REBUS-FILM Nº 1 (1925, Paul Leni)
Cuando Paul Leni ya había logrado llamar la atención dentro de la cinematografía alemana con DAS WACHSFIGURENKABINETT (El gabinete de las figuras de cera, 1924), no se resistió a la tentación de –por así decirlo- “juguetear” con las posibilidades que brindaba un lenguaje cinematográfico, en aquel entonces muy influenciado por los experimentos de montaje heredados de la escuela soviética. En definitiva, REBUS-FILM Nº 1 (1925) este por momentos delirante corto de apenas quince minutos de duración, que se ofrece recuperado en edición digital con su adaptación a lenguaje inglés, se plantea como una especie de broma visual, planteada a un ritmo sincopado, por momentos centelleante, insertando en su discurrir la presencia de personajes animados e, introduciendo, de manera muy sutil, una mirada nada solapada a la diversidad e incluso la desigualdad existente en el conjunto del mundo. Pero Leni lo plantea de manera ligera, describiendo su corto como “el primer crucigrama filmado del mundo”. A partir de dicha premisa, y por medio de un montaje por momentos deslumbrante, se adelanta durante décadas y de manera más sincopada, a esos posteriores documentales que serían moneda corriente como elemento previo a cualquier emisión cinematográfica en las grandes pantallas –nuestro ejemplo nacional serían los inefables “Nodos” franquistas-.
A partir de dicha ingeniosa idea, la cámara de Leni –ayudado por los divertidos intertítulos de Hans Brennert, y el uso de imágenes de tipo documental, nos brinda un inusual, sorprendente e incluso caótico por diferentes lugares de la geografía mundial, con la sencilla y liviana excusa argumental de intentar descubrir los términos que encierran las diferentes acepciones de ese crucigrama que dirige un curioso personaje de animación. En realidad, REBUS-FILMS Nº 1 no supone más que una curiosa y atractiva charada que, eso es innegable, mantiene vigente esa frescura con la que fue realizada, esa sensación de sencillo pasatiempo bajo el que se esconde una inquietud puramente visual, que quizá permita que dentro de su corta duración, su resultado perdure con más vigencia que otros títulos más reconocidos y. permítaseme señalarlo, cuestionables en el alcance de su pretenciosidad.
Por el contrario, a Leni no le importa jugar con la superposición de planos, o retroceder en una supuesta conclusión que se parece suceder de manera muy rápida. En definitiva, jugar con el espectador a la hora de intentar mantener la supuesta incógnita de los términos que expone el crucigrama –es curioso sobre todo como intenta plantear una visión original que impida reconocer Paris a primera vista-, en los que nos llevará al polo norte, a fábricas de hielo, a la propia india o al concierto de una banda de jazz. En definitiva, el gran mérito que muestra este juguete fílmico –del que Leni firmó otro del que al parecer no se conocen copias, y en cuya fórmula reinició en diversas ocasiones consecutivas- es ratificar la vitalidad que ya había demostrado como cineasta en el atractivo largometraje antes citado, que en realidad no suponía más que la valiosa superposición de tres historias complementarias, de dispar tinte y atmósfera. Dentro de una obra trágicamente breve, que impidió al realizador su segura conversión como uno de los grandes cineastas emigrados de Alemania a Estados Unidos –no pocos señalan que pudo haber tenido una andadura comparable a la de Fritz Lang-, lo cierto es que ya en 1925 ponía en práctica esa capacidad por divertirse con el manejo de un lenguaje visual en entonces muy en boga, pero que curiosamente no sería el que utilizaría con posterioridad en sus extraordinarias THE CAT AND THE CANARY (El legado tenebroso, 1927) y THE MAN WHO LAUGHS (El hombre que ríe, 1928). Ambas tragicomedias bizarras, en las que Leni aunó con una especial inspiración la herencia expresionista, con las posibilidades que le brindaba un Carl Lamemle que, casi sin pretenderlo, puso en práctica el caldo de cultivo para la génesis del cine de terror en USA. Es por ello que REBUS-FILM Nº 1 aparece como un breve y lejano divertimento, pero no por ello desprovisto de atractivo. En su cuarto de hora de duración, hay más talento y capacidad de sorprender al espectador, que en tantos y tantos largometrajes sobrevalorados en la historia del cine.
Calificación: 3
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Luis -