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CINEMA DE PERRA GORDA

THE DEVIL THUMBS A RIDE (1947, Felix E. Feist)

THE DEVIL THUMBS A RIDE (1947, Felix E. Feist)

Pienso que cualquier buen aficionado al cine ha de tener una consideración muy especial hacia la aportación que la R. K. O. brindó al cine noir brindó durante la década de los cuarenta. Una consideración esta que no debería ver limitada la importancia que en este género –más cabría señalar esta corriente cinematográfica-, ofrecieron la practica totalidad de las majors hollywoodienses, con especial mención a la 20th Century Fox y la Warner. En cualquier caso, ese merecido reconocimiento no debería impedirnos tener presente que, como en cualquier otra vertiente, esa inclinación por parte del estudio, cierto es que brindó auténticas obras maestras –como OUR OF THE PAST (Retorno al pasado, 1947. Jacques Tourneur)-, títulos brillantes aunque no definitivos –como podrían representar las aportaciones de Edward Dmytryk en aquellos años-, pero también otros imperfectos –algunas de las primeras obras del primerizo Richard Fleischer-, e incluso no pocos decididamente mediocres.

Este es el apartado en el que, bajo mi punto de vista, debería inscribirse la semidesconocida THE DEVIL THUMBS A RIDE (1947, Felix E. Feist), que si bien podría apreciarse como una relativa variación de la previa y magnífica DETOUR (1945, Edgar G. Ulmer) o, por otro lado, como un precedente de la atractiva THE HITCH-HIKER (1953, Ida Lupino), en realidad se caracteriza por un relato de muy ajustada duración –ello en sí mismo no constituye ni ventaja ni cortapisa alguna-, en el que lo amenazador muy pronto queda diluido, la aportación de una vertiente de comedia resulta torpe y sin gancho, apenas hay retrato convincente de personajes, y en realidad se sostiene mínimamente por la presencia de contados momentos realmente atractivos. La película se inicia de manera percutante con un atractivo plano de grúa que nos mostrará el atraco y posterior asesinato perpetrado por el frío y calculador Steve Morgan (Lawrence Tierney) en la localidad de San Diego. Muy pronto iniciará su huida, para lo cual logrará la involuntaria colaboración del joven representante de ventas Jimmy Ferguson (Ted North), logrando que este lo lleve hasta Los Angeles. En el camino transportarán también a dos jóvenes, y cuando sean interceptados por un agente de policía, Morgan lo atropellará, provocando finalmente su muerte en la mesa de operaciones. En su escalada de huída, y cuando la policía de diversas localidades van en su búsqueda, Morgan convencerá a sus compañeros de coche para que acudan al chalet que tiene el jefe de Ferguson, mientras el joven representante no deje de conversar con su esposa –a la que siempre acompañará su posesiva madre-, y se vean rodeados con la presencia de un vigilante de urbanización borrachín. La interrelación forzosa de todos ellos, concluirá con el asesinato de una de las dos muchachas –por parte de Morgan, quien intuye que esta ha advertido la peligrosa personalidad que esconde bajo sus aparentes buenas maneras-, y la llegada de la policía, quien finalmente logrará detener al peligroso delincuente.

En apariencia creo que el resumen argumental de la película muy bien permite la referencia a los dos títulos antes citados –que tienen una especial vinculación con la más prestigiosa de las películas de Ulmer. Pero resulta bastante claro que el film de Feist –quien sin ser un realizador de gran personalidad era indudablemente capaz de un nivel más valioso en comparación con el exiguo presentado en esta película-, deviene un conjunto raquítico, escasamente amenazador en todo cuanto rodea la figura del criminal protagonista. Y en este sentido creo que la relativa mitología –a mi juicio poco justificada- que el paso de los años ha proporcionado la figura del actor Lawrence Tierney, es la que en ciertos foros esta película haya generado una relativa mítica. Más allá de que Tierney no me parezca más que un intérprete estólido, no puedo negar que en dos títulos dirigidos por el semidesconocido Max Nosseck –DILLINGER (1945) y THE HOODLUM (1951), ambas del extraño Max Nosseck-, lograra una fuerza en la pantalla que, bajo mi punto de vista, se encuentra ausente en las otras incursiones cinematográficas de este limitado intérprete –entre las que se encuentra BORN TO KILL (1947, Robert Wise)-. Pero es que más allá de esta circunstancia, THE DEVIL… deviene un producto mediocre y apresurado, en el que el conjunto de personajes retratados parecen dominado por una cretinez supina –el representante que acoge de forma tan despreocupada al desconocido Morgan, el joven gasolinero que alegremente acompaña al policía en sus pesquisas, el demencial guardia de la urbanización totalmente dependiente de la bebida-. Una galería que roza la estupidez, y de la cual cabría hacer un relativa excepción con la joven aspirante a actriz a la que recogen en el camino, y que advierte las siniestras intenciones del violento delincuente, lo que le costará la vida, mostrándose el crimen con la elipsis más brillante de la función –este sigue a la muchacha cuando se escapa del chalet de donde ha decidido huir, el plano fundirá con Morgan regresando al mismo lugar y acariciándose la mejilla; todos intuiremos la violenta pelea, que será confirmada al contemplar junto a Jimmy el cadáver de esta en un lago.

Lamentablemente, pocas son las situaciones a destacar en el conjunto del film. Mas allá del atractivo plano inicial, personalmente solo destacaría la acertada planificación de la secuencia del encuentro del agente de policía al que finalmente atropellará, quedando el resto de la película como un conjunto que nunca alcanza a expresar tensión dramática alguna, y lamentable cuando plantea elementos de carácter vodevilesco o decididamente de comedia. En definitiva, un film olvidable al cual el hecho de inscribirse en un contexto brillante, no le impide observar sus clamorosas insuficiencias.

Calificación: 1

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