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CINEMA DE PERRA GORDA

RESERVATION ROAD (2007, Terry George) Un cruce en el destino

RESERVATION ROAD (2007, Terry George) Un cruce en el destino

“En Connecticutt no están habituados a la muerte”, es una frase más o menos literal que se pronuncia ante una de las clases que dirige el profesor Ethan Learner (Joaquin Phoenix). En esos términos podría expresarse la entraña de RESERVATION ROAD (Un cruce en el destino, 2007. Terry George), un este relato dramático, que podríamos definir como una apreciable mixtura entre 21 GRAMS (21 gramos, 2003. Alejandro González Iñárritu), CRASH (2004, Paul Haggis) y FAR FOR HEAVEN (Lejos del cielo, 2002) –muy por encima de las dos primeras, y del mismo modo muy por debajo del magistral film de Todd Hayness-. Dicho enunciado tiene su explicación al contemplar el dramático, percutante comienzo de esta película de Terry George, desarrollada en un ámbito lujoso y residencial, y también dentro del contexto de unos seres dotados de una inicial estabilidad económica, seguros en sus profesiones, y provistos de una previsible cordura. En un instante, esa aparente comodidad se transformará en tragedia, cuando el pequeño hijo de Ethan y su esposa Grace (Jennifer Connelly), contemplarán como su hijo es atropellado en la noche, mientras el responsable del accidente huye sin hacer frente a la trágica situación. Este es Dwight Arno (Mark Ruffalo), divorciado de Ruth (Mira Sorvino), un abogado con porvenir, que de repente verá centrado ante si la sombra del remordimiento –obsérvese lo absurdo del hecho luctuoso, provocado por los deseos del niño de dar libertad a unas luciérnagas, y una inoportuna llamada de móvil de Arno a su exmujer, impaciente ante el retorno de su pequeño hijo, con el que ha compartido un partido de béisbol-.

Será el punto de partida de dos líneas paralelas –la del creciente tormento sufrido por los Learner, al contemplar como el tiempo pasa y hacen tangible la ausencia de su hijo fallecido, y la impotencia de la policía para capturar al autor del crimen –del cual su padre comprobará que aún haciéndolo, recibiría un castigo bastante venial-. Por otro lado comprobaremos el creciente nivel de angustia sufrido por el involuntario ejecutor, que de forma fortuita se convertirá en el encargado de la defensa de los Lerner. Las líneas paralelas convergerán de forma caprichosa, en este drama que se suma a ese ya amplio subgénero mostrado en el cine norteamericano de los últimos años, y expresado como directa consecuencia a ese sentimiento de vulnerabilidad sufrido en el seno de su sociedad a raíz de los atentados del 11S. Esta sensación no solo se plasmará en producciones de carácter bélico sino, de forma más concluyente, en un tipo de cine que, justo es reconocerlo, goza de tanto predicamento como, en líneas generales, no pocos baches y fisuras, hasta el punto de que suele expresarse más que como un cúmulo de clichés y trampas cinematográficas, bañadas por mensajes pseudo complacientes, apoyados por las “estrellonas” más reconocidas del panorama hollywoodiense. De los ejemplos antes señalados –junto con otros que por no haber visto, uno que es prudente, no puede calificar-, se nutre esta corriente, que estoy convencido con el paso del tiempo quedará más como un conjunto de interés arqueológico, entendiendo la escasa real valía del mismo.

Por fortuna, el film de Terry George –del cual confieso no haber visto aún HOTEL RWANDA (2004)-, logra emerger de dicho conjunto de clichés –muy al estilo Iñárritu / Cortés-, se centra en una historia sencilla, sin abusar de ese cruce de destinos, ciñéndose por el contrario en la narración de una situación que en ningún momento aparece como extraordinaria, y procurando que el trazado, la descripción y el comportamiento de sus personajes, aparezca como algo creíble. Cosa en principio factible, en la medida que el conjunto de su reparto aparece excelente sin fisuras, sin recurrir a las concesiones “estelares” que tan proclives son en este subgénero –da miedo pensar si en ella estuviera presente un Brad Pitt- no abusando de esos momentos “fuertes” a los que son tan proclives este tipo de películas –los hay, pero en líneas generales resultan justificados proporcionando al conjunto una sensación de honestidad y verdad que, por lo general, resultan ausentes en otros ejemplos de esta vertiente-. La cámara de George se ciñe al devenir de la historia, apostando de forma abierta y desprejuiciada por los senderos del melodrama, huyendo de una narrativa entrecortada y gratuita –en la medida que es posible en los tiempos visuales que corremos-, y buceando por unos sentimientos y comportamientos –por ejemplo, la búsqueda de Ethan por internet de personas que comparten con él la misma angustia generada por el accidente catalizador de la tragedia-.

Cierto es que RESERVATION ROAD podía haber explorado más recovecos de complejidad en su trazado, y que su conclusión pueda aparecer tan simplista… como al mismo tiempo honesta. Esa honestidad permite que nos encontremos ante un melodrama sincero y emocionante en sus mejores momentos, huyendo de trampas y lugares comunes en los que podría haber incurrido con tremenda facilidad, y que en esa propia sobriedad y sencillez, nos demuestra que el ser humano es, de un instante a otro, capaz de lo peor… a lo mejor. Máxima que se establecerá como transparente metáfora en ese contexto acomodado, frondoso y de casas elegantes y tranquilas, en el que transgrediendo su cotidianeidad, se insertó una tragedia que transformó a quienes la vivieron. Es decir, que la fragilidad está presente incluso entre los ámbitos más seguros de la cordura. Cristalina parábola, que Terry George Maneja con un nada desdeñable margen de soltura, convirtiendo esta limitada pero atractiva película, en un curioso precedente –o, si se me permite la expresión, una variación previa- de la inmediatamente posterior REVOLUTIONARY ROAD (2008, Sam Mendes), con la que comparte el nivel medio de ambas. Únicamente el hecho de que la obra de Mendes concurra con un reparto más “atractivo” y su formulación cara a los premios Oscars, lo hizo merecedor de una superior valoración que el que comentamos. Ni tan buena es la obra de Mendes, ni tan merecedor del rápido olvido es el título que comentamos.

Calificación: 2’5

4 comentarios

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Juan Carlos Vizcaíno -

Efectivamente, Diego. Puntúo las películas entre "0" y "5", introduciendo los medios puntos para matizar. En este caso, el "2'5" viene a definir un producto apreciable y de moderado interés. Pero que conste que suelo ser quizá demasiado rigurosos en mis calificaciones. De hecho, creo que entre las miles de películas que he visto, tengo puntuados con "5" algo más de sesenta títulos. Ya ves.

Un saludo.

Diego -

A esta peli la vi hace un tiempo, realmente me pareció muy buena. Tus puntuaciones son hasta de 0 a 5?

Carlos Díaz Maroto -

La verdad, ni me había fijado nunca en esta película. Gracias por tus comentarios, intentaré echarle un ojo.