FATHER WAS A FULLBACK (1949 John M. Stahl)
Según voy accediendo a los títulos que forjaron el periodo de John M. Stahl al servicio de la 20th Century Fox, más convencido estoy de la injusta valoración y/o desprecio, con que este conjunto de nueve títulos fue recibido, con la sola excepción del mítico LEAVE HER TO HEAVEN (Que el cielo la juzgue, 1945). Habiendo tenido hasta el momento la oportunidad de contemplar seis de ellos, el visionado de FATHER WAS A FULLBACK (1949) –penúltima de sus películas-, me ratifica en la impresión de que el marco del estudio de Zanuck supuso para Stahl un contexto inmejorable para la experimentación, al tiempo que se convertía en un profesional respetable para el mismo. Creo sin embargo que una mirada más o menos detenida en torno a los títulos que componen este periodo, permiten atisbar el alcance renovador con los que el ya veterano realizador acometía cuantas variantes genéricas acogieran las películas rodadas. Esa sensación se expresa con claridad en FATHER WAS... que en una primera instancia podría delimitarse como una típica comedia familiar, al estilo de las que se prodigaban en aquellos años, y que ejemplificarían incluso los títulos filmados a inicios de los cincuenta por Vincente Minnelli, contando con el protagonismo de Spencer Tracy. Fueron todos ellos –con independencia de que albergaran un cierto grado de eficacia- títulos acomodaticios y conservadores, en los que la unidad del concepto familiar y una exaltación burguesa del American Way of Life quedaba claramente de manifiesto.
Pues bien, en esta línea podría incluirse por derecho propio el título que nos ocupa, pero una vez más John M. Stahl se muestra divergente e incluso adelantado a su época, al plasmar una comedia que escamotea por completo la intuición del espectador, erigiéndose como un retrato naturalista e incluso incómodo, que parece preludiar una concepción de la comedia que tendría su incorporación en el cine norteamericano algunos años después, de la mano de realizadores como George Cukor. Así pues, la película parece en principio acogerse dentro de la temible modalidad de comedia de ambiente deportivo –en este caso una competición de béisbol-, aunque muy pronto demostrará que dicha ambientación no supone más que un fondo sobre el que se expresará la creciente frustración del protagonista. Este es el entrenador de la universidad State, George Cooper (Fred MacMurray). Su equipo no cesa de perder partidos, poniéndose en tela de juicio su continuidad como entrenador. A esta acuciante frustración profesional y deportiva se unirá el conflicto psicológico que vivirá su hija mayor –Connie (Betty Lynn)-, una muchacha de cierta inquietud intelectual que provoca el justificado rechazo de los muchachos compañeros de instituto. Entre la creciente inquietud que conlleva la creciente escalada de derrotas, y los intentos que rozan el ridículo de cara a buscar pretendidos jóvenes interesados en Connie, la película se dirime en una aguda disección de la mentalidad del norteamericano medio. Stahl demuestra moverse con destreza en el género de la comedia, logrando al mismo tiempo aportar un toque personal. Una mirada ingeniosa que no evita la presencia de situaciones divertidas –el equívoco iniciado con la falsa llamada telefónica del falso Joe Birch a Connie, que culminará con la presencia de múltiples y falsos Birch; las apuestas que la criada realizará siempre al equipo contrario al que disputa George- y algunas realmente hilarantes –la manera con la que se desvanece el jugador sorpresa que el entrenador tenía previsto para ganar el partido más disputado del campeonato-. Pero por encima de dicha adscripción y de su ingeniosa conclusión –en la que finalmente la hija mayor servirá como elemento involuntario para resolver el doble conflicto vivido por la familia-, lo interesante de FATHER WAS... reside en el extraño tono asumido. En esa mirada un tanto distanciada en función del contexto que relata, que no omite la plasmación del lado oscuro de la idolatrada pasión deportiva del norteamericano –ese fundido que traslada la figura de Cooper tomando como fondo el fragor del partido, a otro plano igualmente encuadrado, pero con el estadio vacío-, es donde cabe entresacar la singularidad de esta extraña aportación a la comedia americana, que quizá se presente como uno de los precedentes más interesantes y poco conocidos de este sendero de renovación, que tendría su continuidad en el cine norteamericano pocos años después.
Al mismo tiempo, podemos encontrar en la película una determinada singularidad en su argumento, ya que esa sensación agobiante se va trasladando de padre a hija mayor y, finalmente, también a la hija pequeña, quien para llamar la atención no dudará en imitar los mismos lamentos que Connie había puesto en práctica con anterioridad. Unamos a ello la presencia de magníficos característicos, como el representante del consejo universitario que encarna el hilarante Rudy Vallee o Jim Backus, y podremos redondear los atractivos de una comedia insólita, a lo mejor no pródiga a la hora de provocar carcajadas, pero que tiene la virtud de trasladar los modos de estilo tan personales en el cine de su artífice a un género en teoría temible –la comedia familiar-, para lograr subvertirlo –como antes lo logró con su aportación al melodrama-, poniendo esencialmente en práctica una mirada distanciada pero al mismo tiempo irónica, de un contexto contemporáneo idílico en una primera visión, pero muy pronto receptor de múltiples neurosis e inseguridades.
Calificación: 3
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