CREATURE WITH THE ATOM BRAIN (1955, Edward L. Cahn)
Dos son los aspectos que en realidad me interesan al contemplar CREATURE WITH THE ATOM BRAIN (1955), una de las numerosas aportaciones que brindó el destajista Edward L. Cahn al fantastique durante la década de los cincuenta. La primera, lo ofrece su imagen inicial, sobre el que se superponen los títulos de crédito, y que en su propia configuración parece preludiar incluso el célebre icono visual del Padre Karras en THE EXORCIST (El exorcista, 1973. William Friedkin). Se trata de ese plano general fijo, delimitando el exterior nocturno de una calle rodeada de árboles y silueteada por farolas, del que emerge una criatura que se va acercando, y a la que apenas podemos identificar ni en su configuración física ni, lo que resulta más inquietante, en sus intenciones, aunque intuyamos por el aire numinoso de la secuencia, que nada positivo emane de la misma. El otro rasgo atractivo –que proviene más de su singularidad dentro de una producción hollywodiense-, se encuentra en el tranquilizador final de la función, en el que Chet Walker (Richard Denning), especialista del departamento científico de la policía, se reúne con su esposa y su hija tras haber resuelto el caso que ocupa la función. En la cena que comparte con ambas, la pequeña recibe una muñeca que sustituye a “Tio Dave”, el compañero de policía que ha desaparecido al ser lobotomizado por los villanos que han provocado la situación central de la película. Como quiera que este fue el que destrozó la muñeca que esta poseía, al recibir la sustitutoria la niña la bautizará como “Dave”. A preguntas de sus padres sobre como le ha otorgado un nombre de hombre, la niña espeta con toda su inocencia ¡Que será tortillera! Puede parecer delirante esta anécdota, o quizá los subtítulos hayan jugado una mala pasada a dicha situación, pero de alguna manera no dejan de proporcionar un componente transgresor digno de agradecer en un filmque, en última instancia, ofrece tan pocos alicientes, como esta enésima aportación guionística de Curt Soidmak sobre su consabida idea de la utilización científica y alienante del cerebro humano.
CREATURE WITH… narra –en poco más de una hora de duración-, la estrafalaria iniciativa promovida por un vengativo delincuente –Frank Buchanan (Michael Granger)- unido a un ex científico nazi –Wilhelm Steigg (Gregory Haye)-. Ambos se encaminarán a un peligroso experimento, destinado a lograr reutilizar los cadáveres de seres recién muertos –curiosamente, todos ellos hombres-, para implantar en sus cerebros un complejo artilugio, destinado a dominar con el uso de electrodos y ayudados de pantallas, la voluntad de estos cadáveres, ejecutando a través suyo la venganza de Buchanan contra todos aquellos que en el pasado contribuyeron a que fuera enjuiciado y condenado. La secuencia de apertura antes señalada, nos mostrará el primero de los crímenes ejecutado por uno de los peculiares zombies, en la persona de un conocido representante del mundo del hampa –un episodio provisto de cierto impacto, consiguiendo el muerto en vida “partir” literalmente a su objetivo, mostrando el asesinato proyectado en sombras-. El siguiente será un conocido fiscal, lo que ya encenderá las alertas de la policía, aunque desconcierte sus objetivos al ser dos víctimas procedentes de contextos totalmente opuestos. La investigación será comandada por el citado Walker, ayudado del capitán Dave Harris (S. John Launer), quienes poco a poco irán acercándose a la compleja singularidad de un caso, aunque se resistan a admitir unas explicaciones por completo inverosímiles. Pero la estela de crímenes se sucederá, hasta que en un momento determinado estos se conviertan en una auténtica amenaza para la población, sucediéndose una serie de catástrofes provocadas por los zombies de Buchanan –en un collage que roza el ridículo- encaminado a pedir de las autoridades que cesen en sus investigaciones en torno a la radioactividad que presentan los experimentos humanos que provocan la acción. Pese a estas amenazas, y también pese al hecho de que el tandem de villanos logre atrapar para sus objetivos a Dave, la actuación policial llegará a acorralar a estos, destruyendo su centro de operaciones, pese a que los dos artífices utilicen para ello el conjunto de cadáveres que tenían a su disposición en contra de las fuerzas del orden.
No vamos a engañarnos; el film de Cahn no pasa de ser una mediocridad. Cierto es que ese inicio atrayente, la secuencia inicial y el tono fotográfico que ofrece esta producción de serie B de la Columbia, invita a contemplar más de lo poco a poco, va ofreciendo su escaso metraje. Un relato que muy pronto renuncia a su componente fantastique, para quedar más escorado a la grisura de una crónica policial que, hay que reconocerlo, se desenvuelve con tanta desgana como escasa irritación. Es decir, incluso en una obra prescindible de su realizador, encontramos en él maneras defendibles de un cineasta con un mínimo de talento –a bastante distancia del tan referenciado como inútil Edward L. Wood-, pero que se muestra incapaz de salirse de la rutina que ofrece su conjunto. Un conjunto este en el que tan solo podemos destacar elementos que podrían haber ofrecido un juego superior –esas estructuras de plástico que sirven para aislar los cadáveres describir visualmente la resolución de los crímenes, o la idea –tampoco aprovechada- de la presencia de pantallas que permiten la visualización por parte de los dos villanos de las acciones de sus “muertos vivientes” manipulados.
En el debe de la película ha de quedar, por otra parte, la resolución de esa secuencia en la que todos los cadáveres activados en grupo se enfrentan a las fuerzas de la ley, definida con una torpeza inusitada, o la nula credibilidad que adquiere en el espectador el hecho de la manipulación del cerebro de Dave en apenas unos instantes –no hablamos de elipsis convincentes-, mostrándolo con unas costuras en su cerebro que aparecen consolidadas como si se hubieran realizado hace meses. En definitiva, CREATURE WITH THE ATOM BRAIN no puede más que asumirse como uno de esos típicos complementos de programa doble de la época, caracterizados más por su valor testimonial en torno a un modo de hacer cine ya periclitado, y algunos leves apuntes que apenas logran elevar el conjunto de la mediocridad más absoluta.
Calificación: 1
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