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CINEMA DE PERRA GORDA

PRIMROSE PATH (1940, Gregory La Cava)

PRIMROSE PATH (1940, Gregory La Cava)

Pocas películas de su tiempo pueden resultar más desconcertantes que PRIMROSE PATH (1940, Gregory La Cava). No cabe duda que cualquier mediando conocedor de la obra de su realizador, encuentra en ella elementos familiares a un cine basado en una atonalidad, la ausencia de crescendos melodramáticos, la inclusión de apuntes de comedia, la presencia de personajes extravagantes, un cierto estatismo en la puesta en escena, su declarada inclinación a ambientaciones enmarcadas de forma clara en el contexto sociológico de su tiempo –la Gran Depresión y el New Deal de Rooswelt-, o la apuesta por elementos narrativos como la elipsis como directo soporte a esa ausencia de énfasis que, como suprema paradoja, proporcionaba los aspectos más intensos de su cine. Todo eso se da manifiesta, punto por punto, en esta insólita tragicomedia, que gusta e interesa casi a pesar suyo, y en la que la presencia de leves apuntes de comedia –cualquiera diría que La Cava tuvo su rodaje cinematográfico dentro del slapstick mudo-, no ocultan en ningún momento la magnitud del drama que nos muestra –curiosamente- de manera tan distanciada. Se puede ser más o menos valedor de la obra de La Cava –personalmente no puedo ubicarlo entre la cima de los realizadores que basculaban los mismos marcos genéricos en su tiempo-, pero lo que no se le puede negar es la personalidad, coherencia, singularidad e incluso lucidez de su cine. Nadie podría pensar, contemplando las desoladoras imágenes de esta producción de la R.K.O., que su artífice era un reconocido conservador. En definitiva, nos encontramos ante una prueba concluyente sobre la complejidad en el pensamiento cineastas como el que nos ocupa, McCarey, Ford y tantos otros, en los que su humanismo y concepción del mundo era bastante más compleja de lo que su adscripción política más o menos reaccionaria podía manifestar, y en la que destacaba de forma muy poderosa su capacidad para plasmar la misma a través de la imagen con una convicción y facilidad en ocasiones pasmosa.

PRIMROSE PATH –nunca estrenada comercialmente en España- es sin duda una de las propuestas más sombrías y ásperas del cine de La Cava. Quintaesencia de un estilo ya sedimentado, y que ya quizá no se pondría de manifiesto en los tres títulos que restarían de una filmografía conclusa de forma abrupta, lo cierto es que nos encontramos con una adaptación teatral –obra de Robert L. Buckner y Walter Hart-, en la que no solo no se obvia ese origen, sino que dicha concepción escénica se sublima de forma evidente. Lo hará a través de un diseño de producción y una dirección artística –responsabilidad de Van Nest Polglase- que casi se puede respirar. La decadencia y miseria del hogar de los Adamas, la austeridad que rodean sus exteriores, el aire sombrío que poseen sus secuencias junto al mar –la singular secuencia de la captura de almejas-, son el telón de fondo de ese grito de libertad que definirá la andanza de Ellie (Ginger Rogers). Se trata de una joven que desea por todos los medios sobresalir del contexto opresivo que le brinda una familia dominada por una abuela castrante, una madre dedicada a la prostitución, y un padre bondadoso pero fracasado en sus inquietudes intelectuales, que solo alcanza el refugio de la bebida. No es de extrañar que ese aprendizaje tan poco recomendable, la obligue a buscar algún asidero emocional, encontrándolo de forma casual en un modesto pero entrañable repartidor de hamburguesas –Ed Wallace (Joel McCrea, a punto de convertirse en el actor fetiche de Preston Sturges)-.  Cuando las circunstancias se lo permitan, la muchacha abandonará su hogar y comenzará su vida en común con el que casi de inmediato se convertirá en su marido. Será, sin embargo, una felicidad efímera, en la medida que el atavismo de su condición familiar pesará demasiado en un momento dado demasiado para que el futuro de la recién formada pareja tenga los caminos despejados. La ruptura entre ambos, forzará a nuestra protagonista a seguir el sendero ya vivido anteriormente por su madre.

Como señalaba al inicio de estas líneas, PRIMROSE PATH –que se inicia con la reveladora frase “No podemos vivir como queremos, sino como podemos”, obra de un pensador griego-, es un film con escasas agarraderas de cara a un público convencional. Equidistante entre drama y comedia –con una mayor querencia por el primero de dichos enunciados-, lo cierto es que en su desarrollo se obvia por completo incurrir en cualquier tipo de exceso. La cámara del realizador suele utilizar el plano americano, pero ello no desdeña una planificación funcional y, en contadas ocasiones, cuando la situación lo requiere, el primer plano. Pero todo ello lo aplica con una extraña serenidad. En todo momento se tiene la sensación de que lo que contemplamos –ya de por sí suficientemente sórdido- no ha de ser magnificado. Sucede per se, como una vivencia más en el mundo. La Cava brinda esa narración en voz baja –la casi ausencia de banda sonora es reveladora en este sentido-, planteando situaciones cotidianas –incluso aquellas que revisten matices dramáticos-, e integrando una gradación de personajes que en algunos casos pueden describirse en la mezquindad más absoluta –la odiosa abuela, encarnada con fuerza por Queenie Vassar-, en otros el patetismo más acusado –el padre alcohólico-, pero que de forma sorprendente se integran con bastante acierto con otros más cotidianos y positivos, como pueden ser la pareja protagonista, o el bondadoso amigo de Ed, interpretado por Henry Travers. La película destaca igualmente por suponer una de las contadas rodadas en su tiempo, que aborda de forma sutil pero directa la cuestión de la prostitución –solo por ese aspecto, por momentos el proyecto se entronca más con la producción de su realizador marcada en los años treinta, e incluso en el periodo previo al Código Hays-. Sin embargo, por encima de todos estos elementos, si hay uno que personalmente llame mi atención –además de la fuerza que le proporciona la oscura fotografía en blanco y negro de Joseph H. August-, es sin duda la clara inclinación de su director por integrar la elipsis –y, por ende, el relato en off- como elemento esencial a la hora de contribuir a la desdramatización de un argumento ya de por sí dominado por una sordidez por momentos casi irrespirable. En este sentido, todos los momentos que cualquier otro realizador hubiera utilizado para elevar la intensidad de la propuesta, son soslayados de manera consciente por La Cava, quien no dudará en dejar de lado la propia boda de Ellie y Ed –solo un diálogo posterior hará mención a ello-, el accidente que se producirá entre los padres de la muchacha, la propia actividad de la madre –que en todo momento se intuye, pero nunca se muestra de forma abierta-, la propia muerte de la –por otra parte amable y sensible- progenitora de Ellie –en un instante bellísimo, quizá el más hermoso de la película-, o los intervalos temporales que estoy seguro ya se encontraban en la obra teatral, pero que en la película adquieren una extraña sensación de libertad narrativa. Hasta tal punto se aprecia esta circunstancia, que podemos considerar en PRIMROSE PATH la coexistencia de dos películas diferentes. Una es la que el espectador contempla, y otra la que subyace y se sugiere tras sus imágenes.

Sin duda, se trata de una muestra de la madurez de estilo que alcanzaba Gregory La Cava en aquellos años, y que incluso le permitirá apostar por la inclusión de un happy end que, en realidad, no supone más que una suprema burla a la desasosegadora carencia de complacencia que ha precedido su relato o, quizá, una última burla narrativa que permitiera al espectador distanciarse de una propuesta inusual y escasamente acomodaticia. Sea por una u otra circunstancia, jamás volvería a transitar por dichos derroteros, aunque su siguiente película –UNFINISHED BUSINESS (Ansia de amor, 1941)-, también pueda ser ubicada, como en este caso, entre las propuestas más valiosas de su cine.

Calificación: 3

2 comentarios

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Mucha gracias Francisco por tus palabras y, sobre todo, por seguir los
comentarios de este blog. Lo que pasa es que -nunca me cansaré de
decirlo-, este no es más que una especie de diario de lo que voy
viendo, de ahí que aparezcan títulos tan dispares uno al lado del
otro. En cuanto a LOS MEJOR DE LA VIDA, la vi hace poco, y me pareció
una comedia dramática bastante estimable, aunque de inferior nivel al
film de La Cava.

Un abrazo y seguimos en contacto,

Juan Carlos

El 22/04/11, Blogia

francisco g. -

Excelente comentario. Hay otras peliculas desconocidas de Ginger Rogers en los años 30, como En persona, Lo mejor de la vida o El embrujo de Manhattan, de las que me gustaría leer su comentario. Gracias por su maravilloso blog