THE SIGNAL TOWER (1924, Clarence Brown) La torre de señales
THE SIGNAL TOWER (La torre de señales, 1924) es el sexto de los más de medio centenar de largometrajes que componen la fascinante y aun escasamente explorada filmografía de Clarence Brown. Hasta el momento he podido contemplar la mitad aproximada de la misma, lo que me ha permitido ratificar mi consideración como uno de los grandes cineastas aún ignorados del Hollywood clásico. En ella, uno puede percibir rasgos que acompañarían su cine desde el inicio de su larga trayectoria. Por un lado el predominio de conflictos humanos y por otro, de manera esencial, su querencia por el rodaje en exteriores naturales, una de sus marcas de fábrica, heredada de su aprendizaje junto al francés Maurice Tourneur, al que por otro lado muy pronto superará en cualidades. De hecho, esos exteriores boscosos y, sobre todo, la permanente presencia de secuencias con destacada presencia de ferrocarriles, aparecen como caracteres principales de lo que, en última instancia, se erige como un atractivo melodrama triangular caracterizado por pocos, pero bien trabados personajes, y en los que Brown se inclinará por el género que forjará buena parte de su obra; el Americana.
Descrita en el entorno de la línea de ferrocarril California Western Railroad, la película se rueda en el condado californiano de Mendocino, salvo algunas secuencias de interiores plasmadas en estudio. Y es que, en realidad, tres serán los escenarios principales de la película. De una parte, los ya mencionados exteriores boscosos. De otra el entorno de la caseta de señales y, finalmente, los pasajes descritos en el interior de la vivienda del matrimonio protagonista, que fueron ejecutados en estudio. La película, tras un breve preámbulo explicativo, nos trasladará al entorno plácido y solitario del matrimonio Taylor. El marido Dave Taylor (Rockliffe Fellowes) ejerce como abnegado profesional de la línea de ferrocarril, empleado en turnos de doce horas a la hora de dirigir el pase de los trenes. Su esposa es la abnegada Sally (Virginia Valli) siendo padres ambos del pequeño Sonny (encarnado por la posterior estrella juvenil Frankie Darro). Junto a Dave, el veterano Old Bill (James O. Barrows) alterna con él los turnos de trabajo viviendo con ellos en su cercana casa de campo, y al que los Taylor consideran como un padre. Su avanzada edad le harán retirarse de la profesión, y en su lugar será sustituido por el atildado y arrogante Joe Standwich (un espléndido Wallace Beery, de sorprendente parecido con el ex ministro Ábalos). A partir de ese momento se irá fraguando una creciente atracción del recién llegado hacia Sally, apenas tamizada mientras Gertie, la prima de esta, se incline hacia Joe de manera desconsiderada, sin encontrar en él más que un comodín en su táctica de acercamiento a la dueña de la casa. Todo ello configurará una espiral de relaciones psicológicas que culminarán en el enfrentamiento de Dave contra Joe, al ver que este se ha excedido en su oculta atracción a su esposa, y la vivencia en medio de una tormenta nocturna del accidente que se producirá en un tren, que a punto se encontrará de estrellarse contra otro ferrocarril repleto de viajeros ajenos a la tragedia que les espera.
Lo primero que llama la atención en THE SIGNAL TOWER -más allá de esa agradecida querencia por la presencia de exteriores naturales, o la brillante presencia de secuencias llenas de veracidad protagonizadas por la presencia en aquel contexto de ferrocarriles que discurren por peligrosas rutas- es comprobar su brillante y dinámica planificación, centrada en una sucesión de planos fijos dominados por un brillante montaje. A lo largo de la película apenas percibí algún leve reencuadre y, sobre todo, un intenso travelling frontal en primer plano sobre el rostro de Sally, cuando es acosada de manera directa en su casa por Joe. Junto a ello, desde el primer momento destacará en sus imágenes la destreza de Brown a la hora de trazar la psicología de sus personajes. Existe una singular hondura en la manera con la que nuestro cineasta apela a la verdad de los mismos. Y es algo que tendrá una particular significación a la hora de introducir en el relato la figura de Joe, al describir Brown sendos insertos al hacerlo aparecer subiendo por la trampilla de la cabaña/oficina de señales, y detallando su presencia con esos ostentosamente brillantes zapatos de charol. Será la primera señal para describir a un hombre aún apuesto, aunque dominado por una arrogancia que ratificará cuando acceda a casa de los Taylor. Allí se paseará para comprobar si puede hospedarse, y se topará con Gertie, a la que observará -un plano de detalle lo revelará- desaprobando esa media desgastada en su talón. Solo contemplar por vez primera a Sally ratificará su intención inicial de asumir una habitación en la holgada vivienda.
A partir de ese momento, el entramado psicológico y argumental de THE SIGNAL TOWER discurrirá con precisión y mano segura. Con tanta solvencia y serenidad como carencia de sorpresas, iremos observando por un lado las sospechas de Sally del supuesto acercamiento de Joe hacia su prima. Los intentos casi ridículos de esta para acercarse a él, y también las añagazas del recién llegado para seducir a una Sally que será incapaz de observar en primera instancia dichas intenciones, y que, al sospechar ese falso acercamiento con su prima forzará que esta abandone la casa, sin ser consciente que ello facilitará las intenciones del inquilino.
Todo ello propiciará un relato revestido de fluidez y solvencia en su capacidad para el matiz, aunque uno quizá eche de menos cierta mayor capacidad de arrojo. De entronque en definitiva con las muestras más extremas del melodrama que se producirían en las postrimerías del periodo silente -pienso en el ejemplo extremo de la posterior THE WIND (El viento, 1928. Victor Sjöstrom), ante cuya fuerza palidece la catarsis final del film de Brown-. Por ello, quiero pensar que nuestro realizador optó de manera deliberada por un retrato de caracteres revestido de la serenidad y el optimismo habitual en su obra posterior, al objeto de justificar por un lado esa matización en el devenir de su reducida y bien trazada galería de personales. Todo ello contrastará con ese episodio final, que quedará ligado al enfrentamiento de Dave y Joe, y a la inesperada circunstancia de la ruptura de vagones de un tren en medio de una terrible tormenta que coincidirá con ese último acoso del poco recomendable Joe, en una griffitiana alternancia de dos historias paralelas, y teniendo especial importancia en esta última el detalle de la pistola que el pequeño Sonny trasladará a su casa desde la caseta en la que trabaja su padre.
Todo ello conformará un bloque indudablemente atractivo, pero contra lo que cabría esperar alcanza mucho más interés todo aquello que refleja el creciente terror de ese choque de trenes casi inevitable, que todo lo relativo al acoso final de Standwick a Sally. Por ello, que irá relacionado con esta plasmación del episodio de ‘salvación en el último minuto’, tan popular en el cine de aquel tiempo y heredado de la narrativa de Griffith, adquirirá en esta película, merced a la selección de planos elegida, y su combinación mediante un extraordinario montaje, una tensión realmente escalofriante. Será una sensación que se acentuará en esos instantes en los que Dave, ya casi al borde de la extenuación, intentará desviar la vía para hacer descarrilar esos vagones sin personal y absolutamente descontrolados, que se encuentran al límite de chocar contra ese tren de viajeros. En su oposición, todo lo relativo al acoso de Sally, que por momentos podría alcanzar tintes casi terroríficos, con resultar atractivo, en modo alguno contrasta en garra dramática con el drama vivido por el esposo, quizá tan solo para poner en valor la responsabilidad profesional de este, y aunque la película proponga un extraño y cercano flashback revelando la lucha de Sally en defensa del acoso de Joe, a quien finalmente contemplaremos con alivio que solo ha quedado herido en la mano del disparo de esta.
Calificación: 3
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