BEDELIA (1946, Lance Comfort) Bedelia
Es probable que contemplando los primeros fotogramas de BEDELIA (Idem, 1946. Lance Comfort), se tenga la sensación que vamos a asistir a una revisitación del universo de la memorable LAURA (Idem, 1944. Otto Preminger). La presencia de un retrato de la que será protagonista del relato, así como la procedencia de su base dramática de una novela de la misma Vera Caspary -participando asimismo como coguionista-, que inspiró al clásico de Preminger, pueda inducir a ello. Y en buena medida, es más que probable que el inesperado éxito obtenido por la Fox en aquella ocasión, fuera el detonante en la presencia de este notable drama psicológico, con el que Lance Comfort se internaba de lleno, en una corriente de especial popularidad -y, si se me permite la digresión, notables resultados artísticos-, que a partir quizá de la previa REBECCA (Rebeca, 1940, Alfred Hitchcock), escenificó un capítulo especialmente dorado del suspense psicológico en la pantalla.
Una voz en off, nos presenta el bello retrato de la joven Bedelia (magnífica Margaret Lockwood), introduciéndonos a continuación al Montecarlo de 1938. Será el elegante contexto donde se nos presentará a la protagonista, aunque antes se nos introducirá el de un pintor -Ben Chaney (Barry K. Barnes)-, que desde el primer momento, demostrará una extraña atracción hacia Bedelia, hasta el punto de seguir sus pasos. Una circunstancia que demostrará de manera abierta en una joyería, donde intentará el favor y la mediación de su responsable, al objeto de lograr pujar por una perla negra que la joven ha llevado allí para configurar un anillo. Pronto comprobaremos que la atractiva joven, está viviendo los primeros pasos de su matrimonio con el maduro Charlie Carrington (Ian Hunter).Casi de inmediato, su esposo observará extraños detalles de comportamiento por parte de Bedelia -se niega a ser fotografiada, arguyendo carecer de fotogenia, e incluso se mostrará reacia al ofrecimiento de Ben, para realizarle un retrato-. Pese al desapego de la destinataria, conseguirá vencer sus reticencias, e iniciar dicho retrato, al tiempo que su ascendente irá teniendo más presencia en la pareja. Sin embargo, algo irá apareciendo inquietante en el universo de la recién casada. Aunque ella señala haber quedado viuda de un pintor sin fortuna, de repente aparecerá un extraño personaje que señala haberla conocido. Incluso, en un momento dado, Ben no dudará en mostrar hacia ella una especial atracción.
La pareja se marchará hasta la campiña inglesa, y hasta allí llegará con posterioridad Ben, argumentando su deseo de culminar ese retrato que ha iniciado de Bedelia. Sin embargo, poco a poco iremos contemplando detalles inquietantes, algunos de los cuales encierran elementos oscuros en torno a la personalidad oculta del pintor, a la dependencia que Charlie mantiene con su eterna secretaria, o incluso una mirada nada complaciente al clasismo británico reinante en el entorno donde reside el nuevo matrimonio. Pero al mismo tiempo se irá mostrando una sombra ominosa en torno a esa mujer bella, en donde de manera cada vez más clara, irán apareciendo recovecos que dejan bien a las claras elementos que la convierten en una auténtica ‘mantis religiosa’.
De entrada, hay un elemento que sorprende en BEDELIA, y es el hecho de que Lance Comfort huya en esta película, de sus constantes búsquedas expresionistas, que forjaron uno de los rasgos de estilo más reconocibles. No quiero oponer dicha ausencia como un reproche. Antes al contrario, avala la versatilidad del cineasta, a la hora de asumir la realización de una película, para la cual su director, adopta deliberadamente una plasmación visual elegante y aterciopelada, y en absoluto dominada por esas elecciones narrativas bizarras, tan características de su cine. Es más, aún partiendo de la base de unas falsas convenciones, en las que Ben aparece como alguien con aspectos oscuros, y el recién formado matrimonio, descrito de manera absolutamente cotidiana, uno de los grandes aciertos de la película, estriba sin duda en la ligereza, naturalidad y credibilidad otorgada al personaje de Bedelia, que encuentra en la admirable prestación de la Lockwood, uno de los asideros, con los que Comfort articula la columna vertebral del relato. A partir de la misma, es evidente que el cineasta acierta al buscar el gusto en el detalle, en la integración de los principales personajes en el contexto de una película que transcurre, casi en su totalidad, en secuencias de interiores -el hecho de que algunas de las escasas descritas en exteriores, en realidad se filmaran en estudio, proporcionan un plus, quizá involuntario, de esa aura opresiva que se extiende por todo su metraje-. Tiene, en este sentido, una especial importancia, la fuerza expresiva que describe la mansión campestre de Charlie, verdadero epicentro de comportamientos, acciones y temores, donde surgirán los crecientes indicios de lo que inicialmente aparecerá como sospecha, configurándose finalmente con los tintes de la tragedia.
Pese a una factura formal más contenida en su expresión visual, lo cierto es que en BEDELIA uno percibe por un lado la contundencia y elegancia del juego de cámara propio de Comfort. Su gusto por el detalle. La especial importancia con la que utiliza los elementos de su dirección artística, como esa escalera que preside la vivienda o, de modo muy especial, la importancia dramática proporcionada a los espejos. Es más, aspectos que en una primera instancia pueden parecer simples y decorativos, finalmente revelarán su importancia como metáfora de una felicidad no lograda -esa muñeca que contemplaremos en los primeros instantes del film, y que tanta importancia metafórica recuperará en su conclusión-.
BEDELIA va discurriendo con una creciente densidad dramática, combinando las sospechas -esa enfermera que mantiene relación con Ben- con las revelaciones -las que finalmente este confesará a Charlie, para romper su propia incredulidad-. Al mismo tiempo, y como no podía quedar ausente en el grueso de su obra, Lance Comfort no desaprovecha la ocasión para insertar una mirada trasgresora al clasismo inherente a la sociedad inglesa -en ello, adquiere una especial importancia, la cuidada descripción en la tipología de personajes presente, aún en los roles más sencundarios-. Es por eso, que la elegante, pero al mismo tiempo incómoda fiesta navideña en la mansión, adquirirá un considerable aire transgresor. Sin embargo, si buscamos un aura disolvente en su conjunto, quizá se represente en la propia Bedelia que, en el fondo, bajo su personalidad psicopática y criminal, esconde alguien que, inconscientemente, lucha contra un contexto social dominado por la convención.
La película concluirá con un bellísimo episodio de autoinmolación de la protagonista, descrito con un sutil y pertinente uso del off narrativo, que no evitó que cuando la película se estrenara en USA, tuviera que plantearse con un final alternativo -dominado por el moralismo-. Sea como fuere, y aunque considero que BEDELIA no se encuentra a la elevadísima altura de los títulos más admirables que he contemplado hasta la fecha de su realizador, no cabe duda que ratifica un hecho para mí, cada vez más incuestionable; el de considerar a Lance Comfort como uno de los grandes cineastas británicos, preciso de una casi urgente revisión de una obra que, considero, se revela poco menos que apasionante.
Calificación: 3
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