JUNIOR BONNER (1971, Sam Peckimpah) Junior Bonner
Lo confieso, nunca he sido un especial admirador de la obra de Sam Peckimpah. Aún apreciando varios de sus títulos, no encuentro en lo que he visto de su filmografía ninguna rotunda expresión de esa pretendida genialidad que aún –aunque ya en una medida bastante más menguada-, siguen reconociéndole sus no pocos admiradores. Lamento no incluirme en dicha relación, sin por ello dejar de admitir la valía –tampoco extraordinaria, ya que me temo que la revisión de algunos de ellos podría resultar poco menos que decepcionante-, de títulos como RIDE THE HIGH COUNTRY (Duelo enla alta sierra, 1962), MAJOR DUNDEE (Mayor Dundee, 1965), THE WILD BUNCH (Grupo salvaje, 1969) o THE BALLAD OF CABLE HOGUE (La balada de Cable Hogue, 1970). No dejo de olvidar sin embargo el rechazo que me producía un título como STRAW DOGS (Perros de paja, 1971) y, sobre todo, ese desaliño y en ocasiones zafiedad visual que, de manera más frecuente que lo deseable, ha tenido acto de presencia en su cine. Los zooms y teleobjetivos poco a poco fueron dominando su obra, por más que en sus imágenes se mostrara una cierta mirada en torno al perdedor y, sobre todo, en la oposición con unos modos de entender la existencia, en absoluto contraste con el presente mostrado en su cine. En definitiva, creo que en la obra de Peckimpah nos encontramos con un cineasta bastante desaliñado en sus formas visuales, en las que primó una influencia del spaguetti-western más profunda de lo deseable, y una excesiva querencia nostálgica –de indudable efectividad cara a la galería-, entre cuyas aguas quedaba mitigada sus auténticas posibilidades como cineasta. Ese polvo, esa decadencia y ese desarraigo que, de manera intermitente, afloran con fuerza en los mejores momentos de una filmografía mucho más irregular de lo que se suele reconocer.
Son rasgos que –en una u otra vertiente- se dan cita plenamente en JUNIOR BONNER (1971), uno de los títulos menos conocidos y apreciados de su filmografía. Cuando señalo esta circunstancia, no lo hago en la medida de encontrarnos ante una gran película, que no lo es. Pero más allá de sus virtudes y defectos, creo que nos encontramos ante una película tan desigual como finalmente apreciable, en la que casi de una secuencia a otra podemos detectar lo mejor y lo peor del cine de Peckimpah. Retengamos entre lo primero la relativa complacencia e insustancialidad que se traduce finalmente en el relato –especialmente centrada en la manera de mostrar a los profesionales del rodeo-, el excesivo recurso al ralenti o la torpe planificación de algunas secuencias –aquella en la que Bonner asiste a la destrucción por parte de unas modernas maquinarias de la vieja casa de su padre-, en las que uno tiene que resistirse a admitir la evidencia de comprobar como un cineasta tan reconocido ha sido capaz de asumir fragmentos tan lamentables como el mencionado. Pero junto a estas reservas, también la película esgrime en sus mejores momentos una mirada hasta cierto punto revestida de ternura y sentido del humor, a partir del contraste que se establece entre los viejos y los nuevos tiempos.
Dos maneras de entender la existencia, a las que asistirá como impávido testigo, Junior Bonner (un ajustado Steve McQueen). Se trata de un hombre que está a punto de dejar atrás la juventud, y que ha desarrollado toda su vida dentro de una tan prestigiosa como volátil andadura como participante de rodeos. Nuestro protagonista regresa a sus orígenes situados en una agreste población de Arizona. Allí se reencontrará con la autenticidad que le muestran sus padres –unos estupendos Robert Preston e Ida Lupino-, pero al mismo tiempo asistirá con desagrado a unos modos de progreso y enriquecimiento económico, representados en el próspero sendero retomado por su hermano menor, pujante promotor inmobiliario. Son estos los contextos en los que se desenvuelve un título tan liviano como grato, tan insustancial como ausente de verdadera profundidad, pero que tiene la virtud de mostrarse carente de cualquier voluntad de trascendentalismo. Quizá sea por ello que –pese al protagonismo de McQueen en el reparto- su propia existencia haya quedado casi en el olvido, en una filmografía que a partir de entonces empezaría a ir prodigando no pocos palos de ciego. La película se interna dentro de un sendero en aquellos años con bastante pujanza dentro del cine norteamericano, de la que su exponente más memorable sería –sin lugar a dudas- la excepcional THE LAST PICTURE SHOW (La última película, 1971. Peter Bogdanovich), y en la que se encuentran productos más o menos valiosos, junto a otros endebles en sus resultados. Dentro de ese contexto, el film de Peckimpah queda definido como un exponente que se ve con relativa placidez, destacado en el intimismo con que se expresa la relación entre el veterano Ace Bonner (Preston) con su esposa Elvira (Lupino). Sin embargo, ello no nos evitará tener que asistir tanto a una machacona exhibición de preámbulos y de actuaciones de rodeo a cámara lenta como a los servilismos que comporta la presencia de McQueen o, finalmente, reconocer que nos encontramos con una auténtica nadería envuelta con cierta habilidad.
Es decir, que no nos encontramos ni con THE LUSTY MEN (1952. Nicholas Ray), ni siquiera con LONELY ARE THE BRAVE (Los valientes andan solos, 1962. David Miller) o la coetánea I WALK THE LINE (Yo vigilo el camino, 1970. John Frankenheimer). Dejémoslo en un relato más o menos grato pero insustancial, reconociendo en algunos momentos de su desdramatizado relato algunas de las propiedades que albergó el cine del desaparecido cineasta norteamericano.
Calificación: 2’5
3 comentarios
santi -
santi -
el problema de peckinpah que pese que cuenta con muy buenas peliculas , perros de paja , la huida , la excelente la balada de cable hogue y sus obras maestras quiero la cabeza de alfredo garcia y su mejor y gran pelicula grupo salvaje, donde es muy dificil recordar una direccion tan perfecta y un casting tan completo, al menos en el cine de los ultimos 40 años , quizas el padrino
el problema de peckinpah aparte de su compleja y trastornada personalidad, era como las productoras le daban siempre por saco no dejarle hacer todo lo que el queria en ocasiones
peckinpah es un monstruo del cine que por desgracia su llama se apago muy pronto y que influencio a varios cineastas , que hubiese sido de tarantino sin el, es scorsese mejor que el gran tio sam?
su cine es muy estimable , el que no lo vea asi que revise una y otra vez wild bunch o que vea esa surrealista y entretenidisima peli quiero la cabeza de alfredo garcia
sin olvidarme de clave omega que pese a ser una peli pequeña tambien entretiene lo suyo
EL COBRA,CORNELLA,BARCELONA. -