BEYOND THE REACH (2014, Jean-Baptista Léonetti) [Caza bajo el sol]
Aunque en realidad tal definición ha sido ya periclitada hace muchos años dentro de la andadura del cine de los últimos tiempos, lo cierto es que el espíritu de la serie B se sigue añorando. Se añora y podemos afirmar que sigue presente en determinadas producciones que, asumiendo incluso la presencia de estrellas, y probablemente contando con unos costes más bajos de lo que pudiera dar a entender su enunciado, se introducen casi de soslayo en el terreno de la distribución, logrando en muy pocas ocasiones dar la campanada en el terreno de un determinado éxito comercial o, en su defecto, una ocasional cálida acogida crítica. Podría decirse que buena parte de aquella herencia se encuentra en el cine independiente USA. Sin embargo, más cabría buscarla en determinadas producciones de género, que aparecen de tarde en tarde en las carteleras o, lo que es el caso que nos ocupa, en una directa distribución digital. Es este el ejemplo que nos brinda BEYOND THE REACH (2014, Jean-Baptista Léonetti), editada con el título CAZA BAJO EL SOL, y auspiciada incluso dentro del terreno de la producción por una de sus estrellas, el veterano Michael Douglas. Lanzada en USA dentro de un restringido territorio de escasas salas el pasado mes de abril, recaudó menos de cincuenta mil dólares, destinándose con rapidez a formatos domésticos.
Y no deja de resultar injusta ni la casi nula acogida ni, sobre todo, el desprecio que sufrió de manos de la crítica de su país. De entrada, consignar la curiosidad de la utilización de una novela de Robb White (1909-1990), veterano escritor y guionista, conocido especialmente como el padre del gimmick, formando parte en no pocas ocasiones como uno de los profesionales que a finales de los cincuenta, utilizó William Castle para argumentar sus exitosas y un tanto artificiosas propuestas de cine de terror, rodadas para la Columbia. Sin embargo, lo que en realidad propone BEYOND THE REACH, no es más que la última actualización de la célebre historia de Richard Connell, que dio como fruto la excelente THE MOST DANGEROUS GAME (El malvado Zaroff, 1932. Irving Pichel & Ernest B. Schoedsack), y que un par de décadas después, propició un nada desdeñable remake, filmado por el británico Roy Boulting –RUN FOR THE SUN (Huída hacia el sol, 1956)-. Así pues, seis décadas después, la base de dicha propuesta de aventura, sadismo y enfrentamiento generacional, aparece en la pantalla, actualizando sus términos y, por que no decirlo, su elemento estético, aunque se mantenga la esencia del primitivismo en dicha lucha. En esta ocasión, la película deriva el juego que desde el primer momento planteaba la historia de Connell, con el deseo del autosuficiente y poderoso Madec (Douglas), para adentrarse en una cacería en pleno desierto de Mojave. Para ello reclutará los servicios del mejor rastreador de la zona, el joven Ben (Jeremy Irvine), de carácter taciturno, que sobrelleva en su interior la separación de su novia, al iniciar esta sus estudios universitarios. Muy pronto se irá adentrando en el relato la nula empatía que ambos se profesan, hasta que la misma se dirija a una abierta hostilidad. La muerte accidental de un anciano minero, a quien Madec confundirá con un animal de caza por mediación de Ben, será el detonante para que el poderoso hombre de negocios, vislumbre las dificultades que le traería tener que asumir las consecuencias de dicha situación. A partir de ese momento se abrirá en el muchacho la disyuntiva de apoyarse en la ética o acceder a la tentación de un futuro lleno de comodidad que le brinda el poderoso tiburón de los seguros. Será el inicio de ese enfrentamiento larvado que desde el primer momento se intuía entre ambos, que llegará a límites insospechados.
De entrada, se agradece en BEYOND THE REACH la concisión con la que describen sus dos principales personajes. En primer lugar un Ben del que descubrimos la casi traumática circunstancia que vive cuando su novia marcha a iniciar sus estudios, impidiendo su falta de personalidad demostrarle el afecto que mantiene por ella. Más tarde, nos apercibiremos del entorno rural en el que desarrolla su vida. Ese sheriff que con facilidad ha acogido el soborno del cazador… y la poderosa impronta de este. Son muy pocos los minutos que Léonetti utilizará para introducirnos en al aterrador marco de un desierto abrasador que, a fin y a la postre, se convierte en el principal protagonista del relato. Con la anuencia del acertado uso del formato panorámico y la preciosista fotografía de Russell Carpenter, el director francés logra componer la lucha de Ben para intentar escapar del mortal juego que le ha marcado Madec, exteriorizando este su supuesta superioridad y su instinto sádico, dejando al muchacho en manifiesta inferioridad de condiciones en el marco casi insalvable de la inmensidad del desierto. La virtud de la cinta reside en el logro de una abstracción en su base argumental, actualizando e insertando en ella elementos comunes a la actualidad. Desde los poderosos medios con que cuenta Madec –ese coche tan poderoso, que cuenta con los más modernos adelantos, un teléfono móvil que cuenta incluso con cobertura en un marco tan agreste, y desde el que no descuidará sus transacciones financieras-. Sin embargo, resulta aún más convincente el perverso sentido del humor que despliega en sus acciones, en donde se encuentra ese lado oscuro y siniestro de su personalidad.
En un momento dado, y al advertir la imposibilidad a la hora de comprar el silencio y la alianza de Ben, decidirá dejar a este a merced de las terribles incidencias del abrasador territorio. A partir de ahí, la cámara de Léonetti se detendrá en mostrar el cuerpo semidesnudo del joven Irvine –que sale muy airoso de su papel-, acentuando la película como una muestra más de combinación de estrella veterana con otra emergente –recordemos que el inglés Irvine fue lanzado por Spielberg en la notable WAR HORSE (Caballo de batalla, 2011). Una vez establecido el marco de la lucha, hay que reconocer que la película desarrolla un juego marcado con eficacia, dentro de esa inclinación a la abstracción, modulado con un perverso sentido de la supervivencia. El intento de Ben de seguir la línea que marcan los postes de la luz, la admirable secuencia en la que este se introduce, casi de manera sobrenatural, en un túnel oculto que le conducirá a una extraña mina en la que aún suena una música y cuelga una extraña figura femenina hecha con recortables –más adelante descubriremos que se trataba del lugar donde moraba el anciano eliminado involuntariamente-. Percibiremos el progresivo deterioro del cuerpo de Ben, tanto en sus pies desnudos, como en las abundantes quemaduras que lo surcan. Y también la sorpresa de Madec al comprobar como este logra zafarse, siguiéndole y luchando contra él, aunque su elemento sádico le impida liquidarlo, prefiriendo disfrutar con el sufrimiento del muchacho.
Todo ello quedará descrito en el marco de un desierto, que es descrito en su mortífera belleza. En su vasta extensión, con la insólita presencia de esos postes de electricidad que parecen violentar su primitivismo, e incluso sabiendo que en su aparente inviolabilidad, el desaparecido minero conservaba unos planos que destacan puntos utilizados para lograr la supervivencia humana. Esa capacidad de plasmar cinematográficamente el pasado de los protagonistas, aparecerá en la mencionada secuencia de la presencia de Ben en la abandonada y acondicionada mina, en una foto que estará casi escondida, en la que vemos al propio muchacho junto al minero, revelando en un solo plano tanto la amistad forjada por ambos, como la propiedad del fantasmal recinto.
La lucha por la supervivencia, el poder de la inteligencia sobre la fuerza, el empleo de la astucia, serán elementos que se pondrán de manifiesto en esta atractiva aventura. Pese a ello, hay que reconocer que incorpora un final efectista e indigno de su metraje previo, además de escasamente creíble, en el que con todo aparecerá el sentido de la experiencia para el muchacho; la vivencia de una extrema aventura, posibilitará una forzada madurez que le decida a una vida en común con su novia.
Calificación: 2’5
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