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CINEMA DE PERRA GORDA

THE SECRET HEART (1946, Robert Z. Leonard) Desconfianza

THE SECRET HEART (1946, Robert Z. Leonard) Desconfianza

Desde bien joven, las producciones de Metro Goldwyn Mayer suponían el estudio que me provocaba mayor desapego como espectador cinematográfico. Su inclinación a la ampulosidad e incluso su abierta querencia con el kitsch me empujaban a dicha reiterada reserva. Ni que decir tiene que el paso de los años ha atemperado la misma, e incluso me ha permitido apreciar desde otra mirada el aporte de algunos de los artesanos más característicos del ‘estudio de las estrellas-. Uno de ellos fue el muy prolífico Robert Z. Leonard, quien inició su extensa andadura en plena entraña del periodo silente, y de quien en el oreo parcial de títulos suyos me ha permitido alguna que otra sorpresa. Pues bien, a ellas he de añadir la atractiva THE SECRET HEART (Desconfianza, 1946) que se suma a la corriente freudiana tan popular en aquellos años del cine de Hollywood, y que de manera particular no tengo la menor duda surgió a partir del muy cercano éxito de la producción Warner MILDRED PIERCE (Alma en suplicio, 1945), una de las más brillantes películas de Michael Curtiz. Con una mayor querencia por la sobriedad y la contención -hay momentos en los que uno echa de menos un mayor grado de pasión en sus imágenes-, no dejamos de percibir el grado de implicación de los componentes en el equipo técnico y artístico a la hora de llevar a buen puerto su resultado.

Tras su alistamiento al finalizar la contienda, el joven Chasey M. Addams (Robert Sterling) regresa a su hogar familiar, que dirige su madrastra Lee Addams (Claudette Colbert). Pronto apreciaremos en su regreso la extraña personalidad de su hermana Penny (June Allison) y encontraremos a Lee, la verdadera protagonista de la película, acudiendo a una sesión de psicoanálisis -lo que nos permitirá contemplar en un breve papel de psiquiatra al veterano Lionel Barrymore-. Allí, a instancia de este, revelará el pasado que le ha llevado a una compleja situación con Penny, desde antes incluso que contrajera matrimonio con Larry Addams (Richard Derr). En un fragmento que destaca por su envidiable fluidez, conoceremos que incluso antes de casarse con él, Lee era pretendida por el mejor amigo de su marido -Chris Matthews (Walter Pidgeon)-, quien la ha recogido en un crucero antes de llevarla ante su futuro marido -Larry Addams (Richard Derr)-. Pese al deseo de Chris -y el secreto amor que le profesa la protagonista- esta cumplirá con su compromiso para casarse con Larry, quien posee los dos hijos de un anterior matrimonio. Persona sensible y de vocación musical, contagiará a Penny su pasión por el piano, que en mala hora se puede sobreponer a su profesión en el mundo de las finanzas. Cada vez más hundido de su escasa adaptación profesional y su frustración musical, tan solo podrá derivar se sentimiento con Penny, con la que compartirá la práctica del piano, mientras Lee mantendrá su fidelidad a su esposo, pero desahogará la frustración de su matrimonio con su estrecha amistad con Chris.

La situación se irá agravando, hasta que en un momento determinado se detecte un desfalco económico en las firmas que dirige Larry, que finalmente le llevarán al suicidio y, muy poco después, a la tarea hercúlea por parte de su viuda de atender a sus hijastros, al tiempo que revertir paulatinamente el dinero defraudado por su esposo. Ese compromiso personal le hará alejarse durante diez años de Chris, hasta que el destino le lleve de nuevo a él por medio de Chasey, a quien va a proporcionar un trabajo. Lo peor no será ese reencuentro, sino que Penny, totalmente dominada por un trauma personal en torno a su padre, y que durante estos años se ha convertido en un ser huidizo, verá en Matthews alguien del que se enamorará.

Antes lo señalaba, prosiguiendo en exitosos senderos marcados muy poco antes en el tiempo, Robert Z. Leonard articula un melodrama psicoanalítico en el que cabe oponer una quizá delibrada ausencia de énfasis, pero que, por el contrario, aparece impecablemente dosificado a partir de la idea extendida en el conjunto de sus imágenes, ligando la casi obsesiva presencia de música de piano como el leiv motiv que logra imbricarse como elegante metáfora del trastorno que ligará el trágico pasado del esposo de la protagonista, así como el trauma que sobrelleva Penny, su hija menor, ya convertida en una crecida joven. A partir de dichas premisas, Leonard articula un buen producto, con un inicio ejemplar -el regreso de Chasey- que muy pronto nos introduce en su entorno familiar y el conflicto que en él plantea Penny. Muy pronto, la visualización del pasado que permite el flashback introducido por Lee permite que el relato prende de manera definitiva en el espectador, con una casi ejemplar dosificación de los elementos dramáticos, hasta trasladarnos de nuevo a la actualidad y, con ello, al tan deseado pero al mismo tiempo temido, retorno de Chris al entorno de la viuda.

Utilizando con pertinencia los elementos de producción propios del estudio, el director utiliza con brillantez el espacio escénico -el impecable tándem formado por Cedric Gibbons y Edward Carfagno-, tanto en aquellas secuencias de interiores -las viviendas de la familia Addams, la residencia de Chris- como en las de exteriores, con especial mención a la fuerza que desprende el despeñadero costero en el que focaliza el clímax del relato. A partir de dichas elecciones formales, la planificación resultará tremendamente eficaz, aunque justo es reconocer que se echen de menos esos crescendos propios del estudio, como si Leonard hubiera optado por discurrir en voz baja, y del mismo modo se ausenten pinceladas de crítica social -la reacción de los vecinos al retorno a la granja, varios años después-. Ello no proporciona al conjunto ni mayor o menor fuerza, pero lo cierto es que sí le brinda una cierta singularidad, a la que ayudará de manera notable un muy conjuntado cast, en el que destaca la formidable química que desprende la pareja formada por Claudette Colbert y Walter Pidgeon. Sin embargo, no se puede omitir la frescura que imprime el joven Robert Sterling al rol del hijastro de la protagonista, y apreciar el esfuerzo de June Allison para encarnar un rol quizá demasiado complejo, en el que casi de un plano a otro tenemos la sensación de estar ante una niña o una mujer hecha y derecha.

Y en un drama de estas características, sorprende certificar el hecho de que algunos de sus mejores momentos albergan el marchamo de la comedia. Es algo que mostrarán los instantes en la fiesta de reencuentro de Chris en la granja con Lee y sus hijastros, y se introduzca música moderna que haga bailar de manera desinhibida a los dos viejos amigos, en unos instantes que son puro vaudeville, hasta que la mirada contrariada de Penny rompa de inmediato con el tono screewall de dichos instantes. Y poco después, el mismo Walter Pidgeon nos brindará una magnífica secuencia de comedia clásica, en la mejor tradición de Cary Grant, cuando acuda a unos grandes almacenes a comprar esa negligé que Lee deseó una década atrás.

Sin embargo, la querencia entre dramática y psicoanalítica de la película tendrá su muestra más destacada en el momento en que Penny contemple, en los minutos finales del relato, a Chris y Lee abrazados desde el exterior de la granja, cayendo de repente al sueño la bisutería que el primero le regalara poco antes, y en una breve secuencia destacada -al contrario del resto de la película- por la ausencia de esa música que anuncia la ruptura de ese supuesto romance que ella se ha fraguado sin fundamento con Matthews. En todo caso, y bajo mi punto de vista, el mejor momento de esta interesante THE SECRET HEART se encuentra en un primer plano sostenido con reencuadro sobre el rostro de una maravillosa Claudette Colbert, cuando habla por vez primera vez por teléfono con Chris tras esos diez años de ausencia. La sensibilidad de la actriz perfectamente compenetrada con el tempo que Leonard proporciona a la gradación de la secuencia, unido a la perfección de los diálogos, proporciona a esos instantes de una magnífica y original fuerza romántica.

Calificación: 3

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