THE THIRD DAY (1965, Jack Smight) El tercer día
Reconozco que el magnífico recuerdo que mantengo de HARPER (Harper, investigador privado, 1966) y en menor medida la festiva y swinging KALEIDOSCOPE (Magnífico bribón, 1966), forjan en mí el espejismo de la valoración de la andadura de Jack Smight. Sin embargo, justo es reconocer que con el paso de los años, y unido a NO WAY TO TREAT A LADY (Así no se trata a una dama, 1968), suponen en realidad el corpus recordable de una filmografía que no fue más allá, y se ahogó en las aguas cenagosas de los cambios estructurales del cine USA y su adscripción a la televisión. En cualquier caso, no oculto que me disponía a contemplar THE THIRD DAY (El tercer día, 1965) con ciertas expectativas, en la medida de estar situada en un lugar previo a la mencionada HARPER –que considero con diferencia su mejor película-, y no soy el primero en señalar que se erige casi como un borrador de la misma. Por ello su visionado, aún encontrando en ella un determinado nivel, no ha dejado de provocarme una cierta decepción. Decepción que va encaminada ante todo en la escasa enjundia que percibo de su entramado dramático –la novela de Joseph Hayes, trasladada como guión de manos de Robert Presnell Jr. y Burton Wohl-, que la buena mano de Smight no logra remontar en sus imágenes, por más que en ellas se perciba una voluntad de plasmar esa evolución en el lenguaje, que era moneda corriente en muchos otros realizadores de la época –pienso en la aportación que por aquellos años planteó Gordon Douglas dentro del thriller-
THE THIRD DAY se inicia con una larga panorámica –desarrollada con los títulos de crédito- que nos describe un caudaloso río y el accidente que se ha producido, que dará pie a la acción del film. Muy pronto veremos como desde las aguas emerge traumatizado y totalmente empapado Steve Mallory (un notable George Peppard), quien poco a poco asumirá encontrarse en un estado de amnesia total. El discurrir de los pasos del protagonista, muy pronto le llevará a la percepción de que la personalidad que ha asumido hasta su accidente, lo describe como un ser amoral, dado a las juergas, sin sentido de las responsabilidad y caracterizado por la constante infidelidad que inflinge a su esposa Alexandria (Elizabeth Ashley, esposa de Peppard en la vida real). Este fragmento inicial posee bastante interés, sintiendo el espectador no solo el drama que sufre Steve por su ausencia de memoria sino, sobre todo, la incomodidad que le proporciona el conocimiento de una psicología con la que su nuevo estado no concuerda. Poco a poco descubrirá su pertenencia a la familia Parsons, que alberga una fábrica de porcelanas destinada por uno de los herederos de la misma –Oliver (Roddy MacDowall- a ser vendida y obtener pingües beneficios. Sin embargo, poco a poco Mallory irá poniendo sobre el tapete unos modos de comportamiento opuestos a los que hasta entonces albergaba, apostando de un lado a la renuncia al modo de vida que hasta entonces llevaba –y que solo conoceremos por las impresiones que desprenden los que hasta entonces lo han conocido, uno de los aspectos más atractivos del film-, y retornando a la fidelidad con su mujer, ayudado por la tía de esta –Catherine Parsons (Mona Washbourne)-.
A partir de esta descripción de situaciones, lo cierto es que interesa más en THE THIRD DAY la manera con la que Smight sabe utilizar el formato panorámico, la dirección artística o la prestación de sus intérpretes, que el seguimiento de un recorrido argumental bastante previsible y, sobre todo, poco convincente en su trazado. Esa sensación de déja vù que el realizador sí que lograba dejar de lado en la espléndida HARPER –quizá por encontrarse ante una base dramática de mayor calado-, en este caso deviene un tanto esquemática, como si su artífice no supiera elevarse sobre los confines del estereotipo que describe una película que por momentos se acerca a lujosos y contemporáneos melodramas erigidos en el cine USA desde finales del decenio precedente, y que por fortuna no tiene en casi ningún momento –los instantes en los que Steve recupera sus flashes de memoria serían una excepción más o menos justificada- la tentación de inclinarse hacia los efectismos visuales que ya habían tenido marco de inclusión en el cine, y que el propio Smight pondría de práctica en la grata y ya citada KALEIDOSCOPE. En su oposición, aporta en esta película una adscripción al clasicismo, que queda descrito además en la presencia de ese patriarca que se encuentra casi en estado vegetativo –encarnado por un veteranísimo Herbert Marshall-. En definitiva, y dentro de su discreción, la película recorre unos lugares comunes, dentro de un argumento insustancial, en el que importa más la forma que el fondo, y que al menos brinda la inesperada capacidad de redención de un ser detestado en todo su entorno, al que su propio atractivo físico y la prepotencia de la que ha hecho gala en su antigua personalidad, le han llevado a una situación límite en ese accidente con el que comenzará el film, en el que resultará herida de gravedad y finalmente muerta su amante Holly Mitchell. A partir de ese punto de inflexión, el renovado Steve tendrá que revocar todo aquello que hizo de él un ser despreciable –un retrato robot que Peppard encarnó con considerable prestancia en otros títulos de su filmografía-, reciclándose de manera implícita en ese hombre responsable que ni su contexto ni su propia personalidad le habían permitido afianzar.
Sin lograr profundizar en dicho enunciado, lo cierto es que THE THIRD DAY se contempla con tanta simpatía como carencia de verdadera hondura. Al menos, y eso hemos de reconocerlo, no se trata de un título que insulte la inteligencia del espectador. En realidad lo que proponen es la reutilización de unas fórmulas mil veces vistas con anterioridad, cocinadas con un look renovado, más no utilizado con la profundidad que este propone.
Calificación: 2
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