ANCHORMAN 2. THE LEGEND CONTINUES (2013, Adam McKay) [Los amos de la noticia]
Seguido por mi ya dilatada admiración hacia el actor Paul Rudd, recuerdo como en el otoño de 2004 acudí al estreno de ANCHORMAN: THE LEGEND OF RON BURGUNDY (El reportero: la leyenda de Ron Burgundy, 2004. Adam McKay). Recuerdo que me llegó a desagradar. La relativa buena acogida que tuvo en USA, no se correspondió con el silencio piadoso de crítica y público que recibió en nuestro país. Un a valoración que, justo es reconocerlo, en modo alguno me sorprendió. Curiosamente, el paso de poco más de una década ha modificado por completo ese semblante. ANCHORMAN… no solo es un título de culto, sino que en numerosas plataformas críticas aparece como una de las sátiras fundamentales emanadas por la factoría Apatow, al margen de situarse como plataforma de lanzamiento para el talento cómico de actores como Steve Carell o el propio Rudd –que ya había demostrado sobradamente su pericia en el género, y que luchó denodadamente para conseguir el impagable rol del machista Brian Fantana-.
He de reconocer que tendré que asumir una revisión de esa comedia que en su momento me dejó tan frío, máxime cuando el nombre de McKay aparece en nuestros días artífice de revisionismo, sobre todo a raíz de la entusiasta acogida crítica dispensada a la muy reciente THE BIG SHORT (La gran apuesta, 2015). Mientras tanto, los responsables de ANCHORMAN…, durante años barajaron la posibilidad de establecer una continuación de las aventuras del narcisista Burgundy y sus secuaces, para la que incluso se barajó la posibilidad de realizar un musical en Broadway, que sirviera de planteamiento previo a la misma. Es más, cuando finalmente se planteó su rodaje, con el título de ANCHORMAN 2. THE LEGEND CONTINUES (2013, Adam McKay), se llegaron a rodar dos divertidos números musicales, que finalmente fueron desechados del metraje final, y algunos de cuyos pasajes se pueden disfrutar en los extras de la edición digital de la película. Y es que, conviene señalarlo, esta ni siquiera fue estrenada comercialmente en España –la denominada “Nueva Comedia Americana” no goza de especial popularidad en nuestras pantallas-, llegando a los aficionados mediante una cuidada edición, que propone el título de “Los amos de la noticia”. Partamos de razonamientos opuestos. El primero no ser personalmente un especial defensor de dicha corriente –aunque reconozca que en su ámbito se ofrecen algunos títulos de notable valía-. El segundo me hace pensar que no albergamos la suficiente distancia en el tiempo, para valorar el autentico alcance de la misma. Sin embargo, y aún atendiendo a ambos enunciados, preciso es reconocer que ANCHORMAN 2… esgrime no pocas cualidades, superando de manera considerable la –para mi- menguada valía de su precedente. Cierto es que no pocos afirman lo contrario, aunque en Estados Unidos la película fue bien recibida por su errática crítica, logrando además una generosa carrera comercial de más de ciento setenta millones de dólares en todo el mundo –la mayor parte de ellos, es lógico, en USA-. La película, se caracteriza de entrada por una cuidada, elegante y estilizada textura visual, en la que al impactante uso de la pantalla ancha o la precisión de su montaje, hay que aunar una nítida y luminosa impronta cromática más cercana a los años sesenta que a ese final de los setenta en el que se encuadra su acción, obra de Oliver Wood y Patrick Capone, y un afilado montaje, al que ayudará de manera impecable una inmaculada selección de música disco, que hace que en no pocos de sus momentos, la película se convierta esa extraña invocación retro de dicho periodo, bastante más lograda que en otros exponentes que insertaban dicha condición en un primer término.
A partir de dicha circunstancia, McKay y Ferrer –el otro artífice del proyecto-, apuestan a mi juicio por una combinación de los rasgos ligados al absurdo y ese cierto grado de escatología que –para bien o para mal-, condicionaba ANCHORMAN…, por una propuesta más pulida, quizá para los fans del título precedente más deslavazada, pero a mi modo de ver bastante más conseguida. La película logra brindar elementos indudablemente ligados a esa comicidad casi estúpida por su ingenuidad, con una mirada no por simple menos reveladora, de ese mundo de la comunicación de su tiempo, mezquino y ya entonces basado en el logro de la audiencia, fuera como fuera. Un contexto en el que el arribismo, el desprecio por la información veraz, y la búsqueda del amarillismo, permitió el afloramiento de los canales informativos de 24 horas, que tan frecuentes son en nuestros días.
Desde esa sencilla premisa argumental, se brindará una nueva andadura del célebre cuarteto comandado por Ron Burgundy (Will Ferrell), formado por el chulesco e infantil Brian Fantana (Rudd), el directamente retrasado Brick Tamland (Steve Carell), y el aparentemente rudo pero en realidad gay reprimido Champ Kind (David Koechner), retomando de manera casi casual el privilegio de la información, tras varios años retirados de la misma. La irrupción de un cuarteto que, guste o no, se encuentra ya en la pequeña historia de la comedia americana de los últimos años, nos ofrecerá una especie de traslación de un extraño absurdo, que casi de un plano a otro puede devenir de una escatología casi obscena, a inclinarse a un infantilismo sorprendente, hasta concluir incluso en una conservadora apología de la familia. Sin embargo, el terreno recorrido, que en algunos momentos en su plasmación visual aparece como una actualización del mundo generado por Frank Tashlin y Jerry Lewis, ofrece una serie de episodios sorprendentes por su riesgo. Es algo que podremos plasmar por la impagable recuperación de Brick ¡Asistiendo a su propio funeral y llorando por su muerte!, a la extraña poesía que describe el accidente de la caravana en la que se encuentran los periodistas, con uso de cámara lenta y escorpiones incluidos. En esa impagable recurrencia de Kind a utilizar murciélagos en vez de pollo para su comida basura, o en el despliegue de preservativos que alberga Fantana en un rincón oculto de su despacho. O, por supuesto, en ese extraño momento –que considero el más libre de la película-, en el que una extraña poesía rodea la aparición, danzando en pista de patinaje y con una flauta, de un Burgundy estrella, en un acto público, antes de que una argucia de su directo rival le provoque un inesperado accidente.
Pero junto a ello, ANCHORMAN 2… logrará el acierto de la introducción del narcisista y arrogante personaje de Jack Lime –un impagable James Marsden, demostrando una vez más su valía para la comedia-, en su enfrentamiento contra Burgundy, que le hará acreedor de un ridículo nuevo apellido, o en la desopilante pelea que aparece como la hilarante catarsis del relato, superando con creces la que aparecía en su título precedente, y en la que junto a una catarata de private jokes poco comprensibles desde nuestra perspectiva, se darán cita un casi incalculable número de celebridades, que en su mayor parte, rogaron por participar en la película.
Calificación: 3
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