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CINEMA DE PERRA GORDA

INSPIRATION (1931, Clarence Brown) Inspiración

INSPIRATION (1931, Clarence Brown) Inspiración

Pocos mitos provocaron en su momento tal impacto, y han sobrepasado el paso de los años de manera tan polvorienta como el de Greta Garbo. Equidistando en su significación –si se me permite la comparación- entre el creado en torno a la figura de Marlene Dietrich y, con el paso de los años, nuestra Sara Montiel, las películas de la Garbo tienen el poderoso inconveniente de estar férreamente construidas en torno a una imagen prefijada y reiteradamente plasmada en títulos sucesivos, dejando de lado las posibilidades de que dichos rasgos fueran introducidos en propuestas revestidas de un mayor calado dramático y una superior diversidad temática. No fue así, y el conjunto de la producción protagonizada por la actriz sueca reposa en el seno de la enésima variación de la mujer misteriosa, devora hombres a pesar suyo, ligada a un pretendiente maduro y acaudalado, que en un momento determinado decide sacrificar su comodidad al encontrarse con un joven que representará para ella la quintaesencia de un amor que en realidad nunca ha vivido. Bajo diferentes ambientaciones y marcos históricos, en realidad las bases argumentales de la casi totalidad de las películas protagonizadas por la actríz se circunscriben a dicho enunciado, teniendo además el inconveniente al adentrarse estas en el periodo sonoro, de tener que idear roles más o menos exóticos, para que el extraño y –reconozcámoslo-, poco atractivo acento de la actriz, pudiera diluirse y, hasta cierto punto, justificarse. En cualquier caso, pese a estos convencionalismos y servidumbres, pese a la dependencia de la férrea disciplina de la Metro Goldwyn Mayer, pese a que la Garbo nunca tuviera un realizador como Joseph von Sternberg –en el caso de la Dietrich-, que lograra sublimar sus productos… habría que ir contemplando cada una de sus películas por separado, intentando extraer la relativa validez de uno de los mitos más ajados del Hollywood del primer tercio del siglo XX. Y en este sentido, justo es reconocer que la actriz contó en varios de sus títulos con un realizador de relieve, que si bien no logró con sus películas los instantes más elevados de una filmografía llena de interés y aún por redescubrir, sí que es cierto que al menos intentó extraer posibilidades de calado visual a unas bases argumentales limitadas y, lo que es peor, reiteradas de manera inmisericorde. Clarence Brown fue ya un consumado realizador en el periodo silente –filmó la que se considera con bastante pertinencia la mejor película muda interpretada por la actriz sueca, FLESH AND THE DEVIL (El demonio y la carne, 1926)-, y esa capacitación se nota, en buena medida, a la hora de evitar el acartonamiento que en otras manos se podía advertir en INSPIRATION (Inspiración, 1931). Un finalmente atractivo melodrama, que en realidad se sustenta en una base liviana, y al que por otro lado acompaña una escueta duración.

Ivonne Valbret (Greta Garbo) es una mujer mundana que tiene como norma de vida el constante júbilo y las fiestas con un grupo de amigos sofisticados y decadentes en Paris. Mantenida por un hombre maduro y acaudalado, en realidad espera secretamente la liberación de un hombre al que amó y que se encuentra en la cárcel. En una fiesta, conocerá a un joven amable y de buena presencia –Andre Montell (Robert Montgomery)-, con quien casi de manera inmediata surgirá la chispa del amor. Este representará para ella no solo la pureza de su juventud, sino quizá el símbolo de otro ritmo de vida que supere y sustituya el que ha sobrellevado hasta ahora, tan cómodo y a primera instancia elegante, como en el fondo vacuo y carente de valores. Montell es un estudiante que en unos meses abandonará Paris, aunque ello no impida que ambos puedan exteriorizar un sentimiento que ha surgido de manera espontánea y sincera. Sin embargo, la incompatibilidad del muchacho por entender el mundo que hasta entonces ha rodeado a Ivonne, así como el hecho de que este reciba unos familiares, a los que acompaña una antigua amiga de buena familia a la que lo pretenden ligar, ejercerán como elementos detonantes para que la pareja interrumpa su idílica relación. No obstante, el peso de sus sentimientos será más fuerte que los condicionantes que los propios contextos vitales de ambos pretenden limitarlos.

La mera lectura de este argumento nos indica que de partida, INSPIRATION entra dentro de los cánones habituales dentro de los vehículos elaborados para la Garbo, en esta su tercera producción sonora. En cualquier caso, y aunque en muchos momentos se advierte aún ese cierto estatismo, esa relativa carencia de experiencia de Brown dentro de la producción hablada, no impide que su conjunto carezca de interés. Por el contrario, su atractivo discurre muy por encima del servilismo a las convenciones inherentes a su star –como por ejemplo, esa obligada secuencia en la que esta pide que la dejen sola-. El interés de su discurrir proviene en la apuesta de su realizador por la fuerza de la escena, en la deliberada huída de crescendos dramáticos, que en su lugar se sustituyen por una dramatización sencilla y relajada, que sabe intercalar en su seno las situaciones más terribles sin alzar la voz. Por otro lado, pienso en el especial acierto que se produce en la interacción de la protagonista y el joven Montgomery –que funciona muy bien como galán joven, en un momento en que su presencia estaba siendo promocionada por la Metro, al ser sustituido por el modelo que previamente representó el encantador William Haines, cuando este renunció a su carrera por no ocultar su condición gay-. Unamos a ello el relativo aprovechamiento que se ofrece del diseño de producción típico de la productora –expuesto tanto en la fiesta que abre el film, como en el diseño de producción de interiores, que sabe contrastar espacios funcionales definitorios tanto de los parámetros económicos como, sobre todo, el estado emocional de sus personajes –el estudio abandonado en que vive Ivonne cuando André la ha abandonado-.

En esa dicotomía de cierto estatismo, Brown demuestra su pericia dentro de la composición del plano y la duración del mismo, y al mismo tiempo intercala en la película una dominio en el manejo de la grúa, logrando en su interacción que la película “respire” y se eleve por encima de las escasas posibilidades que podían emanar de su material de base. Se trata de apuestas visuales como la extensa grúa que acompaña el ascenso por las escaleras de los dos amantes al estudio de André, plasmando en el mismo ese sentimiento de complicidad que se ha introducido entre ambos, en el contexto de humillaciones que se produce en la secuencia en la que los dos enamorados se encuentran con los frívolos amigos de Ivonne, en el amplio picado en donde contemplamos a nuestra protagonista de nuevo como modelo, al haber renunciado a su cómoda vida anterior como mantenida, en el paseo del último contacto que disfruten los reencontrados amantes, o en los planos finales de la película, revestidos de una considerable melancolía, y que permiten concluir la película intercalando la presencia exterior de la nieve –donde espera el antiguo amor de la protagonista, una vez salido de la cárcel, y que ha propuesto a esta vivir el futuro juntos casándose- y el encuentro final entre esta y Montell, en el que solo el amor permitirá a Ivonne renunciar a una relación que desea más que a su propia vida, pero que en el fondo encuentra inviable. Sin embargo, si por algo merece ser recordada INSPIRATION, es por una secuencia extraordinaria; el último encuentro mantenido por el veterano Reymond Delval (Lewis Stone) –uno de los amigos pertenecientes al círculo de la modelo protagonista-, con la que hasta entonces ha sido su amante –Liane Latour (Karen Morely)-. Esta contempla atónita pero serena las razones que este le esgrime para culminar una relación para él ocasional –pero para ella si enmarcada en sentimientos-, bajando las escaleras de manera despreocupada –de nuevo un espléndido plano de grúa, en esta ocasión descendente, hasta que al salir a la calle descubra que su hasta entonces amante yace muerta en la calzada –se ha suicidado tirándose por un balcón-. Una inesperada ráfaga de horror, mostrada por Brown con la misma serenidad que mantendrá en todo el metraje, y que revela la validez de sus métodos, dentro de un contexto de forzado servilismo hacia la tan mitificada como hoy –aunque parezca extraño señalarlo- olvidada Greta Garbo.

Calificación: 2’5

4 comentarios

Feaito -

Revisité recientmente esta película y concuerdo con tu apreciación. Muy interesante tu crítica y opino de igual forma respecto de la necesidad de reevaluar la carrera de Clarence Brown. Te recomiendo ver, por si no lo has visto, el melodrama mudo "Smouldering Fires" (1925) con Laura La Plante y Pauline Frederick, una de las mejores películas de Brown.

jump manual review -

Gracias por tu blog, me hizo aprender mucho

-

Me alegra tu apreciación, ya que para mi no es que lo considere
infravalorado, es que me parece uno de los grandes directores de su
tiempo. Cierto es que cuando tenía mucho menos años yo despreciaba su
cine, en la medida que trás él veía el "look"
Metro que siempre he detestado. Sin embargo, creo que Brown se puede
situar a pocoa diferencia de nombres como McCarey o Borzage en su
tratamiento de los sentimientos. Y no esuna "boutade", es una
convicción muy íntima.

Un abrazo.

El 10/05/11, Blogia

Alfredo -

Creo que sería interesante un análisis global sobre la obra de Clarence Brown, a mi juicio un infravalorado director.

http://cineyarte.blogia.com