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CINEMA DE PERRA GORDA

NORTH WEST MOUNTED POLICE (1940, Cecil B. De Mille) Policía montada del Canadá

NORTH WEST MOUNTED POLICE (1940, Cecil B. De Mille) Policía montada del Canadá

En la confluencia de la conclusión de la década de los años treinta, y el inicio del decenio siguiente, se produjo en el universo del western cinematográfico una corriente que abordó no pocos exponentes del género expresados en un tratamiento del color de vertiente pictórica, caracterizados por una personalidad singular, y buscando en su implantación un anhelo de cierto grado de autenticidad, a la hora de representar en imagen real una traslación de los grabados que se pintaron en la segunda mitad del siglo XIX, e intentando con ello buscar un elemento de realismo en la adscripción al mismo. Sería una apuesta que ofrecería su puesta de largo de la mano de Henry Hathaway en THE TRAIL OF THE LONESOME PINE (El camino del pino solitario, 1936). Con el paso de pocos años, fue la 20th Century Fox la que apostó de manera más decidida por la incorporación del color en sus westerns, de la mano de realizadores tan valiosos como Henry King, Fritz Lang o el John Ford de DRUMS ALONG THE MOHAWK (Corazones indomables, 1939). Fruto de dicha corriente, aunque en el ámbito de la Paramount Pictures, es donde Cecil B. De Mille desarrolló buen parte de su andadura sonora, se establece NORTH WEST MOUNTED POLICE (Policía montada del Canadá, 1940) –en un periodo de especial implicación con dicho género por parte de su firmante-, que aúna con un notable grado de acierto el seguimiento de aquella corriente, insertándolo en ese estilo sobrecargado que caracterizó su cine, del cual considero esta película uno de sus exponentes más valiosos –al menos entre los que he tenido ocasión de presenciar-.

En su desarrollo argumental, se combina la clara intención por parte de De Mille de ofrecer uno de sus habituales frescos históricos, destacando en el mismo el tratamiento de la interrelación de sus personajes protagonistas, dando rienda suelta a sus obsesiones sexuales, y una visión visualmente intensa de esos retratos por lo general basados en el pasado de la vida americana, caracterizados por su turbulencia. La película se centra en la frontera canadiense de 1885. En aquellas tierras los asentamientos de mestizos se han ido adueñando de unas tierras ricas y aún salvajes, en las que se encuentran igualmente las tribus indias y la policía montada que salvaguarda el dominio del imperio británico. Sin embargo, para lograr soliviantar a los pobladores, se unirán el traficante y poco recomendable Jack Corbeau (George Bancroft, bastantes años después de protagonizar algunos clásicos silentes de la mano de Joseph Von Sternberg), unido a Dan Duroc (Akim Tamiroff, antes de de ejercer como uno de los característicos más populares del cine de Orson Welles). Ambos se proponen levantar dicha rebelión, para lo que lograrán la anuencia del más mesurado Louis Riel (Francis McDonald), respetado por su sentido de lo didáctico, aunque finalmente decida unirse a ellos, planteándose el objetivo de lograr el apoyo de las tribus indias de la zona, en cuyo esfuerzo común logren dinamitar el dominio británico.

A partir de dicho enunciado temático, el film de De Mille se articula en torno a dos visiones contrapuestas y complementarias. De un lado describe con presteza los pasos seguidos y encaminados a posibilitar dicha rebelión, y de otro seguir los retratos individuales de dos oficiales de la policía montada canadiense, conocedores de la temible situación que se va forjando. Ellos serán el sargento Jim Brett (Preston Foster), Ronnie Logan (Robert Preston), a los que se unirá de forma inesperada Dusty Rivers (Gary Cooper), un ranger de Texas que acude al lugar en la búsqueda de Corbeau, puesto que tiene una orden de detención por un asesinato cometido por este. Dentro del conjunto del relato, se intercalará la doble relación sentimental que vivirá, de un lado Logan con la joven y voluptuosa Louvette Corbeau (Paulette Godard), hija del citado y peligroso contrabandista y asesino, y de otra la atracción que sobre Rivers ejercerá April Logan (Madeleine Carroll), la hermana de Ronnie. Articulando con un adecuado grado de acierto las aventuras e incidencias marcadas en esa faceta colectiva que poco a poco irápropiciando la puesta en marcha de dicha rebelión, con las aventuras individuales de los cinco personajes antes señalados, De Mille logra componer un fresco en el que el eco histórico va aunado de la mano con la convención hollywoodiense, sin que una faceta vaya en menoscabo de la otra. Precisamente en el logro de un producto caracterizado por su combinación de episodios dramáticos –las dos visitas al jefe indio, una de ellas autorizando este la rebelión, y la segunda desistiendo de la misma, la batalla en la que los rebeldes comandados por Corbeau acribillan a los canadienses mediante una ametralladora de enorme potencia-, se intercalará con aspectos y detalles más dados a la comedia, como los matices que aplica el estupendo Gary Cooper en su performance, o incluso el contraste entre el maduro escocés que se pondrá de parte de los representantes de la corona británica, y su propia lucha, casi como un juego, con su íntimo amigo Duroc, que fallecerá de un tiro furtivo disparado desde otra arma.

Esa mezcla de elementos, ese sentido del ritmo, esa turbulencia de la imagen y de los conflictos narrados, la especial dureza que adquiere la tremenda batalla en la que los hombres de Corneau logran casi eliminar a los canadienses, son aspectos que enriquecen un relato que alcanza al mismo tiempo una enorme belleza en la aplicación de un Tecnicholor de notable perfección, utilizado con presteza por los operadores Víctor Milner y H. Howard Greene. Pero junto a todos estos matices, a esa combinación de intimismo y coralidad, de comedia y drama, que articula esta singular aportación al western, De Mille no dejará de aplicar en sus imágenes su condición de reconocido experto en obsesiones sexuales, que en esta ocasión queda aplicado de manera muy clara en el personaje encarnado por Paulette Godard, a la que llegará a vestir de manera anacrónica para acentuar su grado de atractivo erótico. En una de las secuencias más valiosas del film, al conocer esta que los hombres de su padre se disponen a ofrecer la ofensiva que culminará en la sangrienta batalla, intentará convencer a Ronnie para que se case con él esa misma noche –con la intención de salvarlo de la misma-. Pese a la renuencia de este a abandonar su lugar de vigilancia por unas horas, al final accederá, siendo atado y sometido por su amada, para evitar que escape y se implique en el combate. Es en esos instantes, donde ese grado de salvaguarda es convertido casi en una sumisión por parte de Louvette, manteniendo amarrado a su amado con las manos a la espalda y en una silla, y observándose en las muñecas las huellas sangrantes del constante intento de este por zafarse de sus ligaduras. Eran los subterfugios que el controvertido realizador logró introducir en los mejores momentos de su cine, permitiendo con posterioridad que Ronnie, una vez fallecido, evite ser considerado como un desertor y reciba todos los honores. Sin duda, uno de los aspectos que un realizador tan moralista, en algunos momentos jugaba el mismo terreno que otros de opuesta inclinación ideológica, como bien podría ser Erich Von Stroheim.

Calificación: 3

1 comentario

Segundo. -

Menudo bodrio ! ( con perdón )