HARSH TIMES (2005, David Ayer) Vidas al límite
En el actual panorama del cine norteamericano, David Ayer se encuentra consolidado como uno de los especialistas en el cine de acción, agudo observador de esa otra realidad urbana de su país, en donde las minorías étnicas, el desasosiego y la raíz violenta, adquiere un enorme protagonismo. Elementos todos ellos, que despliegan de manera progresiva una mirada revestida de nihilismo y singularidad, que nace en sus prestaciones como guionista en títulos como TRAINING DAY (Día de entrenamiento, 2001. Antoine Fuqua), se hizo fuerte en su andadura como realizador –seis largometrajes- finalizada hasta el momento en la aclamada FURY (Corazones de acero, 2014), que aún no he tenido oportunidad de contemplar, y que abre horizontes, en la medida de ser la primera ocasión en la que el cineasta abandona un marco ya familiar para él, retrotrayéndose al mismo tiempo al entorno bélico de las postrimerías de la II Guerra Mundial. HARSH TIMES (Vidas el límite, 2005) supuso el debut de Ayer en el ámbito de la dirección, prolongando para ello ese mundo que tan familiar le resultaba, y que con el paso de los años le ha permitido perfeccionar unos rasgos de estilo. Una visión del mundo, reforzada por una mirada visual y narrativa dominada por el fatalismo.
El paso de una década, es ya un margen de tiempo suficiente, para comentar el debut de Ayer, al tiempo que integrarlo en una trayectoria enriquecida de manera paulatina en ese ya señalado mundo temático, acompañado de una impronta visual y narrativa que se ha ido depurando película tras película, hasta erigirse como una de las más valiosas de esa corriente cercana a un renovador noir, emanada tras los ataques del 11S y el trauma generado en la sociedad norteamericana. No es difícil detectar, sin embargo, que HARSH TIMES se resiente, y no poco, de una serie de circunstancias que merman su eficacia. De un lado la presencia de no pocos estereotipos en torno a los modos exteriores de amistad entre colegas. De otro la incapacidad para articular las diversas subtramas que aparecen en el guión del propio Ayer. También aparece con claridad cierta tendencia al efectismo. Y, por último, una no menos decisiva; la impronta en la producción del protagonista del film; Christian Bale. Excelente y versátil actor, empeñado en constantes esfuerzos destinados a potenciar dicha vertiente, no es menos cierto que ha de encontrar realizadores con la suficiente personalidad –el ejemplo claro es el de Christopher Nolan- como para controlar la tendencia al exceso histriónico, a una deliberada tendencia a la intensidad, que se erige el mayor lastre de un intérprete por otro lado magnífico. Esa tendencia a la sobreactuación, tiene acto de presencia en más ocasiones de la deseada, en esta crónica del devenir de dos grandes amigos. Uno de ellos es Jim (Bale), un antiguo soldado de guerra de Irak, que ha retornado traumatizado a la vida civil en Los Angeles, intentando por todos los medios engrosar las fuerzas del orden. En la frontera mejicana se enamorará de una muchacha –el único elemento de tranquilidad en su mente inestable-, demostrando en todo momento la expresión de una personalidad esquizoide. Algo a lo que habrá que añadir un carácter dominante en torno a su gran amigo Mike (estupendo Freddy Rodríguez). Este es un joven hispano que se ve forzado a la búsqueda de trabajo, impelido por su novia –Sylvia (Eva Longoria)-. Serán el eje de una ficción que se extiende en un reducido ámbito espacio temporal, y que adolece de recaer en no pocos lugares comunes a la hora de manifestar esa sensación de “colegueo” no solo entre sus dos protagonistas, sino también a la hora de expresar esas tribus urbanas que retrata por otro lado con presteza el realizador. Ese contraste con la capacidad descriptiva que Ayer demuestra ya en su manejo en el título que le brindaría su debut tras la cámara, deja destilar en ocasiones esa mirada revestida de pesimismo y al mismo tiempo de certeza, en torno a un submundo en el que ahondará con mayor pertinencia en títulos posteriores, mucho más integrados y equilibrados a la hora de exponer a través del fotograma una serie de ficciones en las que intenciones y resultados, discurso y expresión, se den cita de manera más armónica. En esta su primera obra, se constriñe esa indudable habilidad de su director y guionista, para transmitir los aromas, gentes y modos de comportamientos, de personas que se sitúan al margen de la vida cotidiana. Ámbitos en los que se encuentra latente el nihilismo, la presencia de los estallidos de violencia –la inesperada y percutante ejecución que se produce en el ecuador del film, marcando una extraña inflexión al mismo-.
Sin embargo, lo más triste de HARSH TIMES, reside en la palmaria sensación que se percibe, según se contempla su metraje, de que casi todas sus sugerencias se desaprovechan. Así pues, nunca acertaremos a comprender las motivaciones esquizoides del siempre desmadrado Jim –uniendo a ello las poco convincentes y efectistas plasmaciones de sus arrebatos de ira-. Nunca se profundiza en torno a la posible atracción gay de los dos protagonistas. Se pierde la ocasión de ofrecer una mirada disolvente en torno a los modos de captación de personal por parte de las autoridades norteamericanas. Y, en definitiva, se deja en el aire la profundización en torno a la relación del excombatiente con una joven mejicana, por más que en las escenas que plasman la misma se encuentren buena parte de los mejores instantes del relato –en especial, la breve secuencia que se desarrolla junto a una laguna-.
En definitiva, la película de David Ayer aparece, con la perspectiva que nos proporciona el discurrir de unos años, como una especie de apunte o borrador, de elementos que el director prolongará con mayor pertinencia en títulos posteriores. Lástima de tanto exceso en torno al rol recreado por Christian Bale, por más que sus instantes finales ofrezcan una extraña y malsana lucidez en torno a la espiral autodestructiva en torno a ese antiguo combatiente, que solo pide algo de piedad para dar por terminada su estancia en este mundo, y para su fiel amigo, la oportunidad de un nuevo amanecer en su vida.
Calificación: 2
0 comentarios