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CINEMA DE PERRA GORDA

DELUGE (1933, Felix Feist) Diluvio

DELUGE (1933, Felix Feist) Diluvio

DELUGE (Diluvio, 1933. Felix Feist) es toda una rareza. Punto de partida en la filmografía de un muy competente profesional adscrito al cultivo del cine de géneros. La película permaneció perdida durante décadas hasta que en 1988 se encontró una copia doblada al italiano. Sería sin embargo en 2016 cuando se encontró un negativo definitivo con el audio original en inglés, a partir del cual se procedió a una completa restauración, que nos ha permitido contemplar esta obra irregular pero apasionante en sus mejores momentos, ingenua y fascinante a partes iguales. Primitiva y avanzada al mismo tiempo. Lo cierto es que nos encontramos con un relato todavía carece de especial reconocimiento entre los aficionados -en España prácticamente resulta aún invisible- erigiéndose al mismo tiempo como un valioso precedente del cine de catástrofes y un extraño y simplista morality play, en lo que el propio realizador plantea a partir de unos rótulos iniciales como una especie de fantasía.

De entrada, he de señalar que la propia configuración de la película, e incluso el impacto de sus primeros minutos, me recuerda poderosamente a la coetánea SUPERNATURAL (Sobrenatural, 1933. Victor Halperin) estrenada apenas cuatro meses antes que el título que nos ocupa. En el admirable título de Halperin sus imágenes se iniciaban de manera percutante por una sucesión de planos de tormenta y citas religiosas, que plasmaban ante la pantalla con admirable convicción la certeza de la existencia del más allá. Por su parte, en el film de Feist más allá de esos rótulos que aclaran la intención de los responsables de la película y una serie de citas bíblicas que invocan el diluvio universal, sus diez primeros minutos describirán con asombrosa efectividad, no solo los preámbulos de la llegada de un enorme maremoto combinado con la presencia de terremotos, sino la materialización de una catástrofe colectiva que pondrá al límite la destrucción total de la Humanidad. Para plasmar esa hecatombe colectiva, el realizador recurrirá a una deslumbrante combinación de planos que notificarán el horror del mundo científico a lo inevitable, las noticias de prensa y radio sobre las incidencias de las oleadas y desastres naturales, ese inesperado eclipse de sol que intuye negros augurios, la creciente implantación de una paroxística deriva, que culminará en la aterradora sucesión de terremotos que marcará en la película la escenificación de un casi interminable maremoto que destrozará por completo la ciudad de Nueva York. Pese a lo evidente de las maquetas, lo cierto es que hay que resaltar la convicción con la que se encuentran ejecutadas, la eficacia de un montaje percutante, y la incorporación de breves planos de noticiarios con la presencia de público huyendo, que son montados incluso teniendo como fondo el hundimiento de rascacielos y edificaciones. Pese al primitivismo que pudiera derivarse de esta definición, lo cierto es que su resultado está delimitado con inusual convicción. Es más, la circunstancia de que lo que con el paso del tiempo los títulos de catástrofes concluyan con la escenificación de la misma, el hecho de que en esta película se plasme en sus primeros minutos acentúa ese impacto en el espectador, al tiempo que entre su percutante sucesión de imágenes se nos presenten a sus principales personajes.

Ellos serán por un lado la caprichosa y joven nadadora Claire Arlington (Peggy Shannon), y por otro el abnegado matrimonio formado por Martin (Sidney Blackmer) y Helen Webster (Lois Wilson), quienes junto a sus dos hijos vivirán en carne propia la llegada de ese terremoto que separará a Martin del resto de su familia, hasta el punto de creer que estos han muerto. Es decir, que realmente el drama de DELUGE se inicia después de sus noqueantes pasajes iniciales, en una película que apenas alcanza los 70 minutos de duración, y que, pese a sus ingenuidades y ciertos rasgos de maniqueísmo, ofrece una extraña parábola en torno a una hipotética implantación de la organización humana en la tierra.

Tras concluir los desastres naturales y en medio de el silencio casi abrumador, por un lado Claire será rescatada por el siniestro y primitivo Jepson (Fred Kohler), empeñado en mantener custodiada a la muchacha en una cabaña que ha encontrado, en la que también se refugia otro hombre superviviente. La propia descripción y el entorno de Jepson, en no pocos momentos nos hace retroceder a esa mirada áspera y casi animal de la condición humana que describía el Erich von Stroheim de la excepcional GREED (Avaricia, 1924). Pero es que por otro lado esa visión desoladora de un mundo casi inhabitado, aunque poco a poco poblado mínimamente por pequeños colectivos humanos, en los que se detecta la carencia de leyes y limitaciones de comportamiento inherentes a la civilización, de alguna manera suponen un valioso antecedente de aquellos títulos que en los años cincuenta e incluso primeros sesenta -el que va de la muy apreciable THE WORLD, THE FLESH AND THE DEVIL (1959, Ranald MacDougall), hasta el discreto PANIC IN YEAR ZERO! (Pánico infinito, 1962. Ray Milland)-, abordarían en sus temáticas las consecuencias de un cataclismo en nuestra civilización. Es decir, que pese a la aparente simpleza de un pequeño relato sin estrellas conocidas, lo cierto es que el film de Feist alcanza esa condición de apólogo moral al adelantar determinadas premisas genéricas prolongadas bastantes años después, y en su oposición adentrándose en el acierto de describir en un contexto novedoso, incierto, primitivo y violento, en el que de manera casi acelerada se tendrán que retomar las enseñanzas recibidas por el mundo civilizado -la referencia de la democracia-, al tiempo que no se ocultarán los riesgos de proseguir en un camino sin ley -la violenta banda que comandará Jepson, que si bien es cierto adolecerá de cierto maniqueísmo en su definición, servirá para introducir al espectador en el horror insondable de una humanidad dominada por la sinrazón-. Así pues, DELUGE no obviará -dada su condición de film precode- su apuesta por la incorporación de un cierto erotismo centrado de manera fundamental en torno al deseo que provoca Claire y su propia condición de nadadora. Pero esa misma libertad temática permitirá que la cámara plasme -siquiera sea de manera parcialmente elíptica- la presencia del cadáver de la hija de uno de los supervivientes, aniquilada por componentes de la banda de Jepson, que serán siempre descritos como seres sin entraña y sin el más mínimo matiz en su estereotipada configuración -serán la debilidad más importante de la película-. En cualquier caso, y pese a esta limitación, lo cierto es la propuesta de Feist seguirá proponiendo no pocos elementos de interés. Lo ofrecerá la existencia de una población que de sus ruinas logrará reunir a supervivientes de diversas zonas. Un entorno social de apresurada nueva creación, en la que el predominio de hombres marcará una primera Ley; que toda mujer se case con uno de los vecinos para prolongar la especie. Hasta allí habrá llegado Helen, la esposa de Martin, junto a sus hijos, conservando en todo momento la fe de que su esposo se encuentra con vida. Este habrá rescatado a Claire de las garras de Jepster, estableciéndose ambos en una cabaña ubicada muy cerca de un túnel, desde donde pese a las reticencias de la joven se irá consolidando una sincera relación entre ambos.

Cuando el destino y no pocas peripecias después reúna de nuevo al matrimonio se establecerá un insólito y permanente triángulo amoroso, puesto que Martin se mantendrá sin renunciar a ninguno de sus dos amores -lo afirmará de manera expresa-. No será habitual ver en el cine americano de su tiempo -ni siquiera de épocas posteriores- un dilema sentimental tan directo como el que plantea DELUGE. Todo ello en medio de una ciudad que poco a poco irá percibiendo el carisma y la capacidad rectora de Martin, a quien elegirán como autoridad encaminada a devolver a la normalidad esas casas ruinosas que sus moradores han declinado mejorar como conjunto habitado. Hubiera sido demasiado pedir que la película propusiera una conclusión que violentara el inevitable sendero a lo convencional, al resolver esa situación de sus tres principales personajes. Pero aún asumiendo esa deriva, lo cierto es que la conclusión de la película estará revestida de una extraña belleza, con el sacrificio personal de Claire, al ver que con la elección de su amado como representante de la población le será imposible elegirla a ella sobre su esposa, internándose al mar, mientras esa persona que la ha amado en la entonces soledad de la civilización apenas podrá hacer nada para salvarla en un inmenso plano general revestido de un aura casi sobrenatural.

Apenas conocida salvo para espectadores especialmente interesados en las rarezas cinematográficas del cine de Hollywood. Provista de tantas ingenuidades como una enorme convicción. Avanzadilla a diferentes vertientes que se instaurarían en la pantalla décadas después. Lo cierto es que DELUGE es una pequeña delicatessen en la que el horror y la esperanza se da de la mano dentro de ajustado y siempre atractivo metraje.

Calificación: 3

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