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CINEMA DE PERRA GORDA

A STUDY IN TERROR (1966, James Hill) Estudio de terror

A STUDY IN TERROR (1966, James Hill) Estudio de terror

Mucho más caracterizado por su dilatada andadura televisiva, que por una producción como realizador cinematográfico en líneas generales apenas conocida y previsiblemente gris, lo cierto es que la filmografía del británico James Hill solo tiene un relativo punto de gloria con el rodaje de BORN FREE (Nacida libre, 1966) –que no tengo el gusto de conocer- y que quizá deba su fama al célebre tema musical de John Barry que alcanzó aquel año un Oscar a la mejor canción, unido a otro al conjunto de su banda sonora –compuesta al alimón con Don Black-. Sin embargo, antes de esta película de ambientación africana, Hill no dejó escapar la ocasión de asumir la tentación de realizar una propuesta de cine de terror, dentro de un ámbito temporal en el que el mismo aún vivía un cierto apogeo dentro de la cinematografía inglesa. Esa fue la génesis de A STUDY IN TERROR (Estudio de terror, 1966). Hammer Films aún contaba con la presencia de figuras como Terence Fisher y buena parte de lo mejor de su nómina. Amicus Films ya se había creado, y nos encontrábamos ante un terreno abonado que Hill asumió a la hora de trasladar una modesta producción que –por vez primera en la gran pantalla-, uniría al personaje del célebre detective y Sherlock Holmes, con el no menos célebre criminal Jack el Destripador. Conviene recordar llegados a este punto, que catorce años después, el posteriormente anónimo Bob Clark retomó esta unión de personajes –uno de ellos de índole literaria-, en la simpática MURDER BY DECREE (Asesinato por decreto, 1979). Pero los tiempos eran diferentes, y Hill optó desde el primer momento por una extraña combinación, ya que en la misma secuencia pregenérico parece adoptar las características del cine de terror auspiciado por el tándem formado por Robert S. Baker y Monty Berman, aunque obviando el blanco y negro que enaltecía aquellas modestas y bizarras propuestas, por el uso de un color que se erige casi en un estorbo para el resultado final, aunque quizá fuera adoptado al objeto de introducir determinadas secuencias en las que la presencia de la sangre supusiera un aliciente especial.

Nos encontramos en los barrios bajos londinenses, dominados por viejas edificaciones, rincones tenebrosos, y la presencia de una niebla que nada bueno puede augurar durante su nocturnidad. En su entorno tan solo se encuentran tabernas y prostitutas, y es precisamente una de ellas –serán encuadrados sus pies al caminar-, la que contemplaremos como la primera víctima de Jack el Destripador, empecinado en su tarea de asesinar mujeres de vida alegre, poniendo en práctica métodos cercanos al conocimiento de la medicina. El caso irá adquiriendo una creciente importancia, hasta suscitar la rebelión de los hastiados habitantes obreros de la zona, teniendo que asumir su resolución el prestigioso Sherlock Holmes (John Neville), siempre acompañado por Watson (Donald Houston). Serán los representantes del gobierno, quienes rogarán al hermano de Holmes –Mycroft (Robert Morley)- para que convenza a Sherlock de cara a asumir la resolución de una terrorífica situación que él, de todos modos, ya ha iniciado de forma inesperada, al recibir una caja de instrumental médico, a partir de la cual logrará ir conjeturando una serie de elementos que le permitan establecer una teoría al respecto.

Si hay un elemento de cierta importancia en esta modesta producción británica –más allá de la competencia del conjunto de su reparto-, es la introducción de un elemento clasista establecido en una familia de la alta sociedad, de la que es su hijo más respetado Lord Farfax –el siempre infravalorado John Fraser-, cuyo padre se ha convertido en un hombre amargado que renegó de la búsqueda de su hijo mayor, cuando este decidió vivir la vida por su cuenta. Ese componente de lucha de clases, de ruptura entre un modo de entender la existencia por parte de una minoría de poderosos, se insertará con cierta pertinencia en un relato bastante previsible, en el cual –reitero- hecho de menos la presencia de un vigoroso blanco y negro, que hubiera conferido a su resultado sin duda más adecuado a las intenciones del mismo, pero que no por ello deja de suponer una aportación tan discreta como estimable, en torno a la ingente producción generada en la gran pantalla –también en la pequeña-, en torno a la pareja de personajes surgidos de la pluma de Sir Arthur Conan Doyle.

Poco a poco, según se van sucediendo los pasajes del relato, el espectador irá percibiendo que la posibilidad de quien pueda ser el autor de los crímenes se va cerrando el último cometido en un prostituta que brinda la llave de su propia habitación desde la ventana a quien solo contemplamos desde un plano subjetivo, nos da a entender que se trata de un ser de agradable presencia, bastante alejado por cierto de la tipología existente en aquel barrio tan sombrío. Pero junto a ello, A STUDY IN TERROR, no deja de lado la historia del hermano de Farfax, y el destino que corrió la que fue su pareje femenina, permanente encerrada en el piso superior de la taberna que preside la zona, totalmente aislada del mundo por una razón muy concreta que de nuevo nos ofrece matices bizarros. El film de Hill culminará con un episodio final que nos recordará no poco la conclusión del HORROR OF DRACULA (Drácula, 1958) de Terence Fisher, en el que el fuego purificador se lleve consigo buena parte de los secretos de una familia de alta posición, que albergó en su seno los más bajos instintos morales y criminales, pero al mismo tiempo libere al conjunto de la población de una plaga de crímenes de incalculable calado. Esta opción sin duda se ofrece como una de las más singulares de una película que nunca aspira a ocupar un lugar de privilegio en la historia del cine de terror inglés, a la que reitero perjudica el descarte del blanco y negro –incluso el color elegido no resulta adecuado-, pero que en su propia modestia se sitúa en un lugar bastante más elevado a las mediocridades que algunos años después dominarían y degradarían la producción del género en la propia Gran Bretaña.

Calificación: 2

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