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CINEMA DE PERRA GORDA

THE PIRATES OF BLOOD RIVER (1962, John Gilling)

THE PIRATES OF BLOOD RIVER (1962, John Gilling)

En los últimos años, y al igual que está sucediendo con otros realizadores que durante décadas fueron dejados en el olvido dentro del ya de por sí denostado cine británico, parece existir un cierto reconocimiento en torno a la figura de John Gilling (1912 – 1984), en líneas generales recordado por su adscripción dentro de la nómina de Hammer Films. El célebre estudio donde se gestó buena parte del mejor cine fantástico de la década, contó con su aportación en títulos más que estimables, por más que Gilling también desarrollara su adscripción a dicho género fuera de dicho ámbito de producción, como demuestra la magnífica THE FLESH AND THE FIENDS  (La carne y el demonio, 1960) o la mítica –por desconocida, incluso por un servidor-, THE SHADOW OF THE CAT (1961), que algunos especialistas señalan como su mejor película. Dentro de una filmografía que se extendió a más de treinta títulos de diversos géneros, quizá es en la primera mitad de la década de los sesenta donde encontremos lo mejor de su obra, de la que no me gustaría extraer excesivos ditirambos, pero sí reconocer de entrada la grata sorpresa que para mi ha supuesto el visionado THE PIRATES OF BLOOD RIVER (1962), que Gilling firmó a continuación de la citada SHADOW OF…, suponiendo su primer rodaje al servicio de Hammer Films en su unión de producción con la división británica de la Columbia Pictures. Lo primero que puede sorprender al espectador poco avezado, es comprobar que en el estudio de Hinds y Carreras se rodaran propuestas de otros géneros –aventuras, policíacos- al margen del que les hizo célebre. Pues así fue, incluso de la mano del gran Terence Fisher. Pero es que cuando nuestro director se hace cargo de esta película, ya había firmado tres años antes otra inserta en un contexto más o menos similar, de resultado apreciable aunque interés más menguado –FURY AT SMUGGLERS’BAY (La bahía de los contrabandistas, 1959)-, que quizá fuera el detonante para que no mucho tiempo después se hiciera cargo del título que protagoniza estas líneas. Una producción que, he de reconocerlo, ha supuesto para mi una gratísima sorpresa, erigiéndose como un vibrante exponente del cine de aventuras, situándolo por encima de otros títulos de su director más reputados –quizá por estar insertos dentro del cine fantástico, quizá por el mero hecho de que hayan podido contemplarse-, cosa más difícil de lograr que en el ejemplo que nos ocupa.

THE PIRATES OF BLOOD RIVER se inicia en el seno de la isla de Devon, en la que se han refugiado tiempo atrás un colectivo de Hugonotes durante el siglo XVII. Un conjunto en apariencia pacífico de hombres y mujeres guiados por las leyes de Dios, entendidas estas desde un prisma áspero y carente de humanidad. Será un contexto de población que rige con un sentido de la justicia demasiado severo el veterano Jason Standing (Andrew Keir, habitual y notable actor del estudio). Este ejercerá como máxima autoridad investido bajo la representación de Dios en la isla, viviendo la situación de infidelidad que su propio hijo –Jonathon (un muy eficaz Kerwin Mathews)- ha cometido con la joven Maggie –uno de los escasos elementos que se encuentran poco explicados en la película-. Esta será descubierta tanto por el padre como por su grupo de acompañantes, intentando huir ambos y concluyendo con la trágica muerte de la joven, devorada por las pirañas que se insertan en un lado. A partir de ese momento, Jonathon será juzgado y vivirá una existencia infernal en un penal caracterizado por su brutalidad, del que logrará huir, siendo recogido y admitido por el colectivo de piratas que comanda el tan cruel como meditado y circunspecto capitán LaRoche (Christopher Lee). Tras el contacto entre el huido y el líder de los bandidos, se planteará un pacto de no agresión entre ambos, puesto que Standing hijo se comprometerá a guiar a los piratas a su isla, teniendo la palabra por parte de su líder de que desean utilizar el delimitado espacio físico como lugar de reposo. La realidad será bien diferente, puesto que en realidad LaRoche y sus crueles sicarios van en busca de un tesoro que conocen albergaron en la población los antecedentes de los Hugonotes allí instalados de manera pacífica, realizando muy pronto todo tipo de crueles excesos que soliviantarán la vida diaria de la colonia, al tiempo que pondrán al veterano Jason en una situación compleja, ya que él en el fondo sí que conoce la existencia de dicho tesoro y el lugar de su ubicación. Por su parte, su hijo descubrirá el engaño al que ha sido sometido, intentando reencontrarse con su cuñado –Henry (Glenn Corbett)-, e iniciando una difícil contraofensiva para derrotar al experto y numeroso colectivo de piratas.

Lo primero que destaca en el film de Gilling –que dispone de un primer tercio absolutamente brillante-, es la magnificencia de su HammerScope, unido a ello la luminosidad de la fotografía de Arthur Grant, proporciona al espectador una extraña sensación de magnificencia que, de entrada, capta el interés del espectador, combinando esos malos augurios que algunos lugareños advierten con la llegada a la población de las autoridades, en el contraste de la secuencia que en pleno campo nos describe la relación amorosa existente entre Jonathon y Maggie. El uso de esa pantalla ancha, proporciona al conjunto del relato una sensación de totalidad, que no va en menoscabo de ese nada soterrado grado de crueldad que anida en el conjunto del mismo. Y es que, a fin de cuentas, el film de Gilling –que cuenta con argumento de Jimmy Sangster-, plantea la oposición entre la débil frontera existente entre la intolerancia y el ejercicio –digámoslo así- “profesional” de la violencia. Una y otra vertiente del comportamiento humano, se darán de la mano en un relato que posee la virtud de un ritmo magnífico, la notable prestación musical de Gary Hughes, y la sensación de asistir a un espectáculo ejecutado por un equipo técnico y artístico que no solo conocían las claves del subgénero en el que se adentraban, sino que lo asumían como si este se desarrollara entre manos expertas. Ello no impedirá que en el mismo –tal y como podían mostrarse en otras propuestas previas del género, y fuera algo familiar en el cine de Gilling-, se expresen situaciones bizarras caracterizadas por su crueldad. Desde el tratamiento que el joven hijo de Standing recibirá en el penal –incidiendo en el rechazo que provoca su atractivo aspecto físico-, esa pelea en la que dos de los piratas luchan a espada por una mujer con los ojos vendados –uno de ellos será el jovencísimo Oliver Reed-, hasta la extrema crueldad que desprenderá el personaje encarnado por Peter Arne –Hench, uno de los componentes del grupo de LaRoche-, aspectos como esa lucha de los hombres que comanda Jonathon –inferiores en número-, pero que irán diezmando a los piratas mediante fórmulas como esas trampas con estacas instaladas en el camino, o la tala de árboles. Junto a esta lucha entre los hombres de ambos bandos, el propio líder de los piratas contará con la inesperada oposición de su vengativo lugarteniente, quien después de ser humillado tras ser arrojado a una gran barrica de vino, se convertirá en uno de sus peores enemigos –que me recordó en algunos momentos cierta situación más o menos similar planteada años atrás por Raoul Walsh en BLACKBEARD, THE PIRATE (El pirata Barbanegra, 1952)-

En definitiva, THE PIRATES OF BLOOD RIVER ofrece un tratamiento respetuoso y al propio tiempo revestido de frescura de un subgénero que Hammer Films –al igual que en otras producciones inglesas de la época- se ofrecían del mismo. Lo curioso en este caso, es constatar la crueldad con la que concluye la película, planteándose la misma casi como una expiación por parte del veterano líder de los colonos, buscando por un lado salvaguardar ese tesoro que ha mantenido escondido al resto de la comunidad –no por motivos materiales, sino como atavismo familiar-, y quizá de manera implícita, siendo consciente que con la intolerancia por la que se dejó guiar a través de su consejo, inició la espiral de violencia que ha vivido su pueblo de forma innecesaria. Inteligente y poco habitual conclusión, para una de las propuestas menos conocidas de Hammer Films, de las que poco a poco vanos conociendo sus derivaciones genéricas, que en líneas generales siempre gozaron del suficiente interés, y que en esta ocasión se erigen personalmente como una inesperada y reivindicable sorpresa.

Calificación: 3

4 comentarios

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Hola, Westerner:

En primer lugar muchas gracias por tus palabras, aunque inmerecidas no dejo
de acogerlas con mucho cariño. Nada hay más grato para cualquier persona
que se dedique a algo, ver como de vez en cuando aquello en que invierte su
tiempo es seguido por alguien. Las películas están ahí y poco mérito tengo
en destacarlas, cuando además desde otras publicaciones se viene siguiendo
ese mismo sendero desde hace mucho tiempo -el de DIRIGIDO POR... sería el
referente más valioso-. Dicho esto, y aunque me alegra que sigas mis
comentarios, no te los tomes al pie de la letra ni como dogma de fé. son
simplemente una opinión personal y subjetiva, que solo puede tener de
válida llamar la atención sobre títulos que quizá en ocasiones no han
gozado de esa oportunidad.

Un abrazo y si, efectivamente, me gustó bastante NO SERÁS UN EXTRAÑO, bajo
mi punto de vista lo más valioso del Kramer director, junto a la también
poco apreciada -pero más conocida- EL MUNDO ESTÁ LOCO, LOCO, LOCO, LOCO.

Juan Carlos Vizcaíno

El 5 de noviembre de 2011 01:21, Blogia <
thecinema.2011110101....@email.blogia.net

Westerner -

Querido Vizcaino:
Eres mi referente en cuanto a recomendaciones cinemátograficas se refiere junto a Carlos Aguilar y su guia de cine.Solo queria felicitarte por tu labor en este muy interesante blog y en especial por tu reivindicación de clásicos semidesconocidos o poco valorados por el resto de crítica especializada.Gracias por descubrirme estas joyas ocultas, la más reciente ha sido "no serás un extraño" de Stanley Kramer.

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Hola, Teo:

No está editada en DVD, como tantas otras producciones de Hammer Films
derivadas a otros géneros que no fueran el fantástico, muchas de las cuales
de notable interés.

Saludos,

Juan Carlos

El 2 de noviembre de 2011 01:40, Blogia <
thecinema.2011110101....@email.blogia.net

Teo Calderón -

No conozco esta película que creo nunca fue estrenada comercialmente en España. ¿Está editada en DVD? Las que sí conozco, las recuerdo con nostalgia porque casi todas ellas las vi cuando era un chaval. Recuerdo que este señor solía dirigir películas con unas mujeres rubias o pelirrojas de explosivo atractivo (Anita Ekberg, Jayne Mansfield, Rhonda Fleming) que agitaron mi primera adolescencia, haciéndola soportable y hasta emocionante. Lástima que acabara sus días de director dirigiendo a Carmen Sevilla.