THE GANGSTER (1947, Gordon Wiles)
Ubicada al margen del reconocimiento de cualquier corriente del género, THE GANGSTER (1947, Gordon Wiles) aparece como una muy saludable muestra de noir, amparada bajo el ámbito de una perceptible condición de serie B, en el contexto de la producción de la atractiva Allied Artists. Nos encontramos ante un título en cierto modo inclasificable, todo lo irregular que se quiera, que se podría emparentar a esa corriente que va desde la justamente canonizada DETOUR (1945, Edgar G. Ulmer), hasta exponentes igualmente valiosos y menos reconocidos como HOLLOW TRIUMPH (La cicatriz, 1948. Steve Sekely) –curiosamente contando también con la prestación de Daniel Fuchs como guionista-. Son todos ellos relatos desarrollados en un universo pesadillesco, casi al margen de cualquier convención, y a partir de los cuales se establece casi un universo existencial, que trasciende su mirada como visión crítica de la sociedad de su tiempo. Punto por punto, dichas características se manifiestan en esta última película del habitual director artístico Gordon Wiles, artífice de una filmografía apenas conocida, en la que no faltan incursiones en la producción serial. THE GANGSTER aparece desde sus primeros fotogramas –ese travelling de retroceso en grúa, a partir de un cuadro que describe un universo canallesco, mientras el protagonista –Shubunka (un casi catatónico Barry Sullivan, en uno de sus más impactantes roles)-, se describe en off como un ser amoral y consciente de su reprobable personalidad. A partir de dicha presentación, conoceremos su modus operandi, como extorsionador del Neptuno Beach en Brooklyn. En esos momentos se encuentra casi hechizado por el influjo que le brinda una corista llamada Nancy (Belita), lo que quizá le ha impedido percibir la infiltración que se ha producido en la zona, por parte del gang que comanda el siniestro Cornell (magnifico Sheldon Leonard). Será algo que vivirá en carne propia Nick Jammey (Akim Tamiroff), propietario de una heladería del entorno, y organizador junto a Shubunka de la red de extorsión que mantienen en dicho ámbito urbano.
La mirada que brinda este atractivo relato, se completa con la descripción de roles secundarios presentes en esa heladería que se convertirá en centro de la película. En ella encontraremos a un desesperado corredor de apuestas –Frank Karty (John Ireland)-, dominado por el terror tras haber robado más de mil dólares del garaje de sus familiares políticos; Shorty (Henry Morgan), un dependiente charlatán, obsesionado por relacionarse con alguna mujer, o Dorothy (Joan Lorring), joven dependienta, que se enfrentará a la maldad inherente al protagonista. Todo elo quedará definido en un contexto en el que las constantes lluvias y la presión del flujo de viandantes en torno al entorno de Neptuno Beach, aparecerán casi como elementos de presión, a partir del descubrimiento del azote de los hombres de Shorty, y el desmembramiento del en apariencia sólido mundo que hasta ese momento había dominado la fría existencia de Shubunka. Será algo en lo que tendrá bastante que ver tanto el recelo que este sentirá en torno a los movimientos de Nancy, como el creciente temor de Nick –un curioso personaje, enamorado hasta las entrañas de una esposa a la que solo contemplaremos en foto, caracterizada por su incansable carácter hipocondríaco-, ante el cerco que vivirá en torno al cerco de los hombres de Shorty –de destacar es la extraordinaria secuencia en la que este le explica la situación a la que se ha de someter, en la que el preparativo de la comida en el restaurante, aparece como un aviso de una creciente amenaza-.
A partir de dichas premisas, con un cierto desequilibrio a la hora del contraste de las secuencias desarrolladas en la heladería, con aquellas dominadas por los diálogos y la siniestra presencia de Shubunka, THE GANGSTER aparece como una crónica de la caída en torno a la figura de su protagonista, a partir de la cual se puede establecer una mirada de tintes sombríos en torno a la Norteamérica que aquellos años estaba viviendo las consecuencias del maccarthysmo. Esa manera de describir un universo de pesadilla, en donde sus ciudadanos aparecen dominados por una extraña paranoia. La sensación de ser perseguidos de manera progresiva, que van viviendo Shubunka y su socio, en medio de un contexto urbano que aparece dominado por la alienación. Los apuntes descriptivos que emanan de las secuencias desarrolladas en el contexto de la heladería –que brindarán quizá el plano más hermoso y definitorio del relato; el travelling de grúa ascendente con el que Wiles envuelve a las diferentes parejas de secundarios insertos en el recinto, mientras se van apagando las luces del emplazamiento, y Janney enuncia a su socio una proclama en torno a la soledad colectiva-.
En su conjunto, THE GANGSTER aparece dominada por los perfiles de una extraña ensoñación. Los agresivos contrastes de la iluminación en blanco y negro de Paul Ivano, o la extrañeza que proporciona la dirección artística de exteriores, sobrecargada y casi asfixiante por momentos en sus exteriores urbanos, solventan la evidente carencia de medios con un inusual sentido dramático. Parece claro que la película, producida por los hermanos King -y en la que podemos contemplar muy fugazmente a una jovencísima Shelley Winters, como cajera de la heladería-, aparece diseñada cara a la promoción de la poco estimulante Belita como femme fatal, lo cierto es que las propias insuficiencias de la actriz, permiten que su personaje cobre en las secuencias finales una extraña singularidad. Una conclusión en la que se afianza ese aura de morality play que hasta ese momento ha aparecido de manera más intermitente. Poco antes, la presencia de un fatalismo en el destino, es el que permitirá la presencia de un inesperado asesinato –una vez más, el aura de DETOUR se refleja en las imágenes de la película de Wiles-, iniciando un extraño climax en el que circunstancias inesperadas y amenazas veladas pero nunca presentes, fuercen la caída de protagonista, que verá presentes su más recónditas amenazas. Será el momento en el que la voz en off y las sobreimpresiones con ecos de su pasado, se adueñen de la realidad de Shubanka. Una extraña catarsis aparecerá en ese intento del protagonista por una ya casi imposible redención, acudiendo a la vivienda de la joven Dorothy, quien en todo momento revelará la contundencia de sus reproches, a un hombre hasta entonces dominante en su dureza e insensibilidad, que intentará en esos momentos justificar su abyecto comportamiento, apelando a la crueldad del comportamiento de la sociedad. Será el momento en que comprenda que no le queda otra posibilidad que su propia inmolación, bajo la fuerza de la lluvia, en la dureza de la noche urbana, replicando en contra de unos enemigos que nunca contemplaremos, pero que el protagonista siente próximos, hasta el punto de recibir sus disparos y caer en una esquina, como un guiñapo en medio de la tormenta de la noche. Amanecerá en Neptuno Beach. La lluvia se alejará, y una voz en off relatará la consecuencia de la catarsis vivida la noche anterior. THE GANGSTER es, bajo mi punto de vista, una propuesta más que estimulante, que no dudo en el futuro asumirá la aureola de cult movie dentro del “Cinema Bis” norteamericano.
Calificación: 3
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Luis -