THE BAT (1959, Crane Wilbur)
Como en cualquier ámbito de la vida, también en la afición al cine hay momentos para la decepción. Es la sensación que me ha permitido la contemplación de THE BAT (1959, Crane Wilbur). Una película que durante muchos años he intentado visionar, en primer lugar dada mi veneración por la figura de Vincent Price, que en aquellos años ya se encontraba en un periodo ligado a la serie B, prodigándose en entrañables productos ligados al cine de terror que si bien en mi adolescencia tenía poco menos que mitificados, el paso del tiempo ha revelado tanto en su simpatía como en sus limitaciones. Sin embargo, en el caso de THE BAT se da cita la presencia como realizador de una figura que considero llena de atractivo, característico y en no pocas ocasiones brillante guionista –incluso previamente ejerció como actor-, que también se prodigó en una esporádica andadura como realizador –especialmente centrada en el corto-, en la que destacan algunas aportaciones al cine de gangsters o carcelario. Es en la confluencia de ambas circunstancias, por las que esperaba encontrarme ante un resultado cuanto menos estimable, y es por ello que la decepción haya sido más que considerable. En definitiva, THE BAT no supone más que una pobre, formularia y escasamente atractiva muestra de suspense terrorífico, que bebe de forma clara de los referentes –tampoco demasiado ilustres-, marcados en aquellos años por nombres como el de William Castle en el seno de la Columbia Pictures.
En este caso, THE BAT se ofrece como un lejano remake de la producción que en su vertiente silente realizara Roland West, a partir de la obra teatral de Mary Roberts Rineart y Avery Hopwood, no ofrece más que una actualización de esas obras de misterio, en la que se combinan elementos ligados a la imaginería del terror, con aspectos más o menos humorísticos, en la tradición que podría ejemplificar a la perfección un film como el ejemplar THE CAT AND THE CANNARY (El legado tenebroso, 1928. Paul Leni). Aquella corriente tuvo su prolongación incluso durante la propia década de los cincuenta, pero lo cierto es que este THE BAT se ofrece como una extraña serie B producida al alimón con la Allied Artists bajo el auspicio de la Disney –una combinación indudablemente extraña-. La misma se centra en la típica historia de matices terroríficos y misteriosos, desarrollada en una mansión ya caracterizada por un historial más o menos turbio, en la que se introducirá la escritora Cornelia van Gorder (Agnes Moorehead), con la intención de desarrollar un nuevo relato policiaco. La incorporación de su relato en off y los planos de acercamiento hacia la mansión, unido a la textura visual ofrecida por el magnífico blanco y negro de Joseph Biroc –a la postre, el mayor atractivo del film-, inducen a pensar en el disfrute de un pequeño relato, adornado con toda una serie de elementos, que podrían incluir incluso referencias a las novelas de Agatha Christie. En definitiva, nos encontramos con una película protagonizada por un misterioso asesino que desarrolla sus crímenes con el rostro cubierto y una garra metálica en una mano –se le denomina The Bat; el murciélago-, el desfalco de un millón de dólares de un banco, una fortuna de un millón de dólares que se encuentra supuestamente escondida en la mansión Ox –en la que recala la novelista-, una protagonista femenina que intenta racionalizar y envalentonarse ante la extraña situación vivida la escritora, y una serie de personajes que intentan despistar al espectador a la hora de intentar averiguar entre ellos la identidad de un asesino que no dudará en cometer diversos crímenes. En primer lugar, entenderemos que dicha posibilidad se encarna en la figura del Dr. Wells (Vincent Price), quien no dudará en asesinar al autor del desfalco del banco en los primeros compases del film. Sin embargo, en el cansino proseguir del relato se sucederán una serie de roles en los que se intentará descubrir la identidad de ese misterioso asesino encubierto, al que sus modos de actuación, sinceramente solo mueven a la carcajada ¿Para qué recurrir a esa ridículo e incómoda garra a la hora de cometer sus crímenes?.
En realidad, THE BAT no supone más que una sucesión de lugares comunes en este tipo de producciones –en la que no faltan pequeños pasadizos, rincones escondidos, falsas identidades-, caracterizado por su tedioso discurrir, centrado ante todo en una verborrea casi molesta, y una ausencia total de personajes que aparezcan con la más mínima enjundia. Esa ausencia de roles de cierta entidad, la carencia de auténtica tensión que preside el relato –uno añora las posteriores cintas que en Inglaterra se realizaron con tanta modestia como moderada efectividad, encarnando Margaret Rutherford con sutil sentido del humor a Miss Marple-, consigue que pese a una duración de poco más de ochenta minutos, el devenir del film de Wilbur aparezca plomizo y ausente de interés. Entre un conjunto tan decepcionante, viniendo de las manos de un hombre que logró títulos tan atractivos como CANON CITY (1948), que quizá apareció ahogado por los convencionalismos de producción que incluso su experta mano como guionista no logró solventar.
En realidad, dentro de un conjunto totalmente inane, además de resaltar de nuevo la fuerza que imprime la magnífica fotografía en blanco y negro, en la que su raíz televisiva –en sentido positivo- parece preludiarnos la de PSYCHO (Psicosis, 1960. Alfred Hitchcock), mientras que el conjunto se inclina por esa misma tendencia televisiva de la época –esta en su vertiente peyorativa. Quienes me conocen, saben incluso de mi fascinación por los modos televisivos que aportaron numerosos cineasta en aquellos tiempos-, destacando sin embargo, algunos instantes en los que sí se destila un cierto grado de inquietante misterio. Con ello, me refiero a la secuencia en la que The Bat acabará con la vida del joven Mark Fleming (John Bryant), instantes después de encontrar el recinto secreto en donde supuestamente se encuentra la fortuna buscada, y el posterior encuentro del cadáver. Magro resulta sin embargo, el bagaje, de esta decepcionante y mediocre producción, que ni siquiera aparece con el regusto adecuado para ser contemplado tomando una taza de te –lo limado de la función, llega al extremo de evitar que en sus crímenes aparezca una sola gota de sangre-. Sinceramente, y sin esperar en su metraje ningún título memorable, jamás podría imaginar la mediocridad y el tedio emanado por esta olvidable película.
Calificación: 1
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