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CINEMA DE PERRA GORDA

STRANDED (1935, Frank Borzage) Su primer beso

STRANDED (1935, Frank Borzage) Su primer beso

No cabe duda que contemplada en sí misma, STRANDED (Su primer beso, 1935) se entronca con facilidad en los rasgos que hicieron familiar el cine de Borzage en la década de los años treinta. Sus apuntes de drama social, sus tintes de comedia romántica, los destellos de realización inspirados y sus giros imprevisibles de relato, forman un conjunto en el que en todo momento se detecta la mano de su autor, que tras un periodo en las postrimerías del mudo absolutamente deslumbrante, prolongó su trayectoria en los años treinta, con una serie de títulos que, de entrada, se configuraban en esas mismas características. Pero sucede que en el cine, como en cualquier otra vertiente artística que se precie, no siempre el disponer de unas maneras más menos claras y un bagaje afianzado en el éxito, suponen la base infalible para alcanzar un resultado óptimo. Así fue como Frank Borzage ofrece con esta película uno de los títulos menos interesantes de este periodo, lo cual no es suficiente para poder afirmar que nos encontremos ante una película desprovista de interés. Sorprende sin embargo, que teniendo como base unos mimbres más sólidos que en otras obras suyas de este periodo, su balance final fuera mucho más desequilibrado que en otras ocasiones. Y viene a colación esta circunstancia, en la medida que una película inmediatamente posterior como HISTORY IS MADE AT NIGHT (Cena de medianoche, 1937) se rodó en un ambiente caótico, y sin embargo su resultado alcanza un gran nivel. Cosas que sucedían en el cine norteamericano clásico, en donde en ocasiones las imposiciones de las productoras, las condiciones de producción, un reparto inadecuado o, por que no reconocerlo, pillar en horas bajas al director, confluía en un resultado no suficientemente satisfactorio. Lo extraño en esta ocasión es incidir en el hecho de que Borzage sabía salir adelante con “embolados” más complicados que el presente.

 

STRANDED muestra a grandes rasgos el contraste de personalidades que se establece entre sus caracteres principales. Lynn Palmer (Kay Francis) es una mujer voluntariosa, entregada desde su organización una permanente ayuda a los más desfavorecidos en un San Francisco dominado por su incremento industrial, en el que se atisba de manera creciente el impacto de la “Gran Depresión”. Lynn se relacionará de manera casual y con creciente intensidad con el arquitecto Mack Hale (George Brent), con el que sin embargo le separa una visión de la colectividad por completo opuesta a ella, y en donde no tiene cabida ninguna visión compasiva de aquellos que ocupan la marginalidad en la sociedad que les rodea, a los que considera simplemente que no desean trabajar. Este conflicto entre dos personalidades marcadas se desarrollará en un contexto en el que un gang perteneciente a la mafia local, pretende que Hale les ofrezca dividendos de “protección”. Como quiera que este se niegue a tales pretensiones, prepararán una encerrona entre los empleados, provocando una situación con un falso uso del alcohol, y que en su momento más tenso provocará la muerte de uno de los obreros más característicos de la obra del puente de la ciudad norteamericana, de las que Mack ejerce como máximo responsable técnico. La desgraciada situación prolongará un motín entre los obreros, alentado por los sicarios del grupo de mafiosos, en cuya manipulada asamblea tendrá que intervenir con absoluta convicción Lynn, sirviendo para que finalmente se conozcan las manipuladas acciones del grupo de facciosos, y finalmente esta situación límite sirva para que los dos amantes se comprendan uno a otro, y de alguna manera acepten parte de la personalidad del ser con el que van a compartir el futuro, y de la que en apariencia se sienten tan opuestos en pensamiento.

 

Es así como oponiendo individualismo y una mirada humanista, Borzage propone un relato en el que no obvia una mirada de índole social –como sucedía en la previa MAN’S CASTLE (Fueros humanos, 1933)-, detalles narrativos llenos de ligereza –las situaciones que se desarrollan en la obra del puente-, y hasta cierto punto resulta adecuada la mezcla de comedia y melodrama en su desarrollo, al margen de plantear en el momento más sincero de la función, una mirada llena de comprensión ante la divergencia de los dos protagonistas –mostrando además una visión muy adulta de la actitud emprendedora de Lynn, en una conversación llena de insospechada franqueza-. Sin embargo, pese a ese pulso llevado con mayor o menor grado de eficacia, STRANDED se resiente de no pocos agujeros de credibilidad e intensidad, impensables en el cine del realizador en aquellos años. Unas mermas que tienen bastante que ver en el miscasting ofrecido por la pareja protagonista –especialmente la lacia y mortecina Kay Francis-, en la blandurronería que se destila en el tercio inicial al describir la pretendida eficacia de la organización de ayuda en la que trabaja la protagonista, o el esquematismo que plantean todos los personajes secundarios y característicos de la función, especialmente aquellos que rodean el entorno de mafiosos que provocarán los momentos más tensos. Cierto es que Borzage se las ingenia para ofrecer en las situaciones de comedia elementos de índole humanística –todos estos desarrapados que puntean el tinte dramático en secuencias desarrolladas con personalidad amable-, y que especialmente en su tramo final, la función alcanza una cierta intensidad –si dejamos de lado los esquematismos de los villanos de rigor-. Sin embargo, preciso es reconocer que en esta ocasión la receta no le salió tan perfecta al gran cineasta como en ocasiones precedentes –y posteriores-, quedando su conjunto en un tierra de nadie, apreciable y nada distinguido al mismo tiempo y, por supuesto, en un lugar secundario en su filmografía. Como cualquier otro director de relieve, también tenía derecho a firmar resultados de interés más o menos menguado.

 

Calificación: 2’5

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