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CINEMA DE PERRA GORDA

JUST PALS (1920, John Ford) Buenos amigos

JUST PALS (1920, John Ford) Buenos amigos

Aunque apenas había atesorado tres años como realizador de títulos de bajo presupuesto –y bajo la firma de Jack Ford-, lo cierto que cuando John Ford asume en 1920 la realización de JUST PALS (Buenos amigos) se puede decir que nos encontramos ante un cineasta convenientemente experimentado. Al amparo de William Fox –es la primera vez en la que trabajó para dicho estudio, abandonando la Universal-, la película se articula en los límites del mediometraje –unos cincuenta minutos de duración-, caracterizada por su notable dinamismo, una indudable capacidad descriptiva,  trascendiendo con ello las limitaciones de su base argumental. Nos encontramos en un plácido entorno rural indeterminado, ubicado entre Wyming y Nebraska. Un contexto agrícola, donde la acción se detiene en Bim (Buck Jones, conocido poco después como cowboy cinematográfico), un joven bonachón caracterizado por su extrema vagancia. Tal es así que mirando el trabajo de otros compañeros, señalará para sí mismo, “me canso de ver como trabajan tanto”. Al mismo tiempo, a dicho marco llegará un pequeño vagabundo –Bill (George Stone)- que se ha escapado de un tren, y que pronto trabará contacto con el haragán Bim. Este último se mostrará secretamente fascinado por la maestra de la localidad –Mary (Helen Ferguson)-. Sin embargo la muchacha –que goza de un gran respeto en la población-, se sentirá atraída por otro joven –Harvey (William Buckley)-, encargado de la tesorería de la localidad, y que en un momento dado utilizará a Mary al haber hecho uso de una cantidad de dinero de manera indebida –algo que él disimulará aduciendo otras razones más peregrinas-, por lo que esta le prestará el dinero de una colecta que tenían para un monumento.

Como quiera que Bim goza de una fama bastante negativa en la localidad, muy pronto sus fuerzas vivas forzarán a que el pequeño George ingrese en la escuela, donde mostrará la pobreza del modo de vida de ambos –se evidenciará en esos zapatos totalmente desgastados que utiliza-. El pequeño más adelante caerá enfermo y será llevado por Bim al médico, cuya esposa intuirá mediante un anuncio de prensa, que se trata del hijo de un hombre adinerado que fue secuestrado, por lo que ambos lo alejarán de su buen amigo. Al mismo tiempo, los fuerzas vivas acudirán hasta Mary para que les entregue el dinero que almacena para el monumento, que ya desean llevar a cabo. Esta se verá sobrepasada al intuir el engaño a que ha sido sometida, enviando a Bim con una nota para entregar a Harvey. Todo ello confluirá en una catarsis en la que nuestro indolente muchacho será inculpado de acciones que no ha cometido, mientras que la joven maestra se intenta recuperar de la dramática situación, que ha provocado en ella un auténtico schock, al tiempo que irá comprobando la nobleza que anida en el corazón de Bim, capaz de inculparse por evitar que ella lo sea.

Un año antes de que Charles Chaplin conmoviera a las pantallas de todo el mundo con THE KID (El chico, 1921), John Ford dejaba a las claras por un lado el dominio en el tratamiento de temáticas similares, hacerlo con soltura y sentido de lo bucólico, adentrarse en el terreno del Americana que prácticamente sería fundada apenas un año después por Henry King con TOL’ABLE DAVID (1921) y, al mismo tiempo, dar ya suficientes señales de un estilo cinematográfico personalísimo. Caracterizado por un extraordinario dinamismo, podemos contemplar en esta película uno de los rasgos más valiosos de su cine; la capacidad para trasladar al espectador de la comedia al drama o viceversa, prácticamente de un plano para otro. Es algo que podemos percibir en este relato tan liviano como llevado con seguridad. Nada parece atisbarse de rigidez, cuando desde sus primeros compases, en apenas tres minutos, Ford es capaz de describir en breves pinceladas a sus principales personajes, el entorno donde se desarrollará el relato, e incluso la relación que se establecerá entre ellos. A partir de ahí, y aunque justo es reconocer que nos desenvolvemos en las costuras de un relato en el que se echa de menos una mayor densidad dramática, lo cierto es que la destreza de “Jack” Ford sabe trasladarnos a un universo en el que el espectador incluso de hoy día, queda atrapado, pudiendo observar como poco a poco su discurrir va observando ciertas concomitancias con el cine de Griffith, sobre todo a la hora de aplicar esa ya canónica “salvación en el último minuto”, que tiene en el último tramo de la película, una efectividad aún vigente. Sin embargo, uno prefiere detenerse en esos pequeños detalles. En esa capacidad de un cineasta ya experimentado, pero que aún restaba mucho por pulir a su mundo, a la hora de introducir constantes fugas cómicas incluso en las situaciones más dramáticas. Es algo que se podrá ratificar por ejemplo en la conclusión del relato, donde las intenciones del médico y su esposa de hacer fortuna con el pequeño George quedarán frustradas, beneficiándose de ello un atribulado Bim al recibir un talón de ¡¡cinco mil dólares!! Por parte del millonario que había sido llamado como presunto padre del vagabundo, pero que en realidad buscará al otro muchacho que había secuestrado un conductor detenido en los lances folletinescos del film. No obstante, dentro de este aspecto, me quedo sin duda con la reiterada manifestación de uno de los ancianos del lugar, pronunciando cada dos por tres la Manifestación “de esto se encargará la Ley”, cada vez que se produce alguna incidencia, sin importarle que la misma tenga o no razón de ser –el instante en el que Bim estará a punto de ser linchado, siendo incluso espoleado para ello por el miserable Harvey, que finalmente será descubierto en plena pelea con Mary, cuando esté a punto de obligarle a que viaje con  él en su huída-.

En definitiva, hay que reconocer que pese a su carácter de relato dirigido a todos los públicos en aquel inicio de una década crucial para el hecho cinematográfico, no hay que ser ni siquiera un fervoroso del cine de Ford, para encontrar en este mediometraje, suficientes elementos de interés, amén de una considerable frescura.

Calificación: 2’5

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