THE AFFAIRS OF CELLINI (Gregory La Cava, 1934) El burlador de Florencia
Más allá de su relativa celebridad en el marco de la comedia, de su querencia por una extraña y amarga querencia por el melodrama –a mi juicio lo más valioso de su cine-, es cierto que restan muchos recovecos por aflorar en la obra de Gregory La Cava. Elementos que –más allá del alcance de su valía- permitan darnos una idea lo suficientemente amplia de su talento y versatilidad. THE AFFAIRS OF CELLINI (El burlador de Florencia, 1934) podría ser uno de las mayores singularidades de su filmografía, aunque ello no nos lleve a la conclusión de que estemos ante uno de sus títulos más relevante. De entrada, es curioso reseñar como un realizador contemporáneo en las ficciones que filmaba, fuera esta una de las escasas ocasiones en las que decidió rodar una película desarrollada en la lejana Florencia renacentista de la época de los Borgia,... y del escultor Benvenutto Cellini. Para ello, se trasladó a la pantalla la obra teatral de Edwyn Justus Mayer, en un juguete cómico de ascendencia sexual, que bien podría haber tenido acomodo en la producción de Ernst Lubitsch de aquel tiempo. Así pues, contemplaremos los devaneos de cuatro personajes, que se verán entrelazados por una serie de picarescos encuentros, y que formarán el duque de Florencia (Frank Morgan), su esposa la duquesa (Constance Bennett), el escultor Cellini (Fredric March) y su ocasional amante Angela (Fay Wray). Será la base para esta farsa ocasionalmente divertida, artificiosa en su opulenta ambientación de manera deliberada, quizá en más ocasiones de lo deseable deudora de su sesgo teatral, pero que en otros momentos –el experto manejo de la grúa por parte del director-, logra emerger de dicha ascendencia, articulando por un lado el matiz burlesco e irónico de su enredo argumental y, en los pasajes en donde la película se inserta en el terreno melodramático –por lo general aquellos en los que la duquesa y el escultor descubren una extraña afinidad amorosa-, esta adquirirá mediante la mirada y la inflexión de sus intérpretes, un elemento de autenticidad e incluso de intensidad, dignos de las mejores virtudes del realizador.
THE AFFAIRS OF CELLINI aparece a través de su ambientación, como una clásica producción historicista de la 20th Century Fox de su tiempo. Esa querencia por unas escenografías cuidadas pero al mismo tiempo deliberadamente artificiosas, serán el ámbito en el que se desarrollará una farsa que no olvida describir la crueldad y el despotismo inherente a dicho periodo histórico. Con dichas premisas, La Cava despliega ya desde sus primeros compases esa venenosa descripción de personajes, a través de la secuencia de apertura que protagoniza el déspota y al mismo tiempo torpe duque de Florencia, del que Frank Morgan desplegará una de las mejores interpretaciones de su carrera, sirviendo al mismo tiempo como premisa para introducirnos en el contexto del libertino, seductor y provocador Cellini, conocido por sus constantes afrentas y desplantes a la sociedad que le rodea. En realidad, la película ofrece en su un tanto limitada dramaturgia satírica, un constante enfrentamiento de personalidades, tanto en el comportamiento y significación de sus protagonistas, como en su propia visión del hecho amoroso, más allá de lo que el mismo puede tener como conquista, ofreciéndose en cambio como expresión máxima de la realización personal. Es algo, que pese a todo, no se encuentra demasiado en una película que prefiere dirigirse al terreno del vodevil de época, dentro de una propuesta opta por juguetear dentro del terreno de la insinuación sexual, que utiliza con presteza una relativa diversidad de escenarios –el estudio del escultor, las mazmorras de palacio-, o que no olvida en insertarse en elementos y matices sórdidos –la descripción de las torturas, el impagable instante en el que durante la cena, la duquesa ofrece a Cellini una cabeza rebanada de gelatina, como nada solapada insinuación de provocación-. Y en el que La Cava procura ofrecer una planificación que por momentos olvida ese origen teatral, distanciándose al mismo tiempo de una figuración deliberadamente kitsch –algo que en aquellos años se dirimiría en una vertiente opuesta y sublimada, en THE MASK OF FU-MANCHU (La máscara de Fu-Manchú, 1933. Charles Brabin)-. En esta ocasión, los sirvientes aparecen casi como piezas de un tablero de ajedrez, a algunos han sido desprovistos de habla o de oído –el duque los destrozó los tímpanos-, para poder servir sin ingerencias los designios de sus sirvientes.
No se puede decir que THE AFFAIRS OF CELLINI aparezca como una de las cumbres del cine de Gregory La Cava. Ni siquiera mantiene el nivel medio que exteriorizaría su cine. Conserva una excesiva dependencia del referente teatral que le sirvió de base, y en no pocos momentos acusa ese cierto apelmazamiento inherente a producciones de dichas características. Esta incapacidad para emerger de un contexto en el que el realizador no se encontraba habituado, no impide que en su conjunto despliegue atractivos centrado en la sutileza e intención de su dirección de actores, o en el doble sentido surgido de sus diálogos y acciones.
Calificación: 2’5
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