, que por un conjunto en el que se mostraban no pocas incongruencias o desequilibrios, evitando con ello una mayor consideración de su resultado. Ese es, bajo mi punto de vista, el rasgo distintivo que debería compartir el título que comentamos, y que lo emparenta con otros como I WALK ALONE (Al volver a la vida, 1948. Byron Haskin).

 

Danny (un casi debutante Charlton Heston), ha sido liquidado de su actividad delictiva en una casa clandestina de apuestas. Sus compañeros sufren la misma sensación de desamparo, hasta que este encuentre en un militar británico la posibilidad de lograr una notable cantidad de dinero. Por ello lo lleva hasta la timba de unos amigos, donde dejan que gane para esperar que vuelva al día siguiente, y en ella ya definitivamente lograr derrotarlo y acceder a ese talón de 5.000 dólares que Danny le ha visto inicialmente en su poder. Lo que se había predicho se cumple, y el incauto –Billy Winant (Mark Keuning)- finalmente perderá todas sus pertenencias, para satisfacción de los compañeros de Danny –Augie (Jack Webb) y Barney (Ed Begley)-. Sin embargo, pronto la satisfacción de haber logrado un golpe que les permita salir del atolladero, se trocará por la mala conciencia de haberse enterado de que Winant se ahorcó dicha noche en la habitación de su hotel, siendo encontrado por su hermano. En los tres partícipes de la timba –que usan trampas para poder “desplumar” al fallecido-, se plantearán problemas de conciencia, unidos al hecho de no poder hacer efectivo el cheque, ya que se encuentra abierta la investigación policial.

 

Sin embargo, pronto se introducirá en la historia un elemento mucho más siniestro, con el asesinato de Barney en su propio apartamento. Ello llevará a pensar –y un escrito del interesado revelará esta intención-, en que los otros dos partícipes de aquella partida, serán las próximas víctimas de alguien que –poco después se sabrá- es un enfermo mental. Las pesquisas seguirán y Danny y Augie viajarán hasta Los Angeles para recabar datos sobre la identidad de alguien sobre el que nadie quiere o se atreve a proporcionar información alguna. Esta investigación llevará a nuestro protagonista a acercarse hasta la viuda de Winant –Victoria (Viveca Lindfors)-, haciéndose pasar por un agente de seguros. Con celeridad se establecerá con ella una relación de rápida consolidación, que llevará a Danny a reflexionar en su conciencia la posibilidad de una relación con la viuda, lo que le llevará a entrar en un conflicto interior con la extraña relación que hasta entonces mantenía con Fran (Lizabeth Scott). Todo ello tendrá su trágico contrapunto al descubrir el cadáver de Augie, que trasladará al protagonista hasta Las Vegas, en donde se encontrará con su compañero –Henry Morgan-, quien le brindará un trabajo como croupier de uno de dichos casinos. Esa aparente estabilidad no llegará a resultar duradera, ya que muy pronto llegará hasta allí Fran y también acudirá el asesino, dispuesto a matar a Danny y con ello completar sus esquizofrénicos deseos. A punto estará de lograrlo, tras una sesión afortunada de este en el casino, logrando con ello intentar paliar la deuda moral que mantenía con Victoria al ser uno de los que contribuyeron a la triste pérdida de su esposo.

 

Una vez más, como en cualquier otro film noir de la Paramount, destaca en el un look fotográfico de contraste limpio. De nuevo en una de sus películas la turbiedad de su ambiente no será tan acusada como en la mostrada por otros estudios. Ese sentido de inmediatez se mostrará ya con la elección de Dieterle de mostrar a su protagonista en los propios títulos de crédito, saliendo de comprar una figura de un conejito que va a regalar a Fran. Este detalle anecdótico servirá para describirnos el entorno geográfico y ciudadano en que se desarrollará buena parte de la película, exhibiendo al mismo tiempo la acción de la policía en su tercera redada reciente, que ha destrozado el negocio que Danny coordinaba. Uno de los elementos que menoscaban el interés de DARK CITY es, bajo mi punto de vista, la poco afortunada interacción de diferentes elementos propios del género, que se intercalan en bastantes ocasiones sin que esa presencia esté debidamente matizada. Habría varios ejemplos a destacar, pero me detendré en un par de ellos. Por un lado ese viaje de Danny y Augie a Los Ángeles –como si fueran a una pequeña localidad-, y por otro la propia estancia del protagonista en Las Vegas, en una decisión rápida y gratuita. El film de Dieterle está trufado de situaciones de estas características, que impiden con su superficialidad y elementalismo, que su conjunto alcance una mayor entidad que la finalmente lograda.

 

En cualquier caso, el rasgo directo de DARK CITY en líneas generales funciona, aunque la descripción de sus personajes principales no revista una psicología detallada –con la excepción del que encarna con bastante aplomo un jovencísimo Charlton Heston-. Pero ello no impide que podamos asistir a una serie de vibrantes instantes cinematográficos, iniciados con la descripción de la partida de cartas sobre la que girará la acción del film –en su visita, Fran advierte que están dejando ganar al incauto-, y posteriormente centrados en los momentos en los que sin vérsele nunca el rostro –únicamente lo detectamos por el anillo que porta en su mano derecha-, la tensión se eleva con la presencia de ese asesino que de repente se convertirá en una auténtica pesadilla para los autores de aquella partida de cartas acompañada con trampas. Es así, como los grandes fragmentos de la película se centrarán en el terrible asesinato de Barney, con una planificación y logradísima atmósfera de rasgo expresionista, a lo que ayuda sobremanera la fuerza de la interpretación de Begley, y posteriormente detalles como ese inserto de la mano del psicópata –indicando su presencia- en plena actuación de Fran. Es en esos detalles en ocasiones macabros –el momento en que Danny sospecha que el asesino se encuentra en su habitación del hotel, o el posterior en donde halla el cadáver de Augie en la ducha y ahorcado-, donde hay que buscar las mejores virtudes de un título tan estimable como menor en la nómina de grandes aportaciones al género en aquel tiempo, aunque representativo de ese nivel medio que definió la producción de este género en el seno de la Paramount. Al menos, y esto hay que reconocerlo, Lizabeth Scott no resulta tan cargante como le es habitual, ya que su presencia es casi mínima.

 

Calificación: 2’5

 

3 comentarios

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Aprender español puede ser divertido. ábrete sésamo.

jordan 12 -

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Patience is most bitter, yet most sweet the fruit it birth