KING OF THE KHYBER RIFLES (1953, Henry King) El Capitán King
La principal imagen que retengo como espectador de KING OF THE KHYBER RIFLES (El Capitán King, 1953. Henry King) no se centra en elementos más tangibles o quizá aparatosos, sino en un detalle apenas imperceptible, que a mi modo de ver define la tensión interna que se describe en sus secuencias de interiores. Me refiero a la presencia de esos palmitos situados en los techos de las estancias del fortín británico en la India, representando de alguna manera la tensión que se vive por parte de una minoría opresora que, no obstante, admite en su seno la presencia de la amenaza de la rebelión indígena. Estamos viviendo el periodo del centenario de la dominación de aquella colonia británica, e incluso las profecías de sus habitantes hablan de esa inminente actitud de sus sojuzgados habitantes. Incluso un charlatán en plena plaza pública, hace alusión a la llegada de la “noche de los cuchillos largos”, en una disertación que adquiere un tinte ensoñador y al mismo tiempo inquietante, cuando logra atraer pájaros a su alrededor. Será una situación que vivirá con entereza el capitán Alan King (un impecable Tyrone Power), y también contemplará con cierta curiosidad la joven Susan Maitland (Terry Moore). Será quizá un instante de especial significación, ya que en él se plantea el auténtico nudo gordiano de la acción en esta interesante propuesta realizada por Henry King. Y cuando subrayo “la acción”, lo hago con especial énfasis, ya que el verdadero eje de su entramado es la odisea de un hombre desplazado. King es un oficial valeroso, respetado y de intachable trayectoria, pero en su interior sobrelleva el estigma de ser un mestizo. Ello quizá no le haya permitido sufrir ninguna objeción por parte de los auténticos habitantes de la colonia, pero sin duda sí que –de forma siempre sutil, no olvidemos que se trata del mundo de los oficiales ingleses- ha visto actitudes y menosprecios, mostrando el latente racismo y clasismo inherente a la sociedad inglesa. La relación que se establece entre Susan y King, supondrá en este contexto, el elemento revulsivo contra esa actitud de sibilina humillación que hasta entonces ha sobrellavado el siempre fiel y carismático militar mestizo.
No soy el primero en señalarlo, pero es evidente que KING OF THE… ofrece una estructura que debe mucho al universo del western. Es más, en nada podría cambiar ninguno de sus personajes si los trasladáramos a los páramos rocoso de cualquier marco del cine del Oeste –la secuencia inicial es paradigmática en este sentido-. Del mismo modo, en su trazado destaca la apuesta por el formato panorámico elegida por su realizador, permitiendo que su planificación obedezca a planos generales o americanos prácticamente en el 95 % de su metraje. Esta circunstancia, unido al espectacular cromatismo que ofrece la fotografía de Leon Shamroy, brinda a la película una textura especial, serena y relajada en apariencia, pero que esconde en sus claroscuros las turbulencias y tensiones que rezuman sus personajes y sus propias acciones. Serán de manera especial dos ámbitos que serán entrelazados de manera atractiva a través del guión de Ivan Goff y Ben Roberts –basado en una novela de Talbot Mundy-. Uno de ellos será la rebelión de esos habitantes cansados de ser sometidos, prestos a unirse para lanzar el legítimo derecho a su autogobierno. Pero a ello se unirá ese drama interior de un mundo dominante, que advierte casi a pesar suyo, que se encuentra presto a la descomposición. Cierto es que la película en este sentido ofrece una conclusión complaciente y hasta cierto punto apresurada –sin duda el elemento menos valioso de su conjunto-. Pero ello no impide asistir a ese desmoronamiento de la suficiencia británica, máxime cuando esta se plantea en un ámbito propicio para ello como es el militar. En dicho contexto, Alan King es sin duda un ser incómodo, un aspecto este que será planteado con agudeza en una película, en la que destacarán sobre todo el uso de la pantalla ancha, introduciendo en ella la disposición de sus elementos puestos en el interior del plano o el movimiento –o actitudes- de sus personajes, antes que apostar por la movilidad de la cámara. Esta circunstancia –que puede que algunos contados momentos acuse un cierto estatismo al relato-, en líneas generales le brinda uno de sus mayores rasgos de singularidad. Esa inquietante serenidad se encuentra presente en todos los momentos de su metraje, aportando en algunos momentos un aire casi feérico –las secuencias en las que el ruido de las copas de los árboles tiene un especial protagonismo, en especial aquella en la que King y Susan bailan una pieza de la fiesta que se está celebrando en un recinto cercano, para conmemorar el cumpleaños de la Reina de Inglaterra –al que el capitán no ha sido invitado-.
Pero ese mismo aspecto, tendrá en la película otros exponentes sin duda aún más atractivos. Y pienso en ello en la terrible secuencia de la condena a muerte de los oficiales británicos, por parte de los esbirros de Karram Kahm –en donde la composición horizontal resaltará la crueldad de las ejecuciones a punta de lanza-, pero, sobre todo, en el memorable episodio que vivirá la pareja protagonista en unas misteriosas ruinas ubicadas en pleno desierto, donde se refugiarán de las incidencias de una misteriosa tormenta, al tiempo que King resitirá el ataque de un grupo de cuatro guerrilleros. Será quizá el mejor fragmento del film, que lo entronca con esa vertiente mística que su realizador incorporó cuantas veces pudo en su cine, y en donde el espectador comenzará a intuir la relación de amor que –aún de forma latente- se ha establecido entre ese capitán mestizo, y la propia hija del máximo mandatario del fortín británico, representando al mismo tiempo la llegada de unos nuevos tiempos, en donde la sociedad de clases y castas había de ser puesta en clara revisión.
Antes señalaba el cierto apresuramiento y el carácter más o menos conformista que define la conclusión de KING OF THE… Sin embargo, y aún reconociendo esta limitación, Henry King supo lograr un producto atractivo, repleto de sugerencias, y expresado en la pantalla con esa serenidad consustancial a su cine, que en modo alguno impedía que sus imágenes estuvieran repletas de matices, sugerencias y velados mensajes. En ocasiones ocultos bajo el movimiento de una cortina, la inflexión de un actor, o un determinado tipo de iluminación elegido para una escena concreta.
Calificación: 3
1 comentario
westerner -
La delicadeza y elegancia de la escena del baile fuera de la fiesta anticita la sensibilidad de LOVE IS A MANY SPLENDORED THING.
Henry King era un director muy personal que conseguia profundizar en la psique de sus personajes alargando en su justa medida los primeros planos de los mismos y cuyas obras solian tener un ritmo relajado y una puesta en escena tan sencilla como elegante.Además sus obras suelen tener una hondura reflexiva e incluso mística.
Como curiosidad destacaré que la melodia que toca el sirviente indio ya apareció con anterioridad en la espléndida THE RAINS CAME en una escena romántica similar a ésta, donde el silencio y la mirada de ella describen su incipiente enamoramiento.