CURSE OF THE FLY (1965, Don Sharp)
Es bastante probable que cuando en 1958 se estrenó THE FLY (La mosca. Kurt Newman), pocos podían imaginarse que esta producción de la 20th Century Fox con guión de James Clavell –basado en una historia de George Langelaan-, no solo iba a suponer un notable éxito, y erigirse como una de las cimas de la ciencia – ficción fílmica norteamericana, sino que generaría una serie de secuelas, que casi tres décadas después propiciaron incluso un remake de la mano de David Cronemberg. Pero junto a este referente más cercano y reconocido con el paso de los años, se incluyen dos prolongaciones de las tribulaciones de la familia Pelambre. La primera de ellas tendría lugar al año siguiente del referente citado –THE RETURN OF THE FLY (1959)- dirigida por el recuperable Edwards Bernds, y que bajo un formato de serie B –fotografía en blanco y negro- conservaba la presencia de Vincent Price en el reparto, erigiéndose en un simpático producto, digno de mayor consideración de la nula que posee, aunque se sitúe a considerable distancia de su precedente cinematográfico. Pues bien, seis años después, dentro de la división inglesa de la propia Fox, se auspició la iniciativa de prolongar la andadura de la familia de científicos, contratando para ello al ya experimentado Don Sharp, realizador británico al que reclamaron en un intervalo de su casi exclusividad con Hammer Films. El resultado, analizando sus elementos por separado, sería muy fácil calificarlo como delirante. Sin embargo, y partiendo de la base que nos encontramos ante un simple producto de terror de consumo, este no carece de ciertos atractivos, aspecto este en el que no hay que omitir que uno de sus productores es el experimentado Robert L. Lippert, ligado en aquellos años desde su residencia estadounidense con la ya citada Hammer.
CURSE OF THE FLY se inicia con la fuga de una interna del que muy pronto sabremos es un sanatorio psiquiátrico. Se trata de Patricia Stanley (Carole Gray), que ha permanecido ingresada por un trauma sufrido tiempo atrás con su madre, y que no dudará en fugarse en paños menores –estábamos en plenos sixties-. Dicha fuga por los alrededores nocturnos y ajardinados del entorno del psiquiátrico, es mostrada con un curioso ralenti mientras se suceden los títulos de crédito, hasta que esta se encuentra casualmente en la carretera con Martin Delambre (George Baker). Pese a la renuencia de la muchacha, este la protegerá y le proporcionará una gabardina para que cubra su semi desnudez. Será el inicio de una extraña relación que, aunque ambos lo desconocen, va a unir a dos seres portadores de anomalías de diferente calado. Por un lado Martin vive las secuelas de los experimentos sobrellevados por su padre –Henri Delambre (un muy avejentado Brian Donlevy)-, que transforman su aspecto exterior con tintes monstruosos, combatidos con constantes antídotos inyectados. Por su parte, Patricia vive ese trauma interior, aunque en apariencia ello no se manifieste en su trato cotidiano. Contra cualquier posibilidad, ambos contraerán matrimonio, llevando Martin a su nueva esposa a su mansión en Canadá. Será un recinto de viejo cuño, que alberga en sus dependencias laterales un moderno laboratorio donde se siguen ejecutando los experimentos destinados a la inmediata materialización de seres a lugares de gran lejanía, equipados con similares adelantos técnicos. En esos experimentos se encuentra Albert Delambre (Michael Graham), instalado en un laboratorio en Londres, y cada vez más reacio a prolongar unas prácticas que –según hemos ido comprobando-, han dejado secuelas traumáticas. Señales e incluso víctimas, entre quienes han utilizado el pretendido revolucionario aspecto, que en el pasado sirviera de traumática experiencia al antepasado transmutado en su cabeza por la de una mosca.
A partir de esta premisa, Don Sharp logra dar forma y un cierto atractivo a un combinado argumental –obra de Harry Spalding-, que en manos menos diestras hubiera estado condenado al más espantoso de los ridículos. Sin embargo, la sensación opresiva que le brinda su fotografía en blanco y negro, el elegante uso de la pantalla ancha, la sobriedad de su relato –que destaca por un apreciable sentido de la progresión- y, sobre todo, ese aire bizarro que se enseñorea en todo su metraje, permite que su resultado, con ser discreto, no deje de poseer su atractivo. La sensación que se alberga por momentos de asistir a una actualización de las célebres películas de “mad doctors” tan frecuentes en los años treinta –especialmente de manos de la Universal-, esa cierta ingenuidad que proporcionaría la presencia de personajes como la mayordoma oriental –en la que se atisba una nuance de ecos similares a los que esgrimía Judith Anderson en REBECCA (Rebeca, 1940. Alfred Hitchcock)-, en este caso con la anterior esposa de Michael, que se encuentra con aspecto deformado recluida en una celda, el partido que se alcanza de la sobrecargada decoración interior de la mansión de los Delambre –que por momentos se acerca en su escenografía a la ya desgastada escuela italiana del terror, y la dosificación que se brinda de esas víctimas –casi mutantes-, que se encuentran encerradas en unas celdas –magnífica la disposición de la pantalla ancha, que permite vislumbrar la amenaza que se esconde tras ellas-, en la que atisbamos ecos de la lejana y magnífica ISLAND OF THE LOST SOULS (La isla de las almas perdidas, 1932. Erle C. Kenton), son elementos que contribuyen a valorar con cierta aprobación la película.
Nos encontramos ante una producción de clara serie B, carente de actores de relieve –tan solo el muy decadente Donlevy, y la estupenda Rachel Kempson, en el pequeño papel de la regidora del psiquiátrico-, que logra en sus minutos finales una cierta sensación de angustia, en la confrontación del padre –que finalmente quedará desintegrado en su intento de traslado-, los dos hijos, y la rebelión de los seres casi mutantes que en el último momento quedarán convertidos en una masa infecta de resonancias lovecraftianas. En definitiva, sin ser una gran película, lo cierto es que CURSE OF THE FLY merece siquiera una mera reseña en la historia del cine fantástico inglés de la década de los sesenta.
Calificación: 2
0 comentarios