THE 24th DAY (2004, Tony Piccirillo) [Atracción fatal]
Desde décadas, el cine norteamericano se ha mostrado generalmente interesado en la adaptación cinematográfica de obras teatrales que veían –a priori- asegurado su interés, en base a su pretendido alcance provocador. Que duda cabe que dicha circunstancia ha de ser relativizada, en la medida que dicho rasgo rupturista, generalmente se limitaba a una relativa audacia temática –de índole sexual o psicológica-, y habitualmente andaba desprovista de otros matices de mayor calado o profundidad. Es más que probable que tal circunstancia pudiera ser tamizada en su vertiente cinematográfica cuando tras ella se encontraban realizadores de la talla de Otto Preminger, que sabía sintonizar su agudeza como productor con su personalidad como maestro de la imagen. Esta capacidad de profundización lamentablemente no fue muy habitual en el cine especialmente a partir de la década de los setenta, encontrándonos con exponentes de este tipo de cine, como EQUUS (1977, Sidney Lumet) o EXTREMITIES (La provocación, 1986. Robert M. Young), de escasa entidad fílmica y fugaz personalidad en sus propios y débiles argumentos dramáticos, disimulados tras el aura de su mayor o menor capacidad de escandalizar.
Pues bien, en este último apartado entra por derecho propio THE 24th DAY (2004. Tony Piccirillo) –jamás estrenada comercialmente en nuestro país, aunque editada en DVD con el equívoco título de ATRACCIÓN FATAL-. Autor también de la propuesta dramática que sustenta la película, Piccirillo retomó la misma tras un fugaz éxito de la misma en el Off-Broadway newyorkino, basando su pretendida efectividad en un duelo de caracteres –bastante habitual por otra parte en este tipo de teatro de índole psicológica-. Su argumento se centra en el forzado encuentro que mantienen Tom (Scott Speedman) y Dan (James Marsden). El primero atrae al segundo –un joven gay, atractivo, arrogante y triunfador- a su casa, donde lo encadena y somete a un análisis de sangre. La extraña situación se producirá en base a un lejano encuentro de ambos –del cual han transcurrido cinco años, y que Dan había olvidado por completo-, el único que Tom mantuvo en su vida con un hombre, y del que sospecha le transmitió los anticuerpos del sida. A partir de la reducción del primero se establecerá una forzada relación psicológica entre ambos, intentado este huir inútilmente, y finalmente vislumbrándose una extraña empatía entre ambos con un desenlace inesperado; por un lado Tom comprenderá que dichos anticuerpos se los transmitió su esposa, y por otra Dan asumirá no sin horror, que realmente se encuentra también con estos anticuerpos en su persona.
Para que una propuesta de las características de THE 24th DAY pueda funcionar, debería obedecer a dos elementos tan aparentemente sencillos como finalmente complejos. De una parte que la base teatral posea la suficiente entidad, y debajo de su argumento deje traslucir un sustrato de interés –por citar un ejemplo, el planteamiento de lucha de clases que emanaba tras la fascinante charada de SLEUTH (La huella, 1972. Joseph L. Mankiewicz), a partir de la obra de Anthony Shaffer-, y por otra, lógicamente, que el planteamiento específicamente cinematográfico propuesto posea el necesario interés para que, por sí mismo, pueda solapar e incluso potenciar las posibles debilidades del texto adaptado. Lamentablemente, nada de eso sucede en el film que nos ocupa. Digamos en principio que THE 24th DAY se ahoga en su propia insustancialidad, en el aparente alcance provocador de ese rapto producido con alcance homoerótico, dirigiendo la misma a partir de un recurrente juego de diálogo de ascendencias cinéfilas, adornado con una serie de elementales consideraciones de diversa índole, que incluso en sus minutos finales discurre revestido de moralismo mal dosificado.
Pero es que a nivel cinematográfico, la película jamás logra salir del estado de la mediocridad. La torpeza de la inclusión de elementos heredados del dogma –esos planos nerviosos entrecortados-, o la presencia de breves flash-backs que pretenden inútilmente “airear” el alcance teatral de la propuesta, en todo momento muestran la pobreza del material elegido y, sobre todo, la escasa imaginación puesta al servicio de su traslación fílmica –que estoy convencido hubiera alcanzado una mayor intensidad si se hubiera potenciado su propia teatralidad-. La banalidad de los diálogos y situaciones deviene ostentosa, y finalmente queda lo que es más que probable supusiera la razón primordial de la existencia de esta película de bajo presupuesto. Me estoy refiriendo a la efectiva labor ofrecida por Scott Speedman y James Marsden. Jóvenes intérpretes caracterizados por su atractivo físico, encomendados con convicción en la tarea de prestigiar su andadura al demostrar la versatilidad de su registro –algo que Marsden, más allá de su aspecto de modelo publicitario, estimo ha logrado ya sobradamente-. La labor de ambos intérpretes, cierta intensidad en algunos momentos, y la propia sencilla configuración del conjunto, son elementos que logran que THE 24th DAY logra sortear la barrera del fracaso absoluto, aunque jamás sobrepase el techo de una limitada grisura.
Calificación: 1
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Uno -
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